Vivir al margen del capitalismo, disfrutando de una existencia ajena a las cadenas de producción, al consumo y al despilfarro que más allá de sus implicaciones materiales y económicas, repercuten en el ánimo de los individuos y de la sociedad, fuera de patrones culturales y sistemas de valores implantados, creencias artificiales, sin la idea que se tiene de que hay límites, cambiando la manera de relacionarnos y la forma en que concebimos el mundo.
Un joven francés de 25 años, de nombre Benjamin Lesage, ofrece una de las muchas versiones, de lo que significa, en este tiempo, vivir sin dinero.
Quizá, como el mismo Benjamin señala, desde su experiencia, inspire a más personas, no a seguir sus pasos ni el de sus compañeros de aventura, sino a descubrir su propio y auténtico camino —indisociable de nuestro destino como comunidad.
Comienza el camino.
Comienza el camino.
19 de enero 2010. Tres jóvenes están en la carretera en La Haya, Holanda, los pulgares arriba y la sonrisa puesta en la cara. Nicola (26, Italia), Raphael (27, Alemania) y yo, Benjamin (25, Francia), tres europeos buscando su destino. Nos habíamos encontrado en la Universidad de La Haya y juntos habíamos empezado una asociación civil para promover soluciones ecológicas y convivencia intercultural. Y un día nació la idea de hacer un viaje para ir a México. Raphael y yo ya habíamos ido y Nicola lo quería conocer, y para no incrementar nuestra huella ecológica demasiado pensamos que era mejor no tomar avión y cruzar el océano con un barco. De repente pensamos que podríamos intentar viajar de la forma más sustentable posible: sin usar dinero, sin consumir, sin tomar agua embotellada, etc.