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4 de junio de 2013
SOMOS MUCHO MÁS QUE UNA ETIQUETA.
Ayer, reflexionando, en un momento fui consciente de que, continuamos definiéndonos de formas diferentes, usando todos los adjetivos posibles para describir, casi siempre, nuestro exterior, nuestro envoltorio o personalidad.
Continuamos poniendo etiquetas a casi todo, incluidos a nosotros mismos.
Cuando nos piden una descripción de nosotros, casi siempre mencionamos nuestro aspecto exterior: "Tengo el pelo de tal color, los ojos de color tal...," pero pocas veces, o ninguna, hablamos de nuestro interior.
A muchas preguntas contestamos por inercia, por costumbre y muy pocas veces, hemos reflexionado sobre el por qué lo hacemos.
Tenemos incorporados antiguos patrones que ya es hora de soltar pero, antes de soltarlos, es necesario verlos y aceptarlos para luego cambiarlos.
No hay que hacer grandes esfuerzos, son pequeños gestos que podemos ir incorporando en nuestra vida y así, dar paso a lo nuevo, a aquello que esté más en sintonia con estos tiempos que estamos viviendo.
No perdamos de vista que la palabra es energía, es sonido, lleva la carga energética de su significado, de lo nombrado, de la emoción con la que la ha impregnado la persona, una intención y la suma del egregor al cual se encuentra unida.
Cada palabra es un mundo por sí sola.
Algunos ejemplos cotidianos en los que, casi todos, contestamos de la misma manera a diversas preguntas y podemos reconocernos en más de una.
A la pregunta: "Hola, ¿Quién eres?" contestamos: "Soy María".
¿Sería mas apropiado contestar: "Me llamo María"?
No eres María, el nombre es una herramienta que te han dado para nombrarte pero, no eres tu nombre.
A la pregunta: "¿En qué trabajas?" contestamos: "Soy camionero".
No eres camionero, en realidad, estás trabajando como camionero.
A la pregunta: "¿De dónde eres?" contestamos: "Soy de Nepal".
No eres Nepal ni perteneces a Nepal, has nacido en Nepal.
A la pregunta: "¿Cómo estás o qué te parece...?" contestamos: "¡Bueno, no está tan mal!".
Si lo que queremos es contestar simplemente "Bien"... ¿Por qué usamos dos palabras con connotaciones negativas para decir algo positivo? (La palabra no y mal).
Cada uno puede encontrar muchos ejemplos más siendo consciente de cómo habla y escuchando las respuestas de otras personas.
Usamos frases hechas para comunicarnos y en ocasiones, de una forma muy sutil, nos restan poder, nos condicionan o nos mantienen unidos a la carga energética que generan y aún, no sintiéndonos cómodos con ellas, continuamos usándolas.
Algunas veces he reflexionado sobre el tema de querer hacernos sentir que somos el país en el que hemos nacido, que pertenecemos a él o el querer despertar en nosotros el sentimiento de patriotismo.
¿Por qué estar en deuda con el lugar donde hemos nacido?
Entonces, ¿Qué ocurre con las personas que nacen en un barco o en un avión y se les adjudica la nacionalidad del país por donde se está navegando o volando al momento de nacer? También está el ejemplo de personas que han nacido en un país determinado y a los pocos meses, su familia los ha llevado a vivir a otro.
Es posible que nunca hayan estado en el país de nacimiento o hayan estado unos pocos meses, que no sientan afinidad por él pero, sin embargo, se les pide lealtad o incluso, es posible que sean llamados para "defenderlo" en alguna guerra o que estén obligados a votar para elegir sus presidentes.
En estos casos, los lazos de unión o de identificación con el país son escasos o nulos.
¿No es incoherente? ¿A quién beneficia realmente, al individuo o a las instituciones?
Somos mucho más que unas etiquetas, somos libres, podemos tomar decisiones propias, no pertenecemos a un lugar, podemos escoger dónde y cómo vivir sin condicionarnos por algunas etiquetas que nos han puesto.
La vida te llevará hasta el lugar perfecto para ti, aquel que reúna todo lo necesario para que puedas desarrollarte plenamente, aquel que esté en sintonía contigo.
No estás en deuda con nadie.
Si aún así, decides pertenecer a algo, que ese "algo" seas Tú, tú escoges en cada momento cómo vivir, qué profesión quieres desarrollar incluso, tienes la opción de cambiar el nombre que han escogido para tí por otro con el que te sientas más a gusto.
Puedes cambiar de nacionalidad, de profesión, de nombre, puedes cambiar todo aquello que desees, no estás atado a nada ni a nadie, eso forma parte de una falsa ilusión, de una absurda estrategia de poder.
Las etiquetas sirven para identificar algo o alguien pero, que cada uno pueda elegir con qué se identifica libremente, siempre será un acto que te lleva a recuperar el poder personal.
Como siempre, tú eliges.
Semillas Solares.
Así me lo han dicho.
Qué buena reflexión, nunca lo había visto de esta forma, repetimos como loros sin prestar atención. Hay tantas cosas que podemos cambiar pero no podemos hacerlo hasta que no nos demos cuenta. Estaré más atenta. Gracias. Tere.
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