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17 de abril de 2011
EL UNIVERSO SUENA. CADA PERSONA TIENE SU SONIDO.
“El universo es una caja de música”, explica Eidler, “pues está construida en proporciones equivalentes a los intervalos de la octava musical”. Dijo Einstein, violinista y matemático: “Sólo quiero conocer a Dios; lo demás son detalles”. Y se puso a tañer con fórmulas la música del universo. En esa línea está Néstor Eidler, al que han llamado “médico de médicos”: imparte técnicas que permiten tocar mejor porque, de hecho, se sanan de bloqueos y disfunciones. Eidler insiste en que toca el alma a través de cuerpo y alma (“la espiritualidad pasa por el cuerpo”), y en que todos podemos resonar con el Todo. Eidler es concertino de la Orquestra del Gran Teatre del Liceu.
¿El universo es sonido?
¡Sí! Y la vida, vibración. Toda vibración es sónica. ¡El universo suena!
¿A qué suena?
Oígalo en esta grabación...
Oigo una melodía armoniosa...
Son las vibraciones captadas por la sonda Voyager en el espacio entre Júpiter y Saturno: es la resonancia del viento solar en la ionosfera de los planetas…
El universo suena, pues...
¡Está oyéndolo! Pitágoras (siglo VI a.C.) habló de la “música de las esferas”: Pitágoras debía de tener afinada la percepción de esta realidad cósmica vibrante que hoy la tecnociencia nos confirma.
¿Con qué implicaciones?
Los compositores de música más inspirados (Bach, Mozart, Beethoven...) quizá son personas capaces de conectar con los inmanentes y eternos sonidos del cosmos.
¿No crean? ¿Sólo transcriben?
La música no la inventó el hombre: ¡existe desde siempre! Toda música está aquí: se trata de captarla y plasmarla.
¿Usted compone?
Nací músico. Por mi sangre corren notas. Estudié violín... y quise contactar con David Oistrach, violinista y pedagogo judío ruso.
¿Por qué precisamente con él?
Yo no estaba conforme con mi sonido. Y escuchaba el de otros grandes violinistas: “Farsantes”, pensaba. Hasta que oí a Oistrach: “Es el único que no miente”, me dije...
No entiendo a qué se refiere…
En los otros percibía interferencias, o físicas o narcisistas... Oistrach era el único que me hacía vibrar, sentía que conectaba con la esencia... ¡Quise tocar como él! Como discípulo de Fedora Aberastury, ella me enseñó el camino a los misterios y hacia Oistrach.
¿El camino de los misterios?
Fue la creadora del método Aberastury, llamado sistema consciente para la técnica del movimiento, que te ayuda a reconectarte con tu primer instrumento: ¡tu cuerpo!
¿Y conoció al fin a Oistrach?
Conseguí una cita con él para verle tocar... ¡Y al cabo pude asistir a varias clases! Murió poco después: ¡llegué justo a tiempo!
¿A tiempo para qué?
Oistrach me confesó: “Sé que tengo secretos... pero no sé cómo enseñarlos”, y vio en mí a la persona que sí podría hacerlo.
¿Y qué enseña?
Que quien conoce el sonido lo conoce todo. Cada persona tiene un sonido. El universo es vibración, emanada del tictac de la polaridad originaria, y como el de tu corazón.
Sea más preciso.
Se trata de reactivar conscientemente esas notas de vida, mediante ciertos ejercicios tomados de los métodos de los pianistas Claudio Arrau y Fedora Aberastury: se trabajan cerebro, manos, lengua, plexos, articulaciones, columna, sentidos...
¿Para tocar mejor el piano o el violín?
Es indiferente el instrumento musical; tocar bien un instrumento ¡exige primero aprender a respirar bien! Exige reactivar los motores internos del movimiento...
¿Una especie de reset interno?
Se trata de recuperar tu armonía psicofísica, rearmonizarte emocionalmente, reaprender a activar correctamente tu energía, bloqueada por tensiones, ¡y de ahí se derivará un estado de inspiración creativa!
¿Y el músico interpretará mejor?
He conocido a intérpretes con bloqueos musculares, tendinitis, artritis... que perturbaban sus capacidades: tras el curso música- energía recuperaron sus facultades.
¿Qué es la relación música-energía?
“Dame una cuerda y te explicaré el universo”, proclamó Pitágoras: la vibración es función proporcional del segmento de cuerda… Música, matemáticas, geometría… Tu armonía interna responde a proporciones matemáticas, igual que el cosmos. Restablécela y la energía fluirá: conectarás con tu emoción y sonarás como un instrumento afinado...
No basta el dominio virtuoso de la técnica...
No. La música es como la religión: ¡un sendero para conectar con el absoluto! Esto lo podemos sentir todos.
¿En qué ocasión lo ha sentido más que nunca?
Di un concierto en una nave románica del monasterio de la Oliva (Navarra)... y perdí la noción del tiempo, como si todo fluyese solo y yo observase desde fuera... Vi pasar la eternidad... ¡Cualquiera puede experimentarlo!
Parece hablar de un yoga musical...
Mejor de unas artes marciales... En mis cursos con alumnos, trabajo con su alma... ¡Les toco el alma! Igual que toco el alma de un violín, toco el de las personas.
¿Un violín tiene alma?
Sí, una piececita de madera que une las paredes de la caja del violín, suelta, sin encolar, movible: yo la muevo una sola micra... y cambia el sonido.
Y... ¿en qué parte de mi cuerpo está el alma?
Descartes dijo que en la glándula pineal, que hoy sabemos que está conectada con la punta de los pies, con el dedo gordo de los pies: ¡el alma está en el dedo gordo!
¿Es usted un psicoterapeuta de músicos, por tanto?
Psique significa alma: sí. Les enseño que somos música, que todos tenemos un sonido propio, que a través del cuerpo podrás hallarlo: estarás tocando el alma. Y entonces resonarás a coro con el universo.
Victor M. Amela.
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