29 de abril de 2014

EL TEJO DE NORMANDÍA. HISTORIAS DEL BOSQUE.


En el cementerio de la parroquia de Estry, en Normandía, un enorme tejo es, desde hace siglos, un lugar de encuentro y reuniones de asamblea vecinal. 

Tiene más de 12 metros de perímetro, está hueco en su interior y tiene una abertura principal de 1’20 metros, que sirve de entrada al interior del tronco, donde hay un hueco de más de 3 metros en forma de una sala circular que puede contener sin dificultad 10 sillas y otras tantas personas sentadas… 


Pero lo más asombroso es que, actualmente, los consejos municipales se siguen celebrando allí, se firman contratos, reuniones de vecinos y para acceder a su interior, hay que hacerlo con la cabeza descubierta, como señal de respeto y honrando su sabiduría.

Dentro del tronco vacío de este tejo, estuvo la pila bautismal de la parroquia, miles de vecinos han sido bautizados en el interior del árbol. 

Se cerraba así un círculo vital en el que los vecinos, nacían y morían a los pies del tejo. 

Difícilmente encontraremos un ciclo de vida tan perfecto. 
Por ello, durante nuestra visita a Estry, hace unos años, no nos sorprendió que el vecino que nos acompañó amablemente al interior de aquel árbol totémico, tocara las paredes interiores de madera con la delicadeza de quien se atreve a tocar un lienzo de Goya, advirtiéndonos que hay que tener mucho cuidado, pues la madera está muy frágil ya. 

La línea entre culto, amor y veneración es muy difusa y sin duda, quienes han vivido una íntima relación con un árbol, como los vecinos de Estry, se encuentran plenamente inmersos en la sabiduría y cobijo que les ofrece. 


Se entiende así que la comarca en la que se encuentra este pueblo, en la que el árbol es protagonista en todas las formas posibles: aislado en medio de los prados, formando bosquetes y pomaradas, alrededor de los prados, huertos y cultivos…

El árbol es aquí respetado y amado quizá porque en el mismo centro de cada uno de sus pueblos existe un árbol ancestral, a cuyos pies la tradición se transmite de generación en generación.
“La cultura del Tejo”, de Ignacio Abella

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