La activista y física hindú es la impulsora de la campaña "Libertad de las Semillas" y continúa denunciando el peligro de los transgénicos.
Shiva arremete contra la “dictadura de Monsanto”, pero incita a los ciudadanos a no conformarse con la protesta, “Lo más revolucionario en estos tiempos que corren, es tener un huerto”.
A través de la organización Navdanya, Shiva promueve la creación de bancos de semillas como actos de resistencia ante “la destrucción ecológica y biológica”.
¿La semilla es la metáfora?
La semilla es la fuente de vida. Cada vez que hablamos de crear algo nuevo, hablamos de las semillas. Y la libertad es lo más esencial. La semilla ha de tener libertad para reproducirse a sí misma y multiplicarse. Estamos hablando de un bien común, como el agua o el aire, no de algo que pueda patentarse o por lo que puedan cobrarse royalties. Es este sentido, efectivamente, la lucha por la libertad de las semillas es una metáfora de muchas otras luchas en estos tiempos que corren. Las libertades fundamentales son la base de nuestra sociedad, y qué libertad más fundamental que la de las semillas, que son el origen de la vida...
¿Hasta qué punto la cuestión de los transgénicos se ha convertido en una lucha por el control? ¿Acaso los posibles efectos en el medio ambiente y la salud han quedado de lado?¿Cuál es el objetivo de la campaña Seed Freedom con la que recorre estos días el mundo?La semilla es la fuente de vida. Cada vez que hablamos de crear algo nuevo, hablamos de las semillas. Y la libertad es lo más esencial. La semilla ha de tener libertad para reproducirse a sí misma y multiplicarse. Estamos hablando de un bien común, como el agua o el aire, no de algo que pueda patentarse o por lo que puedan cobrarse royalties. Es este sentido, efectivamente, la lucha por la libertad de las semillas es una metáfora de muchas otras luchas en estos tiempos que corren. Las libertades fundamentales son la base de nuestra sociedad, y qué libertad más fundamental que la de las semillas, que son el origen de la vida...
El planeta vive en un momento crítico, no se lo vamos a descubrir a nadie. Y si en un momento de colapso económico y ecológico convertimos a las semillas en “propiedad intelectual”, corremos el riesgo de perder todas las otras libertades, empezando por la alimentación, que es lo más básico. Si todas las semillas las tenemos que patentar en Bruselas, se acabó la libertad: así de simple. Por eso es importante salir a la calle estos días y hacer oír nuestra voz. Nuestra soberanía alimentaria es lo que está en juego, y no podemos quedarnos cruzados de brazos.
Lo que mueve realmente a la gente, la lucha de fondo, es siempre por el control. Lo hemos visto también en las batallas por el agua. Las semillas deberían ser como el agua o el aire, nadie debería tener derecho a patentarlas. Los efectos en la salud y en el ambiente que pueden tener los trasgénicos nos siguen preocupando, obviamente.
Pero lo más tangible hoy por hoy es el control antidemocrático desde lo más básico, que es la semilla. Entre cinco compañías controlan el 75% de las semillas. Y Monsanto se ha convertido en el símbolo de la dictadura, la dictadura alimenticia, forzando a la gente a tomar productos modificados genéticamente. Existe un esfuerzo global por parte de las multinacionales de imponer ese consumo en todos los países, incluso en los que hasta ahora se resistían.
Y también una campaña orquestada por promover la confusión y la ignorancia entre los ciudadanos.
¿Y qué pueden hacer los ciudadanos, más allá de expresar su protestas y mirar muy cuidadosamente lo que compran en el mercado?Usted lleva tiempo aireando el drama oculto de los suicidios de campesinos en India. ¿Qué relación existe realmente entre lo que está ocurriendo y la introducción de los transgénicos?
Las deudas y las reformas estructurales de los últimos 15 años nos han llevado a esta situación. Cada treinta segundos se suicida un agricultor en mi país.
En Bengala Occidental, hemos pasado de 51 suicios en el 2001 a 3.000 en el último año. Y detrás de todo esto, insisto, están las tres falacias en las que se apoya la propaganda de los transgénicos: combaten el hambre, nos liberan de los pesticidas y traen riqueza a los agricultores. La evidencia es muy clara, pero la ciencia está siendo también tergiversada por uno intereses muy claros.
Y también los medios, y todo eso influye finalmente en eso que llamamos opinión pública.Hoy en día, cultivar un huerto es el acto más revolucionario en los tiempos que vivimos. Porque es una expresión de las posibilidades y el potencial de cada uno.
Aprender a cultivar al menos una parte de tus alimentos es revolucionario. Te garantizas tu propia comida. Y de paso te procuras tus propias semillas. Cultivar un huerto es al mismo tiempo un acto de libertad y de esperanza. Una manera de decir: NO.
Las deudas y las reformas estructurales de los últimos 15 años nos han llevado a esta situación. Cada treinta segundos se suicida un agricultor en mi país.
En Bengala Occidental, hemos pasado de 51 suicios en el 2001 a 3.000 en el último año. Y detrás de todo esto, insisto, están las tres falacias en las que se apoya la propaganda de los transgénicos: combaten el hambre, nos liberan de los pesticidas y traen riqueza a los agricultores. La evidencia es muy clara, pero la ciencia está siendo también tergiversada por uno intereses muy claros.
Y también los medios, y todo eso influye finalmente en eso que llamamos opinión pública.Hoy en día, cultivar un huerto es el acto más revolucionario en los tiempos que vivimos. Porque es una expresión de las posibilidades y el potencial de cada uno.
Aprender a cultivar al menos una parte de tus alimentos es revolucionario. Te garantizas tu propia comida. Y de paso te procuras tus propias semillas. Cultivar un huerto es al mismo tiempo un acto de libertad y de esperanza. Una manera de decir: NO.
Carlos Fresneda.
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