29 de noviembre de 2013

ENCARNAMOS PARA AMAR LA VIDA.


El amor aterroriza al ego, siempre temeroso ante los sentimientos profundos y las emociones intensas. Pero un buen día llamamos al amor desde el corazón, como si fuera un globo aerostático que nos mueve en medio de la tormenta. 
¿Cuándo se niega el amor? Cuando rechazamos el cambio continuo de la existencia y queremos congelar lo que ahora sentimos y vivimos para que nunca cambie. O también cuando nos consideramos tan avanzados que creemos no necesitar a nadie más cerca de nosotros. 
Pensamos que podemos hacer todo el camino solos, sin necesidad de una mano amiga o una mirada de amor en los ojos de la pareja. Así detenemos el amor que otro nos quiere entregar, cuando no nos sentimos con fuerzas suficientes para ser vulnerables a ese amor, a lo que se nos ofrece.
También negamos el amor cuando rechazamos conectar con quien nos está amando de manera sincera, o cuando nos entregamos a medias en el juego amoroso en vez de estar totalmente presentes en el aquí y ahora del amor. 
Dando lo que somos plenamente, con nuestros sueños, pensamientos, ilusiones y realidades materiales. Y negar el amor nos debilita, nos hace perder integridad. Porque el amor está en todas partes, e inunda cada partícula del universo. 

Negarse a un encuentro es poner barreras al amor, un encuentro que quizás sea sólo para agradecer o para mostrarnos parte de nuestra sombra no resuelta. Para regalarnos algo o para mirarnos a los ojos. La clave es entregar nuestro amor a todos los que nos ofrecen el suyo, e incluso a todos los que por una u otra situación decidan no aceptarlo en cualquier momento.
Guardar el amor esperando que llegue la persona perfecta para recibirlo, es fermentarlo en el corazón y pudrir sus manifestaciones futuras. Cuando después de largos años llega el momento de sacarlo a la luz, ya no es brillante ni ligero, sino una pesada carga que intenta agarrarse como una ventosa, que busca la seguridad de congelar el futuro y obtener promesas incumplibles… Es sentir el placer de la unión y es la fuerza material que mueve la creación y la plasmación de nuestra vida en los planos de la materia-energía.
Para eso encarnamos en la tierra, para sentir el amor en nuestros cuerpos, en nuestros huesitos, en la sangre y a través de estructuras hormonales complejas. El amor se siente en las emociones y en las sensaciones, y por eso los seres de las estrellas tienen que contemplarlo y sentirlo a través de nosotros y de nuestros límites, que son realmente trampolines para encarnar el amor. Los cuerpos humanos pueden y deben manifestar el amor en sus gestos, en sus movimientos creativos, en sus células, porque han sido diseñados por grandes maestros y dotados de enormes cualidades de expresión sensible. Desde el palpitar del corazón a las lágrimas, desde los escalofríos hasta los abrazos, todo en el cuerpo humano es capaz de manifestar la luz con la que está construido.
Puedes alejarte del amor por miedo a sus consecuencias, puedes tratarlo como una mercancía, puedes transformarlo en frialdad y rigidez de gestos para dominar a la otra persona, puedes degenerarlo con impulsos contra natura para satisfacer tus traumas infantiles, puedes esconderlo como un tesoro codiciado y no enseñarlo a nadie… Pero en cada uno de estos ejemplos estás destruyendo el amor.
Simplemente invoca el amor desde tu sagrada presencia y que llegue con toda la sensibilidad que tu ser sea capaz de admitir en este instante, para el mayor bien de todos los implicados.
Emilio Fiel.

1 comentario:

  1. Wow!!! Me encantaaaaa!! Se puede decir más alto, pero no más claro...

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