Nació en India y es fundador del Centro para la Salud Integral.
Reflexiones.
Se continúa resolviendo los problemas a nivel
superficial, no vamos
a las raíz del problema. Si vamos a la causa original, podemos sanar.
Expectativas y Poder.
Para comprender el tema del
poder y su origen, usa el modelo del preso y el carcelero, el preso perdió el
poder, es el esclavo; el carcelero es el amo, el bienestar del
preso depende de su carcelero.
Si bien hoy estamos en una sociedad que
calificamos de libre, de democrática, nuestro bienestar se encuentra a menudo
afectado, y siguiendo el modelo del preso y el carcelero, surge la
pregunta: ¿Quién es nuestro carcelero del cual depende nuestro
bienestar?
En el día a día, creamos nuestros propios carceleros
con nuestras expectativas, es posible verlo en el caso de una pareja. El, o
ella, crea expectativas con respecto a su pareja, si no se cumplen, afecta a su bienestar y afectará a su felicidad, eso es lo que muchos creen.
Las expectativas son deseos
profundos, inconscientes, es otra forma de dar poder al otro, creamos expectativas de las cuales dependemos. Generamos expectativas en
todo lo que nos rodea, en el trabajo, en la pareja, con los amigos, las relaciones, las propiedades...
En nuestras relaciones creamos expectativas con respecto al otro, dependemos de su comportamiento para satisfacernos, le
damos poder y renunciamos al nuestro. Si no tenemos poder, no
podemos ser libres. Nos surge la pregunta: ¿A quién le damos poder para que nos estropee el día?
Lo contrario de las
expectativas, es la aceptación. En la
aceptación vemos al otro plenamente, no con los ojos de nuestros deseos. Aceptar, nos hace libres.
La construcción de las expectativas.
Si
algo nos gusta, lo queremos, quiero que sea mio y una vez que lo tenemos, surge el
miedo a perderlo, surge la inseguridad. Y para compensar esa inseguridad, nos llenamos con más cosas, asi aparece la posibilidad de perder mas. Se genera
un círculo vicioso, una espiral sin destino, nos convertimos en una víctima más
grande.
Podemos reconocer
que la seguridad está en nuestro origen, es nuestra naturaleza, cuando no teníamos el deseo de poseer, no en
el destino de lo que poseemos.
La confusión comienza al cruzar la linea de lo
que me gusta a lo que quiero para mí. Es preciso reconocer que sólo podemos
ser depositarios de las cosas por un tiempo, pero no todo el tiempo, no para siempre, nadie es dueño de nada ni de nadie.
El secreto es disfrutar, apreciar sin poseer, apreciamos un día bello, con nubes que se alternan con azul puro, disfrutamos de una melodía.
Lo equivocado es poseer, apegarnos a lo que creemos que somos, a lo que creemos tener o creemos saber.
Aceptando el propio poder.
Cuando estamos en la confusión, siempre queremos cambiar el mundo pero, es a nosotros mismos a quienes tenemos que cambiar y eso lo hacemos trayendo claridad a
nuestra vida, con el compromiso de disfrutar, de ser dueños de nosotros mismos.
El mundo lo cambiamos desde nosotros, somos seres sociales, podemos encontrar una similitud con los rebaños, observamos que, si dos o tres cambian de dirección,
todos los demás también lo hacen.
Con pocas personas que cambien de
dirección, cambia la dirección
el resto del rebaño, cambia el mundo.
El apego
y la temporalidad.
Una forma de no apegarnos es tener muy claro
el fin, hacia dónde vamos, sostener esa claridad nos ayuda.
Los niños no tienen el concepto del futuro igual que los adultos, tienen sólo visión de
lo inmediato o a corto plazo. Sigamos siendo como los niños. Saber que todo es temporal, genera poder. Incluso, cada uno es depositario de un cuerpo, no es para siempre, incluso el espacio que habitamos, no nos pertenece, somos los invitados del Planeta Tierra.
El secreto es considerarnos a nosotros mismos
como viajeros permanentes. Nuestra alma es de naturaleza viajera.
La palabra depositario es profunda, es cuidar de aquello con lo que disfruto, cuanto más feliz soy, más cuido de aquello que la vida me ofrece.
Desapego y ambición.
Soltar las
expectativas, no implica no tener proyectos. Cuando disfruto de mi propia compañía, eso no es adicción ni apego, es que interiormente estoy lleno, pleno, satisfecho.
Ser
mi propio amo, implica elegir qué hago con mi vida, qué no deseo continuar haciendo, es amarme y amar a todos los seres, es respetar la vida en todas sus formas.
Pero solemos confundir aceptar con resignación y la resignación es
entregar nuestro poder.
Empezando el camino.
Todo viaje implica un pequeño paso, eso genera más y más pasos.
Al liberarnos y retomar nuestro poder, generamos más fuerza interior y a su vez, casi sin darnos cuenta, se va generando una onda expansiva que llega a más y más personas cada vez y podrás observar, cómo un mínimo gesto ha sido capaz de contagiar a tanta gente.
Brahmakumaris.
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