9 de agosto de 2012

SALIRSE DEL SISTEMA ES POSIBLE. HEIDEMARIE SCHWERMER


 Heidemarie Schwermer decidió deshacerse de todas sus pertenencias. ¿Cómo hace para vivir sin caer en la indigencia?
Lleva 16 años viviendo sin dinero, se ha salido del sistema y nos cuenta que es posible hacerlo.
Heidemarie Schwermer era profesora de primaria cuando se quedó viuda en 1996. Tenía 58 años. Decidió entonces dejar su puesto de funcionaria y ver si podía vivir un mes sin efectivo.
"Lo tenía todo. Vivía en una casa preciosa y ya había criado a mis hijos. Fue entonces cuando renuncié a todo. Fue una liberación", explica.

Dieciséis años después, no ha cambiado su filosofía de vida, y sigue viviendo en base al trueque. "Puedo vivir así gracias a los contactos. Mucha gente me conoce, entiende mi proyecto y quiere ayudarme", indicó. "Sé dónde voy a dormir en las próximas semanas, tengo un refugio por si me fallan las provisiones y nunca me falta para comer".
Su historia ya ha inspirado un documental, “Viviendo sin dinero”, que fue estrenado y que ha sido visto en más de 30 países. Ha escrito también su propia biografía, que lleva el mismo título. Muchas otras personas han seguido su ejemplo desde entonces.
En su libro 'Mi vida sin dinero' (20.000 ejemplares en Alemania y editado en castellano por la editorial Gedisa), cuyos beneficios donará a una entidad benéfica, relata momentos de soledad y crisis, sobre todo al sentirse una mendiga a la hora de tener que pedir un favor a alguien. Se ha dedicado al cuidado de casas, niños y mayores, ha limpiado y cocinado, ha impartido conferencias, cursillos terapéuticos... Ha viajado por varios países de Europa invitada por diferentes asociaciones.
Comparte su experiencia, su forma de vida, nos invita a reflexionar y llevar a la práctica otras formas alternativas de convivencia.

