"Hay un deseo común, es el buscar lo que se cree que va a darnos felicidad, pero será felicidad al yo, al ego."
Ese deseo es apego, porque ponemos en él la seguridad, la certeza
de la felicidad.
Es el miedo el que nos hace desear agarrar con las manos la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es.
Esto sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones son reales, auténticas. Si nos aferramos a los deseos, es señal de que hay apego.
El apego habrá perdido la batalla cuando lo descubras, y ya no tendrá el poder que tu mente le daba.
Tú mandarás sobre él.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho adictos la sociedad, y al no tenerlas, aparece el sufrimiento.
El día en que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya no te resistas a ver las cosas como son, se irán deshaciendo tus cegueras.
Puede que aún sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
La base del sufrimiento es el apego, el deseo, el miedo. En cuanto deseas una cosa compulsivamente y pones todas tus ansias de felicidad en ella, te expones a la desilusión de no conseguirla.
El estar despierto y mirar sin engaños no quiere decir que desaparezca tu programación, sino que allí estará, pero la verás claramente, y al apego lo llamarás apego, y a lo que creías amor lo llamarás egoísmo.
No existe la necesidad de ser popular, famoso. No existe la necesidad de ser amado o aceptado. No existe la necesidad de estar en posición de relevancia o de ser importante. Éstas no son necesidades humanas básicas. Son deseos que nacen del ego —el yo condicionado—.
Algo profundamente incrustado en ti. Tu Ser no tiene interés en estas cosas. Él ya tiene todo lo que necesita, Él ya es feliz. Todo lo que necesitas es tomar conciencia de tus apegos, de las ilusiones y así estarás en camino hacia la libertad.
Las cosas son lo que son. No son mías, tuyas o de él. Son nuestras.
No has de apegarte a ninguna cosa, ni a ninguna persona, porque el apego es miedo, y el miedo es un impedimento para amar.
Cuando un arquero dispara simplemente por deporte, aplica toda su destreza. Cuando apunta hacia una diana de oro, queda ciego, pierde la razón, se deslumbra.
Su habilidad no cambió, pero sí el objetivo. Se preocupa más por ganar que por tirar. Y la necesidad de ganar lo vació de poder. La ambición quita poder.
La felicidad es tu esencia, tu estado natural y, por ello, cuando algo se interpone, la oscurece, y sufres por miedo a perderla. Te sientes mal, porque ansías aquello que eres. Es el apego a las cosas que crees que te proporcionan felicidad lo que te hace sufrir.
Lo malo es que la mayoría equipara la felicidad con conseguir el objeto de su apego, y no quiere ver que la felicidad está precisamente en la ausencia de los apegos, y en no estar sometido al poder de ninguna persona o cosa.
Si buscas ser feliz, procura no perseguir tus deseos, porque ellos no son respuesta para tu vida.
Apegarse no es más que proyectar el ego, el mío sobre el ego de alguna cosa.
Cuando retiramos lentamente las palabras "yo, mío, a mí" de nuestras propiedades, campos, ropas,
sociedad, país, religión, de nuestro cuerpo, de nuestra personalidad, el resultado es liberación, libertad. Deja que la vida sea vida.
Tú no tienes que impresionar a nadie, nunca más.
Si soltaras tus deberes, apegos, atracciones, obsesiones, predilecciones, inclinaciones, y si te desprendieses de todo eso, el amor apare.
Semillas Solares.
Es el miedo el que nos hace desear agarrar con las manos la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es.
Esto sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones son reales, auténticas. Si nos aferramos a los deseos, es señal de que hay apego.
El apego habrá perdido la batalla cuando lo descubras, y ya no tendrá el poder que tu mente le daba.
Tú mandarás sobre él.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho adictos la sociedad, y al no tenerlas, aparece el sufrimiento.
El día en que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya no te resistas a ver las cosas como son, se irán deshaciendo tus cegueras.
Puede que aún sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
La base del sufrimiento es el apego, el deseo, el miedo. En cuanto deseas una cosa compulsivamente y pones todas tus ansias de felicidad en ella, te expones a la desilusión de no conseguirla.
El estar despierto y mirar sin engaños no quiere decir que desaparezca tu programación, sino que allí estará, pero la verás claramente, y al apego lo llamarás apego, y a lo que creías amor lo llamarás egoísmo.
No existe la necesidad de ser popular, famoso. No existe la necesidad de ser amado o aceptado. No existe la necesidad de estar en posición de relevancia o de ser importante. Éstas no son necesidades humanas básicas. Son deseos que nacen del ego —el yo condicionado—.
Algo profundamente incrustado en ti. Tu Ser no tiene interés en estas cosas. Él ya tiene todo lo que necesita, Él ya es feliz. Todo lo que necesitas es tomar conciencia de tus apegos, de las ilusiones y así estarás en camino hacia la libertad.
Las cosas son lo que son. No son mías, tuyas o de él. Son nuestras.
No has de apegarte a ninguna cosa, ni a ninguna persona, porque el apego es miedo, y el miedo es un impedimento para amar.
Cuando un arquero dispara simplemente por deporte, aplica toda su destreza. Cuando apunta hacia una diana de oro, queda ciego, pierde la razón, se deslumbra.
Su habilidad no cambió, pero sí el objetivo. Se preocupa más por ganar que por tirar. Y la necesidad de ganar lo vació de poder. La ambición quita poder.
La felicidad es tu esencia, tu estado natural y, por ello, cuando algo se interpone, la oscurece, y sufres por miedo a perderla. Te sientes mal, porque ansías aquello que eres. Es el apego a las cosas que crees que te proporcionan felicidad lo que te hace sufrir.
Lo malo es que la mayoría equipara la felicidad con conseguir el objeto de su apego, y no quiere ver que la felicidad está precisamente en la ausencia de los apegos, y en no estar sometido al poder de ninguna persona o cosa.
Si buscas ser feliz, procura no perseguir tus deseos, porque ellos no son respuesta para tu vida.
Apegarse no es más que proyectar el ego, el mío sobre el ego de alguna cosa.
Cuando retiramos lentamente las palabras "yo, mío, a mí" de nuestras propiedades, campos, ropas,
sociedad, país, religión, de nuestro cuerpo, de nuestra personalidad, el resultado es liberación, libertad. Deja que la vida sea vida.
Tú no tienes que impresionar a nadie, nunca más.
Si soltaras tus deberes, apegos, atracciones, obsesiones, predilecciones, inclinaciones, y si te desprendieses de todo eso, el amor apare.
Semillas Solares.
Se pueden tener deseos buenos? o todos los deseos son apegos.
ResponderEliminar