28 de febrero de 2013

JORDI CAMPOS. MÉDICO NATURÓPATA, CRUDÍVORO Y VEGANO.


"Dieta vegetariana y actitudes correctas pueden sanarte".

Vegetariano desde...?
Mis padres eran ya vegetarianos cuando yo nací.
¿Y sus abuelos?
Mis dos abuelas coincidieron en la consulta de un médico vegetariano..., y adoptaron la dieta vegetariana en sus respectivas familias.
Vegetariano de segunda generación.
Y mis hijas también.
Por entonces se decía que los niños vegetarianos se mareaban...
¡Qué va! hice deporte. ¡Hay grandes deportistas vegetarianos! Navratilova, Carl Lewis, Van Damme...
Un compañero mío de pupitre era vegetariano... ¡y mordía mi bocata de chorizo!
A mí, el olor ya me hubiese echado atrás. Jamás he comido carne ni pescado.
¿Nunca?
¡Me repugna! Ni mis padres ni mis hermanos han comido jamás carne ni pescado.
¿Es una militancia?
Una opción moral. Por eso hoy soy vegano: no como nada de origen animal. Ni huevos ni lácteos. Quien quiera comer carne o pescado... que mate personalmente al animal.
Pero la especie humana ¡es omnívora!
Los grandes primates son vegetarianos, y los humanos comíamos carne y pescado ocasionalmente. ¡Hoy se comen en exceso! El organismo se sobrecarga, y de ahí nuestras enfermedades: articulaciones inflamadas, arterias bloqueadas, alergias, diabetes...


¿Y qué tiene de malo el pescado?
Su grasa se satura de metales pesados y tóxicos, dada la contaminación de los mares.
Los vegetales llevan agrotóxicos...
Peor es que carne y pescado carguen con la vibración de sufrimiento y miedo del animal. Aconsejo, eso sí, el cultivo biológico.
¿No le aburre comer sólo vegetales?
Me gusta. Y soy crudívoro: el 90% de los vegetales que ingiero son crudos, frescos, vivos. ¡Ayuda a las células a renovarse! Como ensaladas variadas, muchas frutas...
¿Y de dónde saca la proteína?
La de los cereales basta, ¡no necesitamos más! Se exagera con las proteínas. Ese olor tan raro de los gimnasios... emana del sudor de los deportistas, inflados de proteínas.
¿Ser vegetariano le llevó a ser médico?
Quería ayudar. Fui médico en el hospital Clínic. Fui cirujano..., pero abandoné.
¿Por qué?
Vi que la medicina convencional sólo pone parches. Sirve para el remedio drástico, urgente..., pero superficial: ¡no cura de verdad!
¿No cura?
Sólo te curas de verdad desde dentro de ti mismo. El buen médico es el que sabe despertar a tu médico interior, ¡que es el único que podrá sanarte de verdad!
¿Tengo un médico dentro de mí?
Sí. Todas las enfermedades de tu cuerpo tienen raíz anímica, espiritual. Si te ayudo a descubrir esa causa espiritual..., ¡se sana tu psique, y eso sanará tu cuerpo!
¿Cómo llama a esta medicina?
Medicina holística, suma de medicina psicosomática y medicina natural. Como base, mis pacientes adoptan la dieta vegetariana, en su mitad crudívora.
¿Qué enfermedades aborda así?
Disfunciones visuales, alérgicas, dérmicas, reumáticas, artríticas, anímicas... Prescribo dieta vegetariana y un cambio de actitudes.
¿Actitudes?
Los pensamientos, las palabras y los actos ¡son muy poderosos y pueden hacer enfermar tu cuerpo! Sanando actitudes -ideas, palabras, hábitos...- sana el cuerpo.
¿Y así trata disfunciones visuales?
¡Sí! El 60% de la población europea usa gafas: enfermedad de la civilización. ¡Y la miopía se cura! Llevas gafas: por miopía, ¿no?
Desde los 10 años. Hoy, diez dioptrías.
Cuantos más años lleve tu ojo con gafas, y cuantas más dioptrías tenga, más difícil para ese ojo dejar de ser miope. ¡Pero se puede! Un paciente mío con 10 dioptrías... dejó de ser miope en 18 meses: cero dioptrías.
Me sorprende. ¿Cómo es posible?
El miope suele serlo a causa de una personalidad sensible, con tendencia a retraerse, a ver amenazas afuera, a tener miedo, a recogerse en el intelecto.
Me reconozco así cuando era niño.
Esa tensión interna te provocó la miopía. Fue erróneo graduarte lentes cuando todavía tenías poquitas dioptrías e ir aumentando su graduación cada vez: ¡el ojo se acostumbró, no tuvo oportunidad de reponerse!
¿Acaso podía haberse repuesto?
Sí. El ojo es terminación del sistema nervioso, espejo del alma... Y eso va cambiando. ¡Lo primordial es ser consciente de tus tensiones y miedos, y modificar esas actitudes!
¿Y luego?
Quítate las gafas. Contacta con la naturaleza. Pasea por el campo. Mira a lo lejos. Practica técnicas de relajación y respiración...
Pero es que sin gafas ¡estoy perdido!
Si durante el tratamiento te las pones lo mínimo posible, y vas disminuyendo paulatinamente su graduación..., tu ojo vuelve a esforzarse para ver bien lo que pasa alrededor.
¿Qué más necesitaría para lograrlo?
Alegrías. Y, sobre todo, una fortísima motivación: ¡sin eso no hay dieta vegetariana que valga! El ojo acaba por reflejar tu claridad interior. Y brillará más.
Vegetarianismo y espíritu, salud psicofísica... ¿Cuál es su conclusión, su máxima?
Ama a la naturaleza. Ama a la vida. Ámate a ti mismo, ama a todos. Y todo lo que hagas contra las leyes del amor te enfermará. ¡Nada hay más curativo que el amor!
Víctor M. Amela.

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