17 de abril de 2015

TENER LA VALENTÍA DE SANARNOS. JEFF FOSTER

El sanar no siempre se ve o se siente bien, a veces no parece nada agradable o amable.
El verdadero sanar implica la reapertura de viejas heridas para que puedan ser bañadas con amor.
Uno de los mitos que hemos heredado de nuestra cultura es que, en la sanación, nos deberíamos  'sentir muy bien'. ¡No! 
A veces nuestra incomodidad aumenta y se intensifica conforme la oscuridad sale hacia la luz. 
El dolor no está mal, no se trata de un error. El dolor realmente podría estar indicando que nuestro proceso de sanación se está acelerando y no estancando,
que en realidad estamos más despiertos y sensibles que nunca, más profundamente conectados con el aquí y el ahora, y que estamos menos dispuestos a darle la espalda.
Está la tendencia en nuestra cultura de evitar el sufrimiento, de alejarnos de él, de etiquetarlo como 'equivocado' o 'negativo' y que es necesario medicarlo para deshacernos de él. 
Gran parte de nuestra medicina occidental está orientada a la eliminación de los síntomas, a calmar la incomodidad, a adormecer el caos y a dirigirnos hacia una idea socialmente aceptable de 'normalidad'.
Pero a veces, ¡simplemente ya no tenemos ningún interés en 'volver a la normalidad'! ¡Lo 'normal' era el problema, no la solución! El estatus quo necesitaba cambiar. Era completamente inestable y falso. 
A veces, nuestra 'normalidad' necesita romperse en el caos y la crisis; el dolor, la tristeza, la frustración, el cansancio y las dudas necesitan ser sentidos más plenamente que nunca, el corazón tiene que abrirse aún más.
El sufrimiento no es un castigo de un dios sentencioso, tampoco se trata de un error, ni es la evidencia de nuestro fracaso o ignorancia no iluminada, sino una enseñanza espiritual profundamente viva.
Considera la posibilidad de que dentro de tu sufrimiento hay una invitación: a dejar ir, para despertar del sueño y abrazar la vida con todo su asombro, para enamorarte del sitio en donde te encuentras en este momento. Para ser aquí, ahora. 
Para salir de la historia del pasado y el futuro, y ponerle atención al momento presente, en donde estás parado. Para apreciar lo que tienes. Para descubrir tu verdadera vocación.
Deja que los vientos soplen, deja que la tempestad ruja, deja que todo lo falso se purifique, ¡permite que la vida estalle allí, justo donde estás! 
Tan sólo estás siendo invitado a una más profunda sanación, aunque se sienta como dolor, aunque el corazón se sienta frágil y en carne viva, aunque seas incapaz de ver todavía algún mañana.
- Jeff Foster


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