Esa cualidad sacra y el sentido místico atribuido a estos hábitats naturales, conocidos como bosques sagrados, ha permitido conservar un patrimonio que, de otro modo, tal vez se habría perdido.
Se trata de una expresión de respeto hacia la naturaleza que constituye uno de los grandes retos de la humanidad en el momento actual: la preservación de la biodiversidad del planeta.
El ser humano ha establecido antiguamente, una profunda conexión con el entorno en el que ha habitado. En Europa, por ejemplo, los bosques tenían una presencia importante en la visión del mundo escandinavo; también los pueblos Germánicos, los Bálticos y sobre todo los Celtas, desarrollaron una relación espiritual compleja con los bosques y en especial con los árboles, a los que daban un carácter sagrado.
Los bosques sagrados de la India, conocidos como Kavu son unos 14.000, están dispersos por todo el país y constituyen santuarios de flora y fauna en peligro de extinción.
Cada bosque está relacionado con una deidad, la mayoría de ellas pertenecientes al hinduismo, aunque también existen bosques sagrados de culto islámico y budista.
En ellos está prohibido cazar y talar árboles, lo que ha permitido conservarlos.
Ante el auge de la urbanización y la explotación forestal, diversas organizaciones no gubernamentales han conseguido una legislación protectora para ellos.
La selva del Amazonas, considerada el gran pulmón de la Tierra, con sus cerca de 6 millones de kilómetros cuadrados, es el bosque tropical más extenso del mundo.
En su interior viven algunas tribus que mantienen casi intactas sus costumbres y que profesan una gran veneración por la naturaleza.
En la década de 1980, organizaciones no gubernamentales alertaron de un alarmante aumento de la deforestación.
Autoridades nacionales e internacionales tomaron medidas para protegerla; la tala masiva se frenó en alguna medida, pero el reto de su conservación sigue siendo una de las prioridades de los pueblos indígenas amazónicos.
Los bosques sagrados en Japón suelen estar asociados a los santuarios sintoístas, que en sus creencias incluyen el respeto hacia los Kami, los espíritus que habitan en la naturaleza.
Uno de los más conocidos es el bosque sagrado del parque nacional Ise-shima.
Aunque parte del bosque fue objeto de deforestación hasta 1926, se inició un proceso de recuperación con la plantación de cipreses japoneses, conserva 90 originales que se han preservado desde la construcción del santuario, en torno al s. IV a.C.
La organización WWF sostiene que el 80 % de las ecorregiones más ricas del mundo están habitadas por comunidades indígenas.
De manera indirecta, este dato pone de manifiesto el importante papel que han desempeñado sus valores y cuidando como sagrados, a los bosques y sus ecosistemas.
La necesidad de proteger los recursos del planeta llevó a la elaboración en 2008 de un informe en el que defendían las creencias indígenas como un pilar de la sostenibilidad y recomendaban apoyarse en sus conocimientos tradicionales para manejar los recursos del planeta.
Los bosques sagrados y en especial, los árboles, simbolizan a menudo los vínculos entre el mundo espiritual y el presente en numerosos pueblos del mundo.
En África consideran a los árboles la unión entre el cielo y la tierra, el árbol se asocia con la creación, con la madre y como un gran ser proveedor de alimento y de medicinas y el bosque, como su morada, es un lugar de sabiduría.
Una forma de actuar que permite tomar conciencia de la importancia de influir en el medio ambiente para mejorarlo; algunas sencillas prácticas domésticas pueden contribuir a ello:
- Respetar el planeta. Hay que ser conscientes de que el planeta es un lugar compartido por todos los seres vivos.
- Reciclar y reutilizar. Evitar al máximo los productos de usar y tirar y elegir materiales biodegradables.
- Moderar el consumo de recursos energéticos para mejorar la sostenibilidad.
- Utilizar medios de transporte no contaminantes.
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