Este corto titulado "La huella de Carmela", me recuerda que, hasta no hace mucho tiempo, así eran nuestros días: simples, sencillos, más pausados.
Ese ritmo acompasado nos permitía mantener grandes díálogos interiores, interactuar con el entorno, ser más observadores, más auténticos.
La tecnología nos ha facilitado algunas tareas pero, nos ha apartado de lo fundamental, le hemos cedido parte de nuestro poder.
Por momentos añoro la vida que vive Carmela.
¿Aún es posible recuperarla?
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