6 de octubre de 2014

MEDITACIÓN EN LA VIDA COTIDIANA.


El alumno pregunta: Maestro, ¿cómo se practica la meditación en la vida diaria?
-Comiendo y durmiendo.
Pero maestro, cualquier ser humano come y duerme.
-  Sí, pero no cualquiera come cuando come y duerme cuando duerme.

Todos meditamos, en algún momento del día. 
Realizamos algo que nos absorbe, de manera que estamos justo allí, con el pensamiento y el cuerpo enfocados en lo mismo, no dispersos. 
Meditar es estar donde estamos, haciendo aquello que hacemos, en el momento y lugar donde lo realizamos.
 
Y para ello, no precisamos ningún artilugio, ni siquiera ir a un lugar específico.
Meditar es darse cuenta cada vez más de lo que sucede alrededor. 
No preocuparse por lo que vendrá o ha pasado, sino ser y estar en el ahora. 
Permitirse estar alerta. 
Es un proceso placentero, más que una meta. 
Un viaje inspirador más que un destino. 
No es ponerse en trance, aislarse de la realidad, dormirse, poner la mente en blanco, no pensar en nada, ni perderse en los pensamientos y olvidar quiénes somos o dónde estamos, aunque todo ello o algunos de esos estados, pueden ocurrir mientras meditamos. 
Es rejuvenecer la conciencia más inmediata y limpiar la percepción.
Meditar nos abre las puertas de la vida cotidiana, nos capacita para incidir en ella, mejorarla y a veces, trascenderla.
Además, tiene efectos fisiológicos positivos: reduce la presión sanguínea, regula el pulso, disminuye el índice metabólico y el nivel de concentración del suero de varias substancias. 
Elimina el estrés y la ansiedad. 
Concentra.
   
La actitud.
La meditación se inicia con nuestra actitud: la que advierte, acepta y valora el presente como semilla y lugar de transformación. 
Donde suceden las cosas importantes de la vida: el amor, la libertad, la alegría, la amistad, el sosiego, la plenitud, la belleza, la paz, la dicha, la verdad, la creatividad  o el silencio. 
El presente es lo único que poseemos, aunque sea fugaz, imprevisto o nos dé miedo. No aceptarlo porque no nos parece que sea bueno, desarrolla una actitud resistente contra él. 
Decía un sabio: “Aquello a lo que nos resistimos, insiste. Aquello que aceptamos, nos transforma.” 
Si no aceptamos el presente como es y deseamos cambiarlo, estaremos manipulándolo hasta el fin de nuestros días, siempre insatisfechos, y no podremos transformar el futuro. 
Para cambiar el futuro debemos aceptar plenamente el presente.
Al meditar, la ausencia de aceptación del presente, nos lleva a esforzarnos y producir más tensión. 
Meditar no consiste en esforzarse, sino en asimilarse al proceso meditativo naturalmente y, a partir de ahí, posibilitar la transformación. 
    
La relajación.
El siguiente paso hacia la meditación es la relajación. 
Aunque a veces con la primera llega la segunda, otras deberemos comenzar con la segunda para llegar a la primera. 
En este caso sugerimos dos ejercicios:
  1. Tumbados en el suelo, percibiremos los puntos de contacto con éste y la respiración. Sintiendo el peso del cuerpo al espirar.
  2. O partiendo de la posición de rodillas, nos sentamos sobre las pantorrillas, doblamos el tronco hacia delante y colocamos la cabeza en el envés de las manos. Una vez tranquilizada la respiración a través de esta posición, seguiremos con la meditación propiamente dicha.
Sentados como una montaña.
La estabilidad mental está íntimamente conectada con la estabilidad corporal. 
La meditación es práctica, se realiza en primer lugar desde la posición corporal. Recomendamos la postura sentada. 
La comodidad es fundamental para empezar, no se puede comenzar con sufrimiento, dolor o frío. 
La espalda recta, “Como una flecha dirigida al cielo”, sin que esté rígida. 
Como si el punto más alto de la cabeza fuera atraído por el cielo, con las piernas estables en el suelo, sintiendo el espacio entre los dos.
Después podemos colocar las manos en el regazo en la posición que nos plazca.
Siéntese como una montaña con majestad firme y estable. 
Por fuertes que sean los vientos que soplen en su contra, por densas que sean las nubes que se arremolinen a su alrededor, la montaña continua en su grandeza, fuerza y magnanimidad.

Métodos para meditar.
Si conseguimos serenarnos y estar en el presente de manera natural y espontánea o realizando una actividad, como cuidar de nuestras plantas, tocar un instrumento, cantar o leer un libro, no precisamos ningún método de meditación. 
De hecho intentar utilizar un método, cuando encontramos ese estado por otros conductos, es contraproducente.
Buda enseñó 84.000 maneras distintas de apaciguar la mente y conocerla, y otros tantos son los métodos para meditar. 
Los tres métodos más importantes son:
  1. Concentrarse en un objeto.
  2. Recitar palabras o mantras.
  3. Escuchar la respiración .
Se puede meditar mirando o imaginando un objeto agradable o sugerente, que nos proporcione paz. 
Cuando el pensamiento nos arrastra hacia su torrente de imágenes, palabras o ideas, volvemos la percepción hacia el objeto o la imagen. 
Éste brinda un refugio en el que cobijarnos de la tormenta. Podemos utilizar fotos, la llama de una vela, una flor...

Gerard Arlandes


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