En una entrada anterior, publiqué un fragmento del libro: "Vengo del Sol" donde Flavio, explicaba su particular visión sobre los nuevos niños que están naciendo.
http://semillassolares.blogspot.com.es/2013/02/vengo-del-sol-los-nuevos-ninos.html
Aquí comparte sus recuerdos de antes de encarnar en esta vida, de dónde viene y cómo eligió a su actual familia.
Lo ha escrito cuando tenía 9 años, ahora tiene más de 30.
Tengo
más recuerdos de antes de nacer que de mis primeros tres años de vida. Antes de
nacer veo todo, tengo todas las perspectivas. Mi vista no tiene límites, porque
no tengo ojos físicos.
Por primera vez estoy cerca de un planeta tan denso. Me
fui preparando, pasando por otros planetas donde podía ensayar lo
físico.
Era
como aprender a escribir en el aire, sin usar el lápiz. Pero esto es muy
distinto, muy raro; voy a tener un cuerpo material. Traigo algunos datos básicos
para poder estar acá: sí y no, tiempo y espacio. Este es un mundo de
opuestos.
Recuerdo
cientos de bolas luminosas, todo lo viviente es una bola de luz. Veo algunas que
me pueden ayudar a vivir en este planeta tan duro. Veo dos posibles madres: una
con el ego fuerte y otra con el ego más suave pero justo. Esta última está
acompañada por otra bola de luz que brilla mucho; ahora puedo decir que de color verde y violeta.
Ellos me atraen porque están unidos por el amor. Serán
mis padres. Sé que tengo que ir. Empiezo a sentirme cada vez más atraído hacia
ellos. Aparece un túnel luminoso; alrededor hay oscuridad.
Cuando
entro me siento muy apretado, muy encerrado. Para mí, nacer en este mundo, es
como morir para los humanos: es pasar a un plano difícil y
desconocido.
Cuando
entro en mi madre empieza el proceso físico de mi vida. Me voy a su mente,
porque es la parte más sutil que encuentro; desde ahí, dirijo la evolución de mi
cuerpo.
Al
nacer sigo unido a la mente de mi madre, aunque mi cuerpo ya está sobre la
tierra. Creo que por eso no me acuerdo de nada personal hasta los tres años:
seguía muy unido a ella. Después mi mamá me contó que toda esa época veía el
mundo raro, eso le pasaba porque yo trataba de entender el mundo a
través de su mente.
Una noche mis padres fueron al cine a ver una película, (The
wall). Yo la vi con ellos. Había una parte, con dibujos animados muy
terribles, y otra parte muy triste sobre un niño que no tenía papá. Ahí me di
cuenta que yo dependía demasiado de mi mamá.
Sabía que había llegado el momento
de salir a enfrentarme al mundo. Mi hermano ya tenía seis años y tenía que
unirme a él; podía ayudarme. Es un alma muy buena, muy vieja en este planeta,
tiene energía del planeta Marte y vino a experimentar el color rojo. El y yo
somos un equipo de almas. Marcos (mi hermano) nació primero para abrirme camino con su
fuerza.
Mi
primer recuerdo propio es del día siguiente de ver la película. Me veo corriendo a la
cama de mi mamá para abrazarla muy fuerte. Me dolía la cabeza y no me podía
olvidar de los dibujos y de la música; me puse a cantarla. Cuando les conté a
mis padres lo que había visto a la noche se asombraron mucho. No entendían nada
y yo no les podía explicar todavía.
Era muy chico, tenía más imágenes y sonidos
que palabras. Marcos les dijo que yo, mientras dormía, me había salido del
cuerpo para ir con ellos al cine. A mí me regañó y me dijo que no tenía que hacer
más esas cosas.
Cuando
empecé a tener mente propia esta realidad me era muy difícil. Me costaba mucho
manejarme con el cuerpo y sobre todo, comer. Comer es una manera muy indirecta
de tomar la energía que se necesita, y no podía acostumbrarme. De día estaba
cansado; de noche viajaba por otros planetas. Mi trabajo, mientras dormía, era
ser "informador". Transmitía a seres de otros mundos, con ondas telepáticas,
cómo es la Tierra.
Todo
les parecía muy raro.
Sabía
que tenía que estar aquí, pero me resultaba muy difícil y me sentía muy solo. Mi
hermano seguía creciendo y se empezaba a cerrar un poco.
A
los cinco años conocí a una señora brasileña, que trabajaba enseñando cosas
espirituales. Fue un encuentro importante porque ella tenía mi misma misión. Me
contó que cuando era chica también le costaba mucho estar encarnada, y me
explicó que tenía que tomar una decisión. Me dijo que mi cuerpo era el
instrumento para cumplir mi tarea en la Tierra, que tenía que aprender a
manejarlo y alimentarlo con energía tomada del plano físico. Eran cosas que yo
ya sabía, pero me hizo bien escucharlas.
Después
me fui encontrando con otras personas que también vinieron a hacer el mismo
trabajo. Nuestra misión es ayudar en este cambio. La Tierra está empezando a ser
menos física, más espiritual. Algunos dicen que me voy a cerrar a lo espiritual
cuando sea más grande, pero yo no lo creo. Sé que no puedo olvidar nada que esté
en mi esencia."
Flavio,
9 años.
Semillas Solares.
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