7 de octubre de 2011

BILL RYAN, INELIA BENZ Y EL GRITO DE GAIA.

UN LLAMADO A LA ACCIÓN.

El artículo es un resúmen de lo publicado por Bill Ryan e Inelia Benz.
Se han unido para formar un nuevo proyecto, dar a conocer juntos todo aquello que "no quieren" que sepamos, ofrecen soluciones a temas diversos y se han comprometido a transmitir todo aquello que es necesario saber para dar el Gran Salto Definitivo.

La mayoría de los lectores sabrán que, el término Gaia, está asociado al ecologista James Lovelock, lo acuñó para poder definir la compleja, coherente y equilibrada entidad que habita el Planeta Tierra.
Bill Ryan siempre ha tomado ésto como una metáfora, hasta que conoció a Inelia.
Para Inelia, era evidente que Gaia es un magnífico Ser, completamente conciente y Divino.
Cuando hablaba de ésto conmigo, Inelia hizo lo que hace a menudo cuando las palabras son insuficientes: me invitó a coger sus manos mientras ella, me transmitió una descarga de percepción directa.
Así lo hizo e, inmediatamente, pude percibir a Gaia, enorme, nuestro planeta con eones de antiguedad y con todos sus innumerables hábitas naturales.
Era enorme, fuerte, sólida y eterna. Podía sentir su poder. Literalmente, era impresionante.
Nunca olvidaré ese momento del primer encuentro.
Estando en Suiza, una tarde decidí ir a escalar una montaña. Soy hombre de montaña y amo mis raíces, amo profundamente este tipo de paisaje.
Cerca de la cima, la niebla se arremolinaba. De pronto, sentí la conexión con Gaia y tuve un pensamiento.
Me dije a mí mismo, como si fuera una oración: "Gaia, si me escuchas, muéstrame el efecto del Espectro de Brocken".
El Espectro de Brocken es un fenómeno natural espectacular que requiere una combinación de sol, nubes y humedad muy preciso. Se trata de una enorme sombra de sí mismo proyectada en las nubes que se encuentran por debajo de uno, rodeando la sombra, un halo de arco iris. Es un fenómeno muy raro de ver.
Al cabo de 1 minuto y medio, apareció. Allí estaba. Estuve filmando durante media hora entre el asombro y la incredulidad. Al igual que en la película Avatar, me puse a gritar "Ella me ha escuchado".

