Matthieu Ricard, el monje budista francés - nepalés, que cambió la ciencia por la espiritualidad, habla sobre el entrenamiento mental que se necesita para ser feliz.
Es biólogo, investigador en genética, fotógrafo y monje budista, nos habla desde la sencillez, la calma y la alegría de quien es feliz en todos los aspectos de su vida, debido a que ha logrado traspasar las carencias y sufrimiento que llevan a la mayoría de las personas a ser infelices.
Es biólogo, investigador en genética, fotógrafo y monje budista, nos habla desde la sencillez, la calma y la alegría de quien es feliz en todos los aspectos de su vida, debido a que ha logrado traspasar las carencias y sufrimiento que llevan a la mayoría de las personas a ser infelices.
Sin bienes materiales y sin pareja desde los 30 años, fue monitorizado, estudiado científicamente y declarado por científicos de la Universidad de Winsconsi como el “hombre más feliz del mundo”, ya que su cerebro presenta una gran actividad asociada al bienestar y las emociones positivas.
Lleva más de 40 años dedicado a la práctica contemplativa budista, viviendo en la India, Bután, Nepal, Tíbet, pero también recorriendo el mundo para promover proyectos humanitarios, el bienestar y la felicidad.
Lo particular que tiene este hombre es que, al ser un científico y monje, es capaz de hacer reflexionar hasta el más racional e incrédulo sobre los beneficios que tienen las prácticas espirituales.
¿Por qué? Pues es la prueba viva de que la meditación funciona para alcanzar estados de bienestar y felicidad constante. Su secreto está en un entrenamiento mental a través de la meditación, la que con paciencia, logrará reducir y hasta suprimir los pensamientos y emociones negativas o verlos desde una perspectiva diferente en la que ya no nos identificamos con ellos.
Menciona lo importante que es el nivel de conciencia que hay que alcanzar.
“Las emociones duran segundos, pero tenemos la tendencia a rumiarlas y su repetición crean estados de ánimo que después por acumulación, llegan a convertirse en rasgos personales”, explicó.
Por eso propone cambiar la emoción o pensamiento negativo por uno positivo, para neutralizarlos, ya que ambos a la vez son incompatibles y agrega, que la neurociencia y la neuroplasticidad han comprobado el impacto que tiene este entrenamiento mental en las personas. Y no se trata de no enojarse ni ser pasivo frente a las injusticias, sino de estar en un estado de bienestar y felicidad consciente.
La idea es no identificarse con la emoción y entender que uno no es ni la angustia, ni la ansiedad, ni el sufrimiento.
“Mira siempre lo que te sucede con el ojo de la conciencia y te darás cuenta de la emoción que está ahí y luego, ésta empezará a perder fuerza y de manera natural se va a desvanecer. Si lo haces una vez, dos, tres y cuatro veces la tendencia de esa emoción destructiva, irá bajando su intensidad hasta desaparecer”.
Se trata de cultivar las cualidades más valiosas y las otras, disminuirlas. Para eso, se requerirá esfuerzo, y mucha práctica pero, sólo al principio, luego surgirá de forma natural.
La felicidad es un “tesoro escondido en lo más profundo de cada persona”, que para alcanzarla, se necesita entrar en contacto con el mundo interior a través de la meditación y luego en lo cotidiano, mantener una fuerza de voluntad, porque la felicidad no tiene que ver con bienes materiales, poder o belleza.
El País.
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