Esta experiencia comienza en el año 1.994 creando una sociedad de trueque en Dortmund, una de las primeras creadas en Europa. No se intercambia dinero, se intercambian tareas."Ahora no tengo posesiones, soy una persona sin techo pero, ante todo, soy una persona libre. Mi actividad tiene como misión principal, llamar la atención sobre lo injusto, esa es mi vocación. No necesito vacaciones, ese es uno de los errores de nuestra sociedad, separa trabajo y ocio porque, la mayoría trabaja para ganar dinero y gastarlo en cosas que no necesita".¿Cuánto dinero lleva usted encima?
Nada de nada.
¿Ni un solo euro?
¡Mis dedos no han tocado todavía un euro! Vivo sin dinero desde hace mucho tiempo.
¿Y de dónde saca la comida?
Me la dan en un restaurante biológico. A cambio, yo les cocino, les limpio…
¿Y la ropa?
Sé de personas con las que puedo intercambiarla.
Lleva al cuello un collarcito…
Un regalo. Yo también regalo cosas.
¿Como qué?
Mi tiempo, mi ayuda, mi conversación, mis habilidades… O las intercambio por un bono de autobús. El otro día ayudé a unos padres a resolver un conflicto con sus hijos y me regalaron sus pases para la ópera.
¿Entiende usted de niños?
Fui profesora de niños, y lo dejé. Luego fui psicoterapeuta, y lo dejé también.
¿Por qué?
Yo me hice profesora porque quería mejorar el mundo. Pero no avanzaba: el sistema educativo está concebido para alimentar el intelecto de los niños, pero no el corazón.
¿No exagera?
A los niños se les orienta para ser competitivos en algo, y así conseguir un trabajo y que ganen dinero y más dinero. ¿Eso es todo, señores? ¿Y qué pasa con sus vidas? ¿Lo ve? ¡Todo está enfocado a tener y no a ser!
Y cambió la pedagogía por la psicología.
Sí. Me especialicé en terapia gestáltica y ganaba mucho dinero en mi consulta. Tuve 15 coches sucesivos, una casa llena de cosas… Y tampoco me pareció que así el mundo mejorase mucho…
Y dejó también la psicología.
Lo dejé todo. Fui regalando a vecinos y amigos mis libros, el coche, mis muebles, mis pertenencias… Cuando el salón de casa quedó vacío… ¡me puse a bailar, a bailar..! Me sentí tan ligera, tan libre, tan feliz…¿Y sus cuentas corrientes?
Mi madre siempre decía: “¡Cómo me gustaría que me tocase la lotería para regalaros dinero!” Eso hice yo con mi dinero: lo repartí entre mis hijos y luego cancelé las cuentas.
¿No le han dicho que está loca?
Sí, muchas veces. Pero que conste una cosa: yo no incito a nadie a que haga como yo.
¿Y por qué hace esto?
Empecé a plantearme si realmente necesitamos tantas cosas, y comprar y comprar. Y me convencí de que no, de que son posibles formas de vida que no pasen por el dinero.
El dinero, como símbolo del coste de las cosas, es un invento práctico, comodísimo.
Fue un gran avance, es verdad, muy útil para el intercambio… hasta que se convirtió en un valor en sí mismo, y acumularlo es la meta, y su posesión mide el valor de la gente: “tanto tienes, tanto vales”. ¡Estoy en contra!
Cuando su casa quedó vacía, ¿qué hizo?
Abandonarla. Unos amigos iban de viaje y me dejaron la suya a cambio de arreglarles el jardín. Ahora duermo en la buhardilla de la oficina de unos amigos. Yo les limpio y me ceden también el uso de un ordenador.
¿No es una vida muy dura?
Al principio lo pasé mal. No quise pedir ayuda a nadie. La soledad… Fue duro. Pero, poco a poco, haciendo trabajos a cambio de cosas, creando una red de trueque…
¿Cómo es eso?
Fundé con otras personas, en Dortmund, un centro de intercambio de “dar y tomar”: cada uno da lo que tiene y toma lo que necesita. Clases de cocina por clases de idiomas, un par de horas de canguro por un corte de pelo, pintar un piso por arreglar un jardín…
No me imagino viviendo sin un duro…
Pues yo, ahora, ¡soy más rica que nunca! Tengo de todo. Y hago lo que me apetece…
Yo tengo que pagar el cole de los niños.
¡No le pido que haga usted como yo! Pero le sugiero pensar esto: ¿puede prescindir de algunas cosas por las que hoy se afana tanto?
Seguramente sí. Parece usted Jesús diciendo: “Si tienes dos túnicas, regala una”.
Ja, ja. O lo de “las flores del campo no necesitan vestidos, ni los pájaros casa”, ¿eh? Sí… ¡yo hasta abandoné la seguridad social!
Imagínese que se pone muy enferma.
¡No imagino eso! Si imaginas algo, induces que suceda… Y si quieres algo, lo logras.Entre mis amigos hay médicos que me cuidarían, y yo les compensaría luego.
No pagará usted impuestos, claro.
No. Como no tengo domicilio fijo, no tengo ni derecho a voto. Soy una “sin techo”.
Alguien podría decirle: “Es usted una mujer antisocial y una insolidaria”.
Y me lo han dicho. Que soy una vaga, una aprovechada… ¡Es muy injusto! Mi idea es que pueden hacerse cosas, cooperar y trabajar mucho sin que medie el dinero. Y lo hago. Verme hacerlo da rabia a cierta gente.
Descríbame cómo sería su mundo ideal.
Un mundo de individuos responsables: cada uno toma lo que necesita y da luego lo que puede: ¡todo el mundo tiene algo que ofrecer! Por ejemplo, en esta cafetería yo me tomaría un café y me iría… Se entiende que luego, en otro sitio, yo daría algo, un servicio, un trabajo, una ayuda a otro. ¡Serían menos horas encerrados trabajando en fábricas y habría más relaciones interpersonales! Y se acabarían los abismos entre ricos y pobres.
Primero deberíamos ser todos santos.
Todos debemos mejorarnos a nosotros mismos: esto es muy importante y es viable.
¿Y qué hace con lo que gana con su libro?
Lo he repartido. Y ahora pido que me remuneren lo que escribo con servicios.
¿Aguantará usted así… hasta el final?
Sí, ¡me gusta mi vida! Escribo, hago cada día lo que me apetece: vivo. ¡Soy muy rica!livingwithoutmoney.com

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