Al volver a América, Inelia vino a verme. Cuando le dí un abrazo, ella rompió a llorar.
Me miró a los ojos y dijo: "Puedo escuchar el grito", "Es cada vez más fuerte. No lo puedo soportar. Es abrumador".
"El clamor de la colectividad y el de Gaia". "Todas las personas, los animales, las plantas, los árboles. Hay tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta violencia. He oído de todo. Cada minuto, cada día. Nunca se detiene. No lo puedo soportar. Cada vez es más fuerte y todo el tiempo".
Me miró y preguntó si entendía. Al igual que muchos seres humanos, soy hipócrita, eso significa que antepongo mi comodidad a mi convicción.
Uso sombreros de cuero, como tanta carne como me es posible y luego, soy incapáz de matar un mosquito.
Me  refiero a que todos los seres vivos son sagrados. Tengo un dicho que dice: Nunca debes destruir aquello que no puedes crear, sin embargo, a la hora de consumir, no predico con el ejemplo.
Inelia fué a experimentar directamente el dolor de Gaia. A través de sus lágrimas de compasión, me habló de la falta de conciencia en los mataderos de animales, los productos químicos, los destructores de los bosques, los creadores de guerras. De quienes torturan y matan a millones de personas, a animales y vegetación todos los días. De aquellos que se complacen en causar dolor a los más vulnerables. Los que atacan psíquicamente a otras personas.
Profundamente conmovido, volví a leer un párrafo de la obra de Thom Hartmann, "Las últimas horas del Sol antiguo":
En las últimas 24 horas, más de 200.000 hectáreas de selva han sido destruidas en el planeta. También, 13 millones de toneladas de productos tóxicos han sido liberados al medio ambiente. Más de 45.000 personas han muerto de hambre, más de 130 especies diferentes de plantas y animales han sido conducidos a la extinción por la acción del ser humano. Y todo esto, desde ayer.
Inelia tiene una profunda conexión con la tierra sagrada de su país natal, Chile. Hasta hace unos años, valiente navegaba en el Cabo de Hornos en un pequeño bote. De niña, cogía los colibríes de los árboles y los sostenía entre sus manos. Ellos sabían quién era ella y, que no les haría daño.
Escuché a Inelia decirme que, todos los seres violentos, lo que necesitan es Amor, seguridad y compasión.
"Sólo tengo un trabajo. Y éste es para elevar el nivel vebratorio del planeta, incluyendo al colectivo humano, que forma parte del planeta, elevarlo a un punto crítico que permita la transición hacia el nuevo paradigma, un nuevo nivel de conciencia en todo. Para el planeta y para todo lo que habita en él. Cada roca, cada insecto, cada persona. Ese es mi único trabajo. Y no pararé hasta lograrlo".
¿Cómo máximizar el efecto? ¿Cómo llegar a esas personas inalcanzables? ¿Cómo detener el dolor y el daño lo antes posible?
Mi respuesta es la siguiente:
Tengo un fuerte sentimiento personal de que, pronto las cosas comenzarán a verse diferentes.
Tenemos que asumir nuestra responsabilidad, sin duda, muchos de nosotros hemos estado aqui por muchas vidas anteriores y, de una manera u otra, hemos contribuido a la confusión en la que estamos metidos y, tenemos que enfrentarnos a lo que hemos hecho, tenemos que aceptar que "hemos permitido" que todo esto ocurra.
Si estamos aqui para solucionarlo, para mí es muy claro que estamos para eso, entonces tenemos que enfrentarnos a ello. Puede no ser fácil. Por el contrario, nos depara un gran trabajo de limpieza, hay personas, herramientas, recursos y organización para comenzar el trabajo... juntos.
Puede llevar varias generaciones, tal vez muchas. Pero es loable. No sólo para reparar el daño, sino para educar a la raza humana y comprender finalmente que debemos vivir en armonía y equilibrio con Gaia.
Sin embargo, existe un riesgo real -para nosotros, no para Gaia- si no aprendemos la lección, ahora que es el momento, se pueden acabar las oportunidades para nosotros. La elección no es difícil, pero es colectiva.
Esta es mi opinión particular sobre las claves del 2.012. Si nosotros, como raza humana, tomamos las decisiones correctas, no estaremos lejos de volver a crear el paraíso equilibrado y dinámico que el planeta Tierra podría volver a ser para todos los seres vivos.
La conclusíón de Inelia es:
No se trata de quién tiene la culpa. La solución tiene que ser incluyente. Tenemos la responsabilidad de minimizar el dolor y el sufrimiento de los demás a través de nuestras acciones.
Si se comen productos de pequeñas granjas, si compramos muebles de fuentes renovables de madera, ropa hecha en fábricas que no explotan a la gente, pero...¿Qué hacer con los que provocan miedo y dolor? Podemos mantenerlos en nuestro campo de Luz y permitir que Gaia haga su trabajo.
Si dedicamos 10 minutos al día y hacemos esta visualización, no os imagináis el cambio que habrá en ellos y en nosotros. Después de 10 minutos, centrémonos en la compasión y en el Amor de los millones de trabajadores de Luz que hay en todo el planeta, nuestros hermanos y, así aumentar el poder colectivo.
Por cada asesino hay 10 sanadores, por cada persona que no respeta a los animales, hay miles de animales que son respetados y tratados como un igual. Por cada creador de guerras, hay millones de nosotros que no estamos de acuerdo con ese juego en particular.
La Madre Tierra hizo la llamada de ayuda, todos nosotros, somos la respuesta a esa llamada.
Bill Ryan e Inelia Benz.
Traducción: Semillas Solares.

2 comentarios:

  1. Hola soy Sergio...es muy interesante todo lo q dice Inelia, y debe ser muy agotador estar en el lugar de ella..es difícil tratar de concientirar a la gente..

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  2. ...es difícil parar 10 minutos la mente, xq así perdemos la posibilidad de producir más comodidades q es lo q más interesa..quería saber si Inelia puede sugerir como se empieza

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