Lo que no suele ser tan habitual es tener un trabajo, buen sueldo, futuro profesional y abandonarlo todo.
Esta es la historia de Noelle Hancock, una periodista de Nueva York que hace cuatro años empezó a sentirse desencantada con su trabajo y su forma de vivir.
Aunque ganaba 95.000 dólares al año, su vida no le llenaba en absoluto.
Así que decidió irse a vender helados a una isla del Caribe.
“Es irónico, pero me sentía completamente sola en Manhattan, una ciudad en la que viven cuatro millones de personas.
Mi vida solo se basaba en estar sentada y mirar pantallas: ordenador, móvil, televisión… Incluso los taxis tienen pantallas, demonios. Me sentía triste, desconectada y sin inspiración”.
Mientras se marchitaba por fuera, por dentro soñaba con irse a una isla paradisíaca. Alguien le recomendó las Islas Vírgenes y allí se fué.
“Vendí todo, compré un billete solo de ida”.
Los padres de Noelle no estában muy de acuerdo que su hija, una licenciada terminase en una isla remota para buscarse la vida. Todos le aconsejaban que no lo hiciera...
El primer trabajo de Noelle en la isla fue de vendedora de helados, todo un cambio que valora así: “Vivir tan lejos me ha hecho ver la vida de otra manera. Aquí no necesitas quedarte fijo en un trabajo. Quizás sería bueno movernos cada pocos años y vivir ‘microvidas’, disfrutarlas y pasar a la siguiente”.
Ha compartido su historia en las redes sociales y muchos son los que la valoran como inspiradora y fantástica. Y parece que ese era su objetivo cuando decidió ir en contra de todas las opiniones.
“Quería dar voz a todos aquellos que tienen sueños, sueños grandes, pequeños, locos, para que se atrevan a dar el paso sin escuchar otras opiniones que les condicionen”.
Aunque ella sabe que dejarlo todo y mudarse a una isla no es algo factible para muchos:
“Solo pretendo que la gente sepa que siempre hay otro camino, solo hay que empezar a caminar por él”.
Today.
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