Laurie Anderson, artista, meditadora y esposa de Lou Reed, escribió en la revista Rolling Stone una descripción sobre cómo vivió la muerte de su marido de una belleza extraordinaria.
Ambos eran estudiantes de Yonge Mingur Rinpoche, una conocida lama, y que habían seguido las enseñanzas budistas sobre la preparación para la muerte y sobre que hacer cuando uno de los cónyuges tiene una enfermedad terminal.
Después de que Lou Reed enfermara de cáncer de hígado y de otras enfermedades, Anderson escribe: “Tratamos de entender y aplicar las enseñanzas de nuestra maestra Mingyur Rinpoche: “Tienes que aprender a sentirte triste sin sucumbir a la tristeza”. "No reprimas las emociones pero que ellas no te atrapen ni te dominen".
“Cuando su muerte era ya inminente, Lou dejó el hospital y volvió a casa. Como meditadores, nos habíamos preparado para el momento de su partida, cómo mover la energía desde el vientre, subirla al corazón y de ahí hacia fuera a través de la cabeza para liberarla.
Nunca he visto una expresión con tanta dulzura y serenidad como la que tenía Lou mientras moría. Sus manos estaban haciendo un movimiento de Taichi, el del “agua que fluye”. Sus ojos estaban muy abiertos. Tuve entre mis brazos a la persona que más amaba en el mundo, y estuve hablando con él mientras moría.
Su corazón se detuvo. El no tenía miedo. Estaba sereno. Pude caminar con él hasta el final del mundo. Pude ver la vida, tan bella, dolorosa y a la vez deslumbrante en su máxima expresión.
Ese fue un regalo amoroso por su parte, mostrarme que la muerte también puede ser bella.
¿El propósito de la muerte? Creo que el propósito de la muerte es la liberación del amor, ya nada puede impedir que se exprese con absoluta libertad”.
“En este momento me siento plenamente feliz. Estoy muy feliz de la forma en que vivió y murió, de su increíble fortaleza y de su gracia. Estoy segura de que regresará a mí en sueños y que en ellos parecerá estar vivo de nuevo.
De repente me doy cuenta de que estoy aquí sola, de pie, asombrada y agradecida. ¡Qué extraño, emocionante y milagroso es el hecho de que hayamos podido ayudarnos el uno al otro a evolucionar, que hayamos podido amarnos tanto a través de nuestras palabras, nuestra música y la realidad de nuestras vidas, incluso hasta en la muerte”.
Helena Barquilla. Dokushô Villalba
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