Laila nació en Estados Unidos, se crió en España, en la isla de Formentera, en Baleares y en París.
Estudió en la Sorbona (París – Francia) y es titular de un Master en religiones comparadas.
Desde pequeña, mostró una sensibilidad especial por la naturaleza y los animales.
Hola Laila, ¿Cómo llegas a desarrollar la facultad que tienes para comunicarte con los animales? Supongo que esta es “la pregunta”. Deseamos conocer tu trabajo
Yo soy americana, nací en Los Ángeles, después mis padres se trasladaron a Europa y me crié entre Francia y Formentera (Baleares). Después volví a Estados Unidos.
En Formentera vivimos en una finca y yo vivía experiencias de infancia que, para mí, eran normales, después descubrí que no todo el mundo poseía lo que para mí era normal, aunque después explicaré que todo el mundo lo puede conseguir.
Para mí era normal escuchar, ver imágenes y mi relación con los animales era algo normal, yo no sentía que hiciera nada distinto.
Me di cuenta que lo era, que era distinto, cuando, de forma natural, comentaba algo con los adultos y me miraban de forma extraña. En el caso de mis padres era distinto, ellos tenían una mentalidad muy abierta y me aceptaban como yo era.
Cuando comencé la escuela en Francia fue cuando me di cuenta que el resto de los niños no eran como yo, no es que fueran ni más ni menos que yo, simplemente eran distintos.
¿En qué momento sentiste que debías utilizar tus capacidades, que debías plantearte el “con esto debo trabajar”?
Eso sucedió en Formentera y fue con las cabras. Las cabras estaban atadas y sufrían mucho por no tener libertad de movimiento, fue cuando percibí lo que ellas sentían.
Se sentían mal por el hecho de estar atadas, yo sentía como se relacionaban unas con otras, como se sostenían en su sufrimiento y, siendo yo muy pequeña, supe que esto debía comunicárselo a los adultos, aunque de forma muy distinta a como yo lo hago ahora. Mi nivel de conciencia no era mayor ni menor, simplemente, por la edad que yo tenía, era distinto.