En Valencia, España, han decidido pasar a la acción.
Cultivan huertos urbanos, extienden los pulmones verdes a las terrazas, difunden alimentos ecológicos cultivados en la zona, aprovechan lugares abandonados para crear vida y así , cada día más y más, se suman a esta corriente solidaria, respetuosa con el medio ambiente y crítica con el contexto económico.
"Somos vecinos interesados en poner en marcha un sistema de consumo alternativo, respetuoso con el medio ambiente, ecológico, sostenible, social, que fomente relaciones directas entre productores y consumidores, elimine intermediarios e impulse el desarrollo rural de nuestro ámbito geográfico".
Documentan el interés vecinal para participar en este proyecto. Se pregunta por el tipo de producto en el que los ciudadanos estarían interesados en producir, compartir, difundir y/o consumir (locales, ecológicos, de temporada, certificados).
Se abre un espacio de colaboración mutua, se buscan personas que estén dispuestas a dedicar un par de horas semanales a la iniciativa de forma altruista.
Los barrios de las ciudades se muestran cada vez más comprometidos en potenciar la producción local y autóctona y facilitar la relación entre ciudadanos y el autoabastecimiento, sin intermediarios ni encarecimientos de los productos.
La característica común es que se autogestionan y se estrechan lazos sociales.
Las ciudades se hacen de ciudadanos y éstos están emprendiendo un camino de conciencia y responsabilidad con el entorno.
Están lanzando un claro mensaje.
Se están preparando para ser cada vez más autosuficientes, responsables con la Naturaleza y potenciar el espíritu de grupo, siempre enfocado en el bien común.
Sott.
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