Es difícil explicar la naturaleza esencial del cinturón de fotones, compuesto por una docena de bandas de luz de excepcional intensidad, porque no es sólo un lugar físico, sino que tiene muchas otras connotaciones internas.
Oficiosamente entramos en él poco antes del paso del milenio, y cada una de las bandas ha realizado, realiza o realizará en estos próximos años, un trabajo específico sobre la tierra y el sistema solar. La luz que nos llega desde este cinturón está compuesta por frecuencias muy altas y tiene un enlace directo con la llama de la ascensión.
Cada trece mil años (sucede dos veces, al ir y al volver, en una órbita de nuestro sistema solar alrededor del sol central, que ocupa veintiséis mil años) pasamos por este lugar y en cada vez se produce una transformación y sutilización de todas las energías que pululan por la superficie de nuestro planeta.
Llevamos desde el año ochenta y siete recibiendo energías intensas de este cinturón en los solsticios y equinoccios, y especialmente desde el año noventa y ocho, en que comenzamos a sumergirnos en él hasta el punto de quedar inmersos en sus energías de limpieza planetaria. Nos está preparando para el paso y la ascensión a la quinta dimensión, y ésta es la causa de que cada uno debamos sintonizar nuestra conciencia individual al cambio. Ya no hay marcha atrás. Hemos atravesado la primera banda del cinturón de fotones y se han producido muchas metamorfosis en estos últimos años.
Cada uno tiene que elegir si quiere pertenecer a esa nueva raza humana que acompañará a la tierra en su ascensión, ganando la inmortalidad y compartiendo colectivamente los logros de la quinta dimensión.
Los que no den este paso, serán barridos por esta ola dimensional y permanecerán en tercera por otra eterna ronda de encarnaciones. Muchas gentes se resisten a la elevación de la tasa de luz que respiramos con cada aliento (no quieren enfrentar sus miedos ni sus creencias limitativas), y muy pronto tendrán que abandonar sus cuerpos físicos para salir definitivamente de esta tierra a otro destino lejano que ha sido preparado para ellas.
Así podrán seguir disfrutando de sus guerras, sus dependencias, sus limitaciones, sus desigualdades… Ya hoy son un grave obstáculo para que la humanidad como un todo logre realizar su destino para el mayor bien de todos nosotros. Incluso habrá quienes elijan hacer esta transformación desde el otro lado del velo y ésta es una opción tan válida como la de permanecer en cuerpo sobre la tierra.
Quien más y quien menos ya tiene síntomas de los cambios que se están produciendo a nivel celular y genético, en sus cuerpos físicos, energéticos y emocionales. Muchas molestias, vértigos, mareos, palpitaciones, presiones, fatiga, dolores en las articulaciones, visión borrosa, insomnio…
Las emociones negativas y ciertas maneras de pensar están saliendo a flote para ser transmutadas, deben partir porque no pueden acompañaros en este viaje, y se extiende una sensación general de confusión y como de enfermedad sin causa. Nada de todo esto puede atravesar la frontera de ingreso en la quinta dimensión, la casa del padre, así que es hora de dejarlo a un lado para siempre.
Nadie puede evitar la luz que llega desde el cosmos. Nuestra libertad es utilizarla en el camino de la expansión espiritual, el rejuvenecimiento físico y la resurrección de la carne, que antecede a la ascensión hacia una nueva tierra de amor divino, abundancia, belleza y paz.
Los que caminan como muertos vivientes no quieren saber nada de esto, y tan sólo desean continuar con sus aburridas o agresivas vidas sin que nada cambie. Pero ya no se puede seguir viviendo así, ahora quedarse exige un compromiso activo de la conciencia en el proceso de la ascensión. Hay que despertar a la conciencia crística y unir la luz y la oscuridad en nuestros corazones.
Aquí no hay loterías, así que por medio de la suerte o la casualidad nadie puede entrar en la mansión de los cielos.
Emilio Fiel.
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