22 de mayo de 2015

LOS EXCESOS DEL DESPERTAR. DANIEL MEUROIS

Una crónica de Daniel Meurois

Hace más de 30 años, cuando empecé en el llamado mundo de la espiritualidad, me imaginé un montón de cosas...

En pocas palabras, estaba convencido de entrar en un entorno de excepción donde prevalecía la ética, se cultivaban los mejores valores humanos y donde el nivel de conciencia era necesariamente por encima de la media y por lo tanto, se ponía al servicio de los demás.

Y cuando hoy contemplo todos estos años pasados, me digo que fue mi compromiso y los viajes los que me hicieron conocer a personas de excepción... hermosas almas, que aman la bondad y la pureza también. 

Las almas que me hicieron creer en la humanidad y promovieron - a menudo sin saberlo - para seguir en mi camino.
Pero cuando avanzo un poco más en este recuerdo, me doy cuenta también de que estas almas no necesariamente pertenecían a las llamadas "esferas espirituales". 
Eran sólo hermosas almas generosas y de sonrisas verdaderas. De las almas sin ¨doble fondo¨, como me gusta decir.
Francamente, es principalmente de ellos de quienes me acuerdo aún hoy, muchos años después y que continúan ocupando mi mente y mi corazón. 
La ausencia de contención, es algo raro y respetable en el ser humano.
Ellos ignoraban una cantidad de cosas y, probablemente, era mejor así, porque podían ser ellos mismos de forma natural.

Ahora les diré el fondo de mi pensamiento... aunque sé de antemano que no gustará a todo el mundo.
Llevo mucho tiempo un poco cansado del mundo que dice ser espiritual.
¿Por qué? 
Debido a todas las tendencias que confunden y que decididamente no son unas más espirituales que otras. 
Porque, al igual que los otros, que se califican de profanos, también tienen a sus dictadores, a los dormidos, los mentirosos y los comediantes. 
Porque, como en cualquier otro lugar, encuentro muy a menudo la inconsciencia y la maldad, incluso con regularidad.
Pero no te preocupes... ¡Mi intención no es una crisis de amargura!
Todavía soy un amante de la vida y estoy muy confiado en el potencial de la luz que llevamos en nosotros.

Sólo trato de decir que cuando pretendemos ocuparnos del florecimiento de la conciencia, tenemos que estar más atentos y más exigentes hacia uno mismo que hacia los demás.
Porque nuestras preocupaciones no son suficientes para hacer de nosotros mejores seres humanos, que ello no nos hace pertenecer a una especie de élite y mucho menos ser candidatos para la ¨ascension¨.

El orgullo, la pretensión y la arrogancia son muy insidiosos en los ¨medios de la espiritualidad¨.
Yo diría que incluso demasiado por los llamados ¨iluminados¨. 
El espíritu que descubre su vida, a menudo es sólo un ego que explota...

En este tipo de contexto, más bien raro, es que no hay humildad. 
Y es que observando constantemente, presencio que abundan los maestros improvisados y dadores de lecciones sin experiencias.
¿Cuál es la razón de todo esto? 
Me parece que es lo que yo llamo "Los excesos del despertar". 

Estos son una especie de sofocos que experimenta el alma humana cuando comienza a fermentar, es decir, cuando de pronto aspira a crecer y a adivinar aquello que la habita.
Se trata de una crisis, aparentemente difícil de sortear y a través de la cual todos pasamos sin duda en un momento u otro de nuestra evolución. 
Una crisis patética ya que, quienes la pasan, se centran en sus ¨Mis - Yo¨ para denunciar con suficiencia la dualidad y la parte ilusoria de nuestro mundo... por supuesto, descodificando su vanidad. 
Una crisis que finalmente alcanza el nivel de una epidemia en estos años de agitación general que son los nuestros.

Si me permito evocar tales observaciones hoy, no es para lamentarme o tirar piedras a nadie en particular puesto que, al igual que el cuerpo, la conciencia debe pasar por las crisis de la adolescencia. 
Si abordo este tema, es para responsabilizarnos todos, es por simplificar.
Es para ser menos propensos a querer jugar roles que no somos capaces de mantener. Esto es para que haya un menor número de globos que se inflen a los vientos. 
Esto es para que, finalmente, recurramos al sentido común.

Hablé antes de simplicidad... 
¿No vemos que ya tenemos todo lo que nuestro corazón necesita?
Simplicidad implica espontaneidad, generosidad, bondad, magnanimidad, amor... lo que sin embargo no significa ¨dejar todo y alzar las velas a los vientos¨.
La simplicidad del alma, yo lo veo como un reflejo de la verdad suprema que vive en nosotros, pero que estamos buscando por todas partes.

Personalmente, no estoy interesado en saber lo que los maestros de Shambhala comen en invierno, ni qué nivel de vibración soy, ni en qué puntos de la tierra bajará la flota Galáctica para llevarnos a nuestro planeta de origen.
Todo esto es para decir - o mejor dicho, para reiterar que mientras nuestro mundo se está agrietando, es urgente darse cuenta de que ha llegado el momento de ser humildes y verdaderos.
Definitivamente nos daremos contra un muro si no expresamos lo que hemos comprendido e integrado, con coraje, visión, confianza y alegría... por supuesto.
Daniel Meurois.


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