Este es uno de los principales consejos que Matthieu Ricard da a quienes buscan la felicidad.
En 1972, Matthieu Ricard era una promesa de la bioquímica. Un encuentro casual con el Budismo, lo llevó a cambiar su rumbo y después de 40 años viviendo en el Himalaya, continúa ampliando su consciencia y cada día es más feliz.
En esta entrevista comparte algunas de las cosas que ha aprendido, así como también la importancia de ser conscientes sobre la salud mental y cómo utilizar el tiempo de modo significativo y productivo.
En 1972 eras genetista molecular en Francia. Habías terminado tu doctorado y tomaste una decisión que cambió tu vida ¿Puedes describir ese viaje?
Tuve una adolescencia increíble. Mi padre era filósofo y mi madre era pintora, así que nuestra casa siempre estaba llena de escritores y pensadores. Yo mismo era músico, conocí a Stravinsky cuando tenía 16 años. Mi tío era explorador y en el laboratorio me acompañaban dos ganadores del Premio Nobel de medicina. No podría haber estado rodeado de mejores personas en todas las áreas de la vida.
Luego, cuando tenía 20 años, vi algunos documentales sobre los maestros tibetanos que habían escapado de la invasión en el Tibet. Y cuando vi esos rostros, pensé: “Aquí están Sócrates y San Francisco de Asís, vivos en nuestra era. ¡Voy a ir allá!” Así que fui. Y luego en algún momento recuerdo haber pensado, “Bueno, es interesante estudiar la divisón celular pero si pudiese comprender un poco mejor los mecanismos de la felicidad…”
Así que me retiré a los 26 y he hecho mi post doctorado en el Himalaya durante 45 años.
¿Qué significa la palabra ‘quietud’ para ti?
Existe la quietud exterior, que es algo predominante en esta habitación, excepto por el ruido que estamos haciendo, sin embargo también existe la quietud interior. La pregunta real es ¿Cómo puedes integrar ambos tipos de quietud?
Usualmente existe esta sensación de que ponemos todas nuestras esperanzas y miedos fuera de nosotros. “Si tengo esto o esto otro entonces todo estará bien. Si no lo tengo, no puedo ser realmente feliz”. Por supuesto que deberíamos mejorar las condiciones en las que se encuentra el mundo. Dirijo 140 proyectos humanitarios así que sé lo que es estar al servicio de otros y me regocijo en ello, pero al final lidiamos con nuestra mente desde que nos levantamos hasta que nos acostamos y ella puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo.
Si no lidiamos con las condiciones internas que nos llevarán al bienestar, entonces estamos en problemas. Y eso es lo que es la quietud interna, no es ese cliché de la meditación que dejas tu mente en blanco y te relajas. La quietud es evitar el aspecto negativo de tu mente para luego poder lidiar con tus pensamientos y emociones o a veces para poder sólo sentarte y descansar siendo consciente. Es un lugar de mucha paz.
Es común en nuestra cultura confundir la quietud con no hacer nada. Hablando en términos prácticos, ¿Cómo podemos llegar a ese lugar, aunque sea por algunos minutos todos los días?
La gente dice que está tan ocupada que no puede darse unos 20 minutos extras. Si las personas de Nepal vienen a París y ven a las personas nerviosas desde muy temprano o andando en bicicleta de aquí para allá, creerán que están locos. Si darte 15 minutos de quietud pueden tener un impacto positivo en las 23 horas y 24 minutos que quedan en tu día, incluyendo en cómo duermes y tus relaciones humanas, merece la pena. Así que, decir “No tengo tiempo” es como ir al doctor para que te den una receta y luego decirle al doctor “¡Es imposible, no puedo tomarla!”.
Gran parte de nuestra vida se desarrolla dentro de nuestra cabeza. Este proceso de intentar experimentar la quietud también puede ser un proceso para trabajar con nuestra ansiedad ¿No?
El budismo se parece a estar en la base del Everest: no hay duda que la montaña esta ahí, pero puede que tengas dudas sobre ser capaz de subirla. ¿Seré lo suficientemente buen observador o tendré la determinación necesaria? En el caso del budimos no existe este misterio. La iluminación es la eliminación de la confusión metal, eliminar el odio, la envidia, las toxinas mentales y los deseos. Es muy simple. Si es que puedes o no puedes hacerlo es otro tema. Pero no tendrás esas dudas existenciales y fundamentales, tiene más que ver con cansarse a lo largo del camino y con tener que buscar fortalezas dentro de ti, pero creo que es muy distinto a todo lo demás.
¿Es tan fácil encontrar esos lugares y llegar a esta quietud? Porque parece difícil.
Es fácil y difícil. Es fácil pero toma tiempo. El Dalai Lama usualmente dice, “El problema en Occidente es que las personas quieren que la iluminación sea rápida, sencilla y, si es posible, barata”. Al referirse a barata, no se refiere al dinero, sino que a “hacerlo de forma casual y que funcione”. Pero no te puedes convertir en pianista instantáneamente, no nacemos sabiendo leer y escribir, todo nos llega con práctica y ¿Qué tiene eso de malo? Las habilidades no aparecen sólo porque desees tener más compasión o ser más feliz. Pero de alguna forma, este esfuerzo es una forma de felicidad. Todo aquel que entrena para hacer algo, los músicos o los deportistas, saben que existe un tipo de felicidad en su entrenamiento, incluso si parece duro. Así que, en ese sentido, toma tiempo. Pero ¿Por qué no emplear bien ese tiempo? No nos importa gastar 15 años en educación, así que ¿Por qué no hacer lo mismo cuando se trata de ser mejor ser humano?
Ted
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