Cuando te encuentres atascado o sientas que no avanzas, que todo te parece igual, echa la vista atrás y has un pequeño balance de lo vivido hasta ahora.
¡Encontrarás que han cambiado muchas cosas en ti y en la sociedad también!
Si eres mujer, ¿Recuerdas a qué jugabas de pequeña? Cuando te preguntaban: ¿Qué quieres ser de mayor, te acuerdas lo que respondías?
La mayoría de las niñas jugábamos a "ser mamás", a casarnos y tener hijos, a preparar comidas, a coser ropa para los muñecos...
Repetíamos arquetipos que nos habían transmitido o copiábamos los patrones que veíamos en el día a día. El sentirse realizada como mujer, pasaba por tener un hombre al lado que resolvería todos los problemas, las expectativas se centraban en casarnos, tener hijos y ser serviciales con el hombre que no siempre habíamos elegido. Ya se encargaban los cuentos infantiles de recordarnos qué podíamos esperar de la vida si eras mujer: "Vivir la eterna frustración de esperar la llegada del príncipe azul, aquel que se comprometió a rescatarte del aburrimiento y de los peligros de la vida, aquel que estaba dispuesto a matar a todos los dragones para finalmente liberarte".
Ahora bien, si eres hombre, hazte las mismas preguntas: ¿A qué jugabas de pequeño? ¿Qué querías ser de mayor?
Seguramente a lo mismo que la mayoría de los niños de aquella época.
Muchos jugaban a los llamados "juegos de chicos": nada de cocinitas, ni muñecos y mucho menos nada relacionado con el color rosa ¿Te acuerdas? En líneas generales los niños respondían que de mayor querían ser como su papá, trabajar en lo mismo que él, o ser policías o bomberos, estas profesiones le ofrecían la oportunidad de cumplir con el rol de salvadores, chicos fuertes y valientes.
Es así como los futuros hombres de aquella época cumplían con las expectativas familiares o sociales de "tener" una mujer a su cargo.
Ninguno de los roles ha sido fácil, la mujer relegó sus necesidades, sus ilusiones, aparcó el impulso de ir al encuentro de otra forma de vida que la llenara más, se autoafirmaba en que, aunque su vida no se parecía en nada a los cuentos de hadas, ese estilo de vida, le daba cierta seguridad.
Los hombres han cargado con la responsabilidad de que no faltara nada material en su familia, era su obligación trabajar de lo que sea y donde sea, incluso pasar largas temporadas fuera, daba igual si les gustaba lo que hacían o si se sentían solos, ¡Los hombres no lloran! esta frase la recordarán muchos de ellos.
En tan solo unos pocos decenios estos roles o arquetipos, se están desmoronando.
Todavía quedan lugares en el mundo donde se siguen dando estos comportamientos pero, mucho se ha cambiado y mucho se sigue avanzando.
Ya no es tiempo de salvadores ni salvados, ni de víctimas ni de agresores, ni de roles definidos no sé por quién.
Nadie salvará a nadie, cada uno se basta por sí mismo, cada uno elige cómo vive su vida.
Ahora sabemos que no vendrá ningún salvador a liberarnos de nada, nos hemos dado cuenta que los dragones no están fuera, viven en nuestro interior y nadie puede acceder a esa parte tan íntima de nosotros más que nosotros mismos, si lo que queremos es liberarnos de las etiquetas, seremos nosotros quienes tenemos que quitárnoslas y dejar de ponérselas a los demás.
Poco a poco vamos viendo la transformación que está ocurriendo en cada uno y en la sociedad.
Hombres más sensibles, que lloran sin esconderse, que buscan en su interior, que van soltando el peso de la responsabilidad impuesta y mujeres más activas, que se atreven a ser autosuficientes, que dejan de sentirse obligadas a continuar siendo serviciales.
Todo esto es el resultado de un proceso de transformación, de un desarrollo interno, es el resultado de que hombres y mujeres, mujeres y hombres, están yendo a la búsqueda de su propio rescate, estamos yendo al encuentro del auténtico femenino y masculino, dos polaridades que están destinadas a fusionarse.
Falta mucho por hacer, estamos en ello pero las semillas han comenzado a germinar.
Semillas Solares.
Así me lo han dicho.