26 de agosto de 2015

A LOS ANIMALES, MIRARLOS A LOS OJOS

¡Si se les mirase a los ojos!...

He visto hace un par de días la película titulada "Señor Manglehorn", en la que Al Pacino interpreta magistralmente el papel de un hombre profundamente desencantado y que canaliza su amor hacia su nieta y su gata. 

Sin ningún tipo de dudas, declara: "En este mundo hay un gran número de granujas que echan a los animales por tierra". 

Por fortuna, también hay un gran número de personas que los aman y velan por ellos,
que se entrega en cuerpo y alma a los mismos, sin regatear ningún esfuerzo y trasladándose a donde haga falta para atenderlos cuando se han perdido o herido. 

La otra tarde vino a merendar a casa un buen amigo y me preguntó qué sentía por mi gato Emile. 
Le dije: "Le amo. No me juzga, no evalúa, no compara, es conmovedoramente inocente, nunca acarrea rencor. Me abre el corazón". 
A menudo nos miramos Emile y yo con fijeza e intensidad. 
Me percato de sus estados de ánimo: cuándo está alegre o triste, vital o apático, eufórico o melancólico. 
Me miro en sus ojos y veo su mundo interior constelado en los mismos. 
Hay que mirar a los ojos de nuestros hermanos los animales; forman parte de la gran familia de seres sintientes. 
Muchos cazadores que matan por diversión, dejarían de hacerlo si mirasen a sus ojos. Algunos toreros dejarían de torturar al toro si contemplasen sus ojos. Los toros lloran, sin duda, como los elefantes en libertad ríen, sin duda. 
Si el que va a abandonar a algún animal, mirase sus ojos, tal vez no lo haría. 
Y si a los niños se les hiciera comprender que toda forma de vida es sagrada, no se dedicarían a quitarle las alas a los saltamontes, pisotear hormigas o jugar cruelmente con los cangrejos que llegan a la playa. 
Si nosotros tenemos alma, los animales también la tienen. 
Son criaturas que sienten, que sienten igual que nosotros. 
¡Me encuentro tan dichoso cuando cada mañana abrazo a Emile y tan desgraciado cuando escucho las atrocidades que se cometen con los animales!. 
¡Qué poco dice de un país que parte de sus gentes se diviertan a costa de matar, maltratar o humillar animales! 
Ojalá llegue el día, como dijo Buda, en que todos los seres sintientes sean felices. 
Ojalá llegue el día en que nos demos cuenta de cuánto les debemos a esos maravillosos compañeros que son los animales. 
"Emile, déjame que te diga algo aunque no sepas leer. Te quiero. Gracias por haber venido."
Ramiro Calle


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