17 de diciembre de 2015

La historia de un envoltorio de regalo. Daniel Meurois

La escarcha se instala poco a poco y ya sentimos la temporada que llega con su cortejo de regalos... Como a casi todo el mundo, me gusta este ambiente con su magia gradual, incluso si nuestra sociedad fue despojada tristemente del verdadero significado, es decir, de su raíz sagrada. La luz siempre es bella... 
Desde hace más de veinte años sin embargo, veo pasar el tiempo con una especie de punzada en mi corazón y va a más. Esto no es por la profanación de la Navidad en sí y en la que las iglesias han contribuido, sino por la pérdida del Alma que esto genera. 

En el momento de escribir estas líneas, ya sé por experiencia que en un par de semanas, una multitud de niños se apresurarán en un mismo momento, hacia una gran cantidad de regalos. 
Vivir sin más el momento con la complicidad de los padres, sin una pizca de respeto, abriendo los regalos, a menudo envueltos en papeles hermosos y cintas brillantes que, a la mañana siguiente, estarán en la basura. 
Tal vez vean en mi corazón un reflejo estrictamente ecológico frente a las innumerables pérdidas que la sociedad occidental se ha ido convirtiendo en especialista. Algo de eso hay, pero mi reacción se amplifica por algo mucho más sutil y no menos importante para mi. Cada vez que lo menciono, recuerdo una escena en la India que viví hace más de 20 años. Estaba muy cerca de un maestro indio del cual hablo a menudo: Swami Premananda. 
Él estaba desenvolviendo uno de los regalos que los visitantes o discípulos occidentales a veces le hacían. Luego de observar el hermoso papel y desatar la cinta que adornaba el paquete, iba quitando el envoltorio lentamente y con la delicadeza de un orfebre. 
Cuando terminó, tranquilamente dobló el papel, sin olvidar quitar los restos de cinta que le quedaban. Un gesto que de inmediato provocó la risa de algunos que asistían a esa escena. ¿Por qué te ríes? Preguntó Swami Premananda, mirando divertido. ¿Te sorprende que me ocupe del paquete antes que preocuparme por el regalo? Pero... ¿No te das cuenta que el papel y la cinta son también parte del regalo? ¿Por qué ignorarlo? Mira su delicadeza... Fueron creados con arte y preparados con amor. 
Sé que está en nuestro hábito el romperlo y tirarlo rápidamente. ¿Por qué? El amor también está presente en la intención y en la forma de ofrecer un regalo en sí. Es igualmente valioso. Mira... yo retraso el momento de abrir mi regalo. ¡Es una alegría nueva! 
¡Se revela la sorpresa! ¡Cuando abro un regalo, quiero vivir cada momento. Sobre todo, no querer devorar el tiempo como un glotón! Un regalo siempre viene del corazón. 
Es sagrado, entonces acerquémonos a él como se lo merece. A menudo, no podemos esperar al día siguiente para abrir los regalos. Seamos capaces de esperar que la noche prolongue la magia de la sorpresa. 
¿Cómo podría olvidar esa lección cuando nosotros, generalmente nos privamos de la capacidad de sorprendernos? Cuando nos ofrecen un regalo, ¿Por qué no tratar de mirarlo de otra manera? Como queriendo cambiar nuestro nivel de conciencia. Con nuestras acciones y nuestra actitud, detenernos, aunque solo sea un momento, en las señales de ternura y de amor que hay en los regalos, por pequeños que sean y qué están tratando de comunicarnos. 
¿Por qué no aprovechar también la oportunidad de enseñar a los niños el verdadero significado de descubrir y disfrutar? El reconocimiento de las pequeñas cosas que nos rodean es siempre un alimento para el corazón y potencian el Alma. 
Y si quieres ir más allá de estas simples consideraciones relacionadas con la riqueza colectiva... ¿No crees que este podría ser un año maravilloso en la medida en que, tratemos de detener el tiempo, cada vez que ocurre un evento agradable por pequeño que sea? 
Somos lo suficientemente presos y acelerados con el tiempo y no tratamos de expandir nuestro presente, especialmente cuando éste nos resulta dulce. 
La intención debe nacer antes que la atención. La percepción de la sagrado comienza con el deseo de la realización. Si realmente queremos un mundo mejor, debemos aplicarnos en construir una relación diferente con las pequeñas cosas de la vida cotidiana. 
Es un reto individual, es tomar una decisión. Un pensamiento final... paradójicamente, es sorprendente que muchos de nosotros, sólo nos lo pasamos envolviendo nuestro mundo interior. 
Eso es algo para reflexionar en cuanto a las contradicciones de nuestra especie. Todo esto nos invita a mutar. 
Daniel Meurois
Traducción: Semillas Solares.

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