12 de noviembre de 2013

COCINANDO UN PAN PARA EL ESPÍRITU.


Cuenta Trigueirinho, que estando muy interesado en el mundo de la sanación sutil, se hospedó en casa de una amiga que era reconocida como sanadora por sus allegados.
Estando una tarde charlando con ella, llegó un hombre que había sufrido la pérdida de su hija hacía muy poco tiempo y se encontraba en un estado de depresión profunda.
Trigueirinho se apartó de la conversación dispuesto a observar cómo actuaba su amiga.
El hombre no hacía más que hablar de su hija y de su dolor. Su amiga le escuchó un tiempo, y luego cambiando de tema le preguntó sobre sus comidas preferidas, a lo que él manifestó que le agradaban mucho unos panecillos con hierbas.
La mujer parecía interesada en los ingredientes y después de una breve charla despidió al hombre diciéndole que volviera al día siguiente.
Una vez que éste se retiró, fue a la cocina y comenzó a preparar los panecillos con los datos que le había trasmitido. Trigueirinho estaba sorprendido de que su amiga se pusiera a cocinar en lugar de orar o retirarse a emplear cualquier método de sanación.

Al otro día el hombre regresó, y por tres días más…y cada día su amiga, mientras lo escuchaba, le servía panecillos que preparaba cuando él se marchaba, los que eran comidos con gusto. Una semana después el hombre era otro…había dejado de centrar sus charlas en el recuerdo de su hija, sus ojos brillaban y su aspecto, antes desaliñado, comenzó a ser cuidado…y así salió de su depresión.
Trigueirinho, ante ésta rápida sanación, le preguntó a su amiga cómo había logrado eso y por qué cocinaba para las personas que necesitaban ayuda…Ella le dijo que cuando alguien necesitado de sanación se acercaba, su manera de ayudar era cocinar entregando sus manos al Espíritu, para que si el karma de la persona lo permitía, el Espíritu obrara a través del pan para sanarlo. ¡Lograba resultados increíbles!
Todos tenemos energía de sanación disponibles…Somos los canales de los que el Espíritu se sirve para traer esa energía tan necesaria a la manifestación…y uno de los elementos que más se cargan con la misma, son los alimentos que preparamos. Por eso grandes seres como Gandhi, cuando viajaban, llevaban su arroz y lo necesario para preparar su comida y no comer lo que preparan en los restaurantes…. Por la misma razón, entre los esenios, la preparación de la comida era dejada en manos de los más avanzados espiritualmente, para que la comida sanara y fuera vehículo de evolución…y en los monasterios zen, los monjes que cocinaban, eran los ancianos más sabios. 
Esto puede ayudarnos a tomar consciencia de la importancia de cocinar entregados a nuestra Divinidad, ya sea para nosotros, nuestras familias…y si nos atrevemos, para alguna persona que sepamos enferma y a la cual podamos acercarle un pan de cura…pues al pan…al amasarlo con nuestras manos, podemos cargarlo con sanación y amor.
¿Recuerdan los primeros experimentos de Masaru Emoto, cómo el arroz al que se le enviaba amor, permanecía muchos días sin descomponerse, mientras el arroz al que se sometía a insultos y mala vibración se ponía negro a las pocas horas?
Esta es la mayor toma de consciencia en nuestra cocina…Primero, no comprar comida preparada comercialmente, segundo tomar consciencia de que cuanto pensemos y sintamos mientras cocinamos, se trasmite al alimento haciéndolo sanador y sustancioso o cargado de emociones que enferman, tercero, poder llegar a ser vehículos de sanación a través de todo lo que pasa por nuestras manos, sosteniendo pensamientos amorosos y acompañados de un corazón abierto y conectados a LO QUE SOMOS…Eso significa ESTAR CONSCIENTES, ATENTOS Y PRESENTES.
Así…más que la calidad del alimento que cocinamos, tener en cuenta que cualquier alimento, cocinado con amor y pureza de intención, puede sanar, elevar y ayudar a la evolución de quien lo come.
¿Pueden hoy considerar entrar en sus cocinas de una forma diferente? ¡Prueben a cocinar de forma consciente! ¡Será vuestra gran medicina!
Tahíta.

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