Siglo tras siglo, el hombre ha creado a Dios a su propia imagen, y por eso los dioses de los templos están hechos con formas humanas y corresponden a los ideales humanos. De este Dios antropomórfico dijo Nietzche, que era tan ridículo que ya no servía para que la conciencia humana siguiera desarrollándose.
Si queremos que el hombre continúe su maduración, necesita de un dios más maduro.
Toda la existencia rebosa divinidad pero no hay nadie encima controlando esta inmensa creatividad divina.
La roca, el árbol, la cascada, el pájaro, el viento palpitan con el espíritu y son nuestra familia, pero adorarlos como expresión de Dios sería ridículo. La gente siempre está bajo el mando de su personalidad inferior, dominada por los límites, las creencias y las normas sociales.
Toda la existencia rebosa divinidad pero no hay nadie encima controlando esta inmensa creatividad divina.
La roca, el árbol, la cascada, el pájaro, el viento palpitan con el espíritu y son nuestra familia, pero adorarlos como expresión de Dios sería ridículo. La gente siempre está bajo el mando de su personalidad inferior, dominada por los límites, las creencias y las normas sociales.
Esto es baqa para el sufismo, el trabajo por iluminar esta personalidad que te define y estructura. Pero cuando saltas al otro lado, cuando la mente se detiene y eres uno con todo lo demás, tu estado es fana, vives disuelto en Dios y no hay definición posible para tu estado.
Si eres un Cristo, Dios será el amor, si eres un Buda será la pura conciencia, y si eres un maestro de aikido será la energía desbordante. Hay un ritmo para ir de un estado a otro y bascular entre la forma y lo informe, entre el cubito de hielo y el agua que fluye, entre el místico y el maestro.
Es hora de rectificar errores y comprender que no se puede pensar en Dios sólo cuando estás enfermo, cuando te roza la muerte, en la depresión, y luego olvidarlo cuando estás feliz o enamorado. Es al revés: Dios está más cerca de la no mente, Dios es felicidad y alegría fluyendo sin descanso. Si tú no estás, Dios está. Si eres un Cristo, Dios será el amor, si eres un Buda será la pura conciencia, y si eres un maestro de aikido será la energía desbordante. Hay un ritmo para ir de un estado a otro y bascular entre la forma y lo informe, entre el cubito de hielo y el agua que fluye, entre el místico y el maestro.
No es un padre como dicen los cristianos, ni una madre como quieren las mujeres que están despertando a su propio poder, ni siquiera un amante como diría el tantra. Dios, el espíritu, es la energía cósmica, ni un sujeto ni un objeto (una piedra sagrada de un meteorito, la cruz o el grial). Algo en proceso continuo, cambiando mientras nosotros cambiamos, alimentándose y aprendiendo de nuestras propias experiencias. No alguien que controla el futuro y que ya lo tiene definido, sino alguien que crea el futuro con nuestras propias manos.
Emilio Fiel.
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