Fue Maslow, un psicólogo humanista quien dio el nombre de "Complejo de Jonás" a un tipo de comportamiento humano: miedo a nuestra propia grandeza, huir de nuestro destino o menospreciar nuestros talentos.
Esto es algo más habitual de lo que creemos ya que la mente, también tiene mecanismos muy sutiles que pone en marcha para boicotear la capacidad de desarrollar nuestro potencial.
El miedo es el que frena nuestra grandeza.
Jonás era un personaje bíblico destinado a ser un profeta pero, cuando supo cuál era su misión, se asustó, tuvo miedo y se escondió dentro de una ballena.
Tuvo miedo de que su misión le quedara grande, no se veía capacitado para llevar el mensaje de Dios a su pueblo.
De una forma u otra, en ocasiones, nos puede pasar lo mismo que a Jonás.
Cuando queremos desplegar nuestro potencial, nuestros dones y talentos, aparecen momentos en los que nos planteamos si estamos equivocados, si seremos capaces de sacar adelante un proyecto, si podremos ponerlo en práctica, si seremos juzgados, qué dirá la gente, si seremos capaces de afrontar las nuevas situaciones que se van a presentar...
Miedo, todo este parloteo mental surge del miedo.
Todo ser humano posee un gran potencial que aún no ha explorado totalmente.
Todos estamos capacitados para hacer algo concreto, todos somos talentosos en diversos aspectos y todo ser humano es responsable de dar un buen uso a su talento y desarrollar su creatividad.
¿De qué sirve tener un don si no lo desarrollamos? Esto nos llevaría a una frustración segura.
Para avanzar se requiere valor y coraje.
Valor para dejar de tener miedo, coraje para avanzar sin que las diferentes opiniones nos frenen.
Lo que llamamos "equivocaciones" pueden ser lanzaderas que nos acercan a nuestro destino.
No hay errores, hay pruebas que superamos con nota alta o, de momento, las suspendemos y quedan a la espera de la siguiente oportunidad.
Nuestros dones y talentos son las herramientas básicas de las que disponemos para disfrutar de esta vida, gracias a ellas, nos conectamos con nuestro interior a la vez que son el sello personal que el exterior verá en nosotros, es lo que nos hace únicos.
Los dones y talentos están para disfrutarlos y compartirlos, son un aspecto divino que vive en nosotros, un aspecto sagrado que busca expresarse a través de una habilidad.
Antes o después, tendremos que tener el valor de salir del escondite o nos pasará lo mismo que a Jonás, que al tercer día la ballena lo escupió y su única alternativa fue aceptar aquello para lo que había nacido.
Semillas Solares.
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