20 de febrero de 2014

¿QUÉ HARÍAS SI NO TUVIERAS MIEDO?


Las emociones son fundamentalmente adaptativas: el miedo nos advierte del peligro.
Las emociones nos preparan para la acción: el miedo nos prepara para huir.

Las emociones nos informan, son el resultado de las situaciones que vivimos en relación a nuestro bienestar.
El miedo saludable es una reacción a algo que está ocurriendo aquí y ahora, algo que compromete nuestra seguridad.

Sin embargo existe otro tipo de miedo, que es una reacción a otras experiencias pasadas y a anticipaciones de una probable (que no necesariamente real) amenaza futura. 

Miedos más complejos y abstractos; miedo a la soledad, a la intimidad, al abandono, al rechazo…

Hay cosas que hacemos por miedo, como agradar, priorizar los deseos de los otros, callar lo que pensamos o lo que nos molesta y hay otras que dejamos de hacer, por el qué dirán, por sentirnos incapaces, por el miedo al éxito, sí, el miedo al éxito también existe.
Estos miedos nos alejan de nuestros deseos, nos estancan en la comodidad de lo que ya conocemos. 

Todos los días podemos hacer elecciones basadas en nuestros temores o en nuestra confianza.
El truco consiste en actuar a pesar del miedo. 

Si le prestamos demasiada atención  engorda, si intentamos reprimirlo o negarlo es inútil y peligroso pues seguirá estando ahí, pero cada vez más dentro y más lejos de nuestra conciencia. 
Se ocultará pero continuará ejerciendo control e influyendo en nuestra toma de decisiones aunque de una forma tan indirecta que ya no nos daremos cuenta.

Es importante comprenderlo, aceptarlo, captar la información que nos da y usarla en nuestro beneficio.
El primer paso es identificar el miedo, qué es exactamente lo que nos asusta: ¿Qué me da miedo? ¿Cuándo aparece?
El segundo es el autoanálisis: ¿Qué creencias negativas sobre mí, los demás y el mundo sustentan este temor?  
El miedo está muy unido a la falta de amor. 
Falta de amor hacia uno mismo, creerse incapaz o inadecuado ante determinadas situaciones. 
Y falta de amor hacia los demás, a los que percibo como una amenaza.
Los miedos también esconden beneficios secundarios, motivaciones ocultas: ¿Qué nos aporta no enfrentarnos a ciertos temores? ¿Evitar la responsabilidad adulta? ¿Achacar la culpa o manipular?
Y un examen del propio miedo: ¿Es un peligro real?, ¿Es un sentimiento recurrente? ¿Es una respuesta a lo que está sucediendo ahora o es un producto del pasado?
El miedo en algún momento nos sirvió, nos protegió, el problema es que persiste y se generaliza en situaciones actuales, donde ya no resulta útil.
Y por último, no hay escapatoria, la clave es afrontar el miedo. 
Puede que necesites proceder de forma gradual o precisar más tiempo, está bien, pero hay que hacerlo.
El miedo forma parte de la condición humana, la vida conlleva cambios. 
Enfrentarnos al miedo es indispensable en nuestro camino si queremos avanzar, desarrollar plenamente nuestras capacidades, perseguir nuestros sueños…

«El miedo
ES LOCO
sí, a veces es tan ridículo, tonto, exagerado, mandón que sin
dudas es loco.
ES DE OTRO
sí, siempre hay otro que es el dueño del miedo, hasta cuándo
vamos a dejar que sea ese otro el que haga y deshaga con
nuestra vida.
ES DE AYER
sí, todas las explicaciones e historias del miedo tienen como
prueba lo que antes pasó, pero nosotros queremos mañana,
terminemos con el ayer.
ES DE UNO
no importa si muchos otros tienen el mismo miedo, este miedo
es mío y si es mío puedo decidir que no lo quiero más.
ES UN JUEGO
pero a veces no nos damos cuenta que estamos jugando y nos
olvidamos de que cuando uno juega puede de pronto
pararse y decir… basta, no juego más»
(fragmentos del libro Miedo Coraje Voluntad Ganas; Luis Jait)

Natalia Sánchez.

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