24 de marzo de 2015

LA DANZA DE LA PRIMAVERA.

El mundo comienza la danza que se manifiesta después de la calma. 
Todo se agita, cruje, vibra, se excita, palpita, se menea, se estremece o  se sacude. 
Lo que vive pone delante de la inmensidad de la naturaleza un signo de presencia positivo. Un deseo de vivir, de crecer y enamorarse surca el universo. 

¡Ha llegado la primavera! 
La única estación del género femenino, la fuerza de la vida que empuja a los seres vivientes al movimiento.

La que pone en danza no solo el entorno, sino nuestros sentidos, que mezclan sus percepciones: de pronto huele a verde, hay luces que cantan, sonidos que producen cosquillas. Los sentidos, se sobreexcitan como el vaivén inacabable del mar, el temblor de la montaña, el colorido de los parques o el traqueteo de nuestras feromonas y testosterona.
El tiempo de madera. 
La primavera es el triunfo del mundo vegetal de lo que constituye y conforma su fuerza, potencia y  energía: la madera. La necesidad de vivir y crecer es su característica primordial. Se la encuentra en los sitios más inverosímiles, brota en cualquier muro viejo, aparece en un desierto después de esconderse durante años, o germina en las semillas que han dormido ocho milenios en una tumba egipcia. 
Así sucede también en el ser humano, cada uno de nosotros posee una forma, fuerza y energía afirmativas, especiales e irrepetibles. Y como las plantas nacemos con una necesidad de reproducirnos, de dar pie a la vida y afirmarla con nuestras acciones.
Abundan más las plantas que sanan que las venenosas, son nuestra primera farmacia. Cuando están en un campo poseen un alto sentido de cooperación y comunidad, en un vive y deja vivir ejemplar. 
Es tiempo de ser adaptables y flexibles preservando nuestra vitalidad. Cualidades que producen armonía tanto en sociedad como en solitario. 
Por último, el tiempo de madera es el de la organización que permite la expresión eficiente de la energía que se desata en primavera. Por eso es importante ordenar y distribuir nuestra energía de manera que podamos utilizarla más eficazmente para llegar lo antes posible a nuestro propósito de vida, a esa vocación para lo cual somos llamados. La distribución comporta el almacenamiento: recolectar, juntar, eliminar y retener información que luego estará preparada para su utilización. Lo cual no debe confundirse con controlar. Quien controla impone, somete y pierde la espontaneidad de los dones que se le ofrecen.
Movimientos espirituales de la primavera: Purificación, atención y sintonía.
Con la llegada de la primavera, iniciamos el proceso de purificación, nos desintoxicamos del invierno. Su objetivo es la depuración y la limpieza interior para iniciar la nueva etapa con los sentidos aguzados y atentos.
Estar atento precisa, por una parte, la labor de reconocimiento de quienes somos y adonde vamos, aquello que nos hace felices a nosotros y a los demás. Y por otra, la observación y el intercambio con el entorno como acto de amor, que es el que cohesiona a la naturaleza. 
Fragmentos de Gerard Arlandes.


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