Omrael Norbert es el primer sacerdote maya europeo en la tradición de los mayas pocomán de Guatemala. ¿Qué dice el calendario maya en relación con el 2012 y del poder que tiene el ser humano para mitigar las catástrofes naturales?
—Se ha oído en muchas ocasiones que el calendario maya finaliza el 21 de diciembre de 2012 y a partir de ahí se han interpretado muchas cosas. ¿Cuál es tu visión al respecto?
—Todas las tribus de América saben que los mayas son los contadores del tiempo; lo están haciendo desde hace miles de años. El maya sabe que dentro del biorritmo de la Tierra en relación con el cosmos hay ciertas fechas que indican puertas más o menos abiertas.
El 21 de diciembre de 2012 no marca el fin del mundo, sino el fin de un ciclo. Ellos sabían que 500 ó 600 años atrás, cuando entró la conquista española, el tiempo marcaba el viaje al inframundo, con la destrucción de todo lo exterior, e igualmente saben que el diciembre de 2012 marca una fecha que está en conexión con una constelación cósmica, la cual es, según los mayas, el Árbol de la Vida.
En esa fecha nuestro Sol y nuestro planeta estarán alineados con fuerzas cósmicas, y todo nuestro Sistema Solar experimentará una activación energética en relación con el sol central de nuestra galaxia, Hunab Ku. (Hunab Ku indica la unidad del espíritu, o Dios, en conexión con este sol.)
El resultado es que en diciembre pasaremos del 4º sol al 5º sol, que estará vigente durante los próximos 5.200 años. Y los mayas saben que con cualquier cambio de sol se producen cambios tanto internos como externos, en la humanidad y en el planeta.
Es necesario entender esa fecha como el fin de una ola, y como un renacimiento de la humanidad. Dentro de este renacimiento se estimulan ciertas cualidades en el ser humano, en la naturaleza, en el planeta, en nuestro Sistema Solar.
—Has hablado de cambios en el planeta; ¿podemos esperar grandes ‘movidas’?
—No conozco ningún profeta maya que pueda dar exactamente una fecha para algo que vaya a pasar. Esto son historias de películas, de libros, que no tienen conexión con los ancianos. Ellos hablan de ciertas cualidades de nuestra vida que están experimentando un gran cambio, pero esto no quiere decir que el día 21 de diciembre de 2012 vaya a pasar algo.
Uno de los profetas maya es el maestro Cirilo. Entramos con él en una lancha en el lago Atitlán, con el propósito de leer la profecía. Para leer la profecía tomaba una copa de barro y sostenía así una muestra del agua del lago entre sus manos. Entonces se conectaba con sus fuentes (sus antepasados, seres cósmicos…) y entraba en la profecía.
Lo que salió en ese momento era algo muy general sobre el proceso del cambio de la humanidad. Me explicó que la humanidad tiene mucho poder para cambiar el tiempo, porque el tiempo es flexible. No puedes fijar algo en una fecha porque hay otros seres operando en otros niveles de tiempo y de espacio, y el tiempo cósmico en el que se mueven estos seres no puede traducirse a nuestro tiempo planetario. En esa ocasión Don Cirilo nos dijo que podría pasar que en la Tierra hubiese tres días enteros en que no se viera el Sol (una noche de tres días), después de los cuales no se sabía por dónde iba a salir el Sol (si por el este o desde otra dirección).
—¿Cómo hay que interpretar esto?
—Sería indicativo de que por circunstancias cósmicas el planeta podría cambiar absolutamente su forma y su movimiento; tal vez también habría un cambio en los polos. Pero es solamente una posibilidad. Muchos años después le pregunté cómo estaba el asunto de las tres noches que iban a acontecer, y me dijo: “Mejor no hablar de eso, porque como no pase nos van a culpar.”
El cambio externo es muy difícil de explicar. Sabemos que cuando hay un cambio de los polos cambia la configuración de los continentes. Hablé de ello con J. J. Hurtak, un gran profeta autor del libro Las claves de Enoc, y me dijo que América pasará a tener la forma de un pájaro, cuya cabeza será Guatemala. Por eso él visita muchas veces Guatemala y el centro que tenemos ahí: la cabeza indica que desde allá se maneja el cambio; la fuerza de Guatemala, la fuerza maya, tiene mucho que ver con el gran cambio.
—¿Qué nos puedes decir de los cambios requeridos en el tránsito hacia el quinto sol?
—El cambio más intenso para el ser humano es siempre su cambio interno. Dicho cambio tiene que ver especialmente con que aparte de nuestra realidad física hay otras realidades en nuestra vida, las cuales no podemos entender mentalmente.
Ello pertenece a un ámbito de experiencia colectiva del ser humano. Los mayas hablan de que se abren las neblinas entre las dimensiones, y esto quiere decir que el ser humano entra en diferentes realidades al mismo tiempo. Cuando esto le ocurre a una persona dentro de nuestra cultura, la mandamos al psiquiatra. Es problemático que nuestra cultura explique estos fenómenos como una forma de enfermedad mental. Es muy interesante ver que la mayoría de los sabios, de los curanderos mayas, han tenido este tipo de experiencias. Dentro del chamanismo siempre llega un momento en que el niño, el joven, cruza un puente entre su realidad y otras realidades.
Eso provoca temporalmente un caos dentro de uno mismo: tal vez ves de cerca a los difuntos, y no sabes si tus visiones son reales o no... Estas aperturas se convierten, en nuestra sociedad occidental, en catástrofes difíciles de manejar, mientras que en otras culturas el estado de vivir entre los mundos es algo normal: la convivencia con los difuntos, con seres de la naturaleza y con seres de luz.
Athanor.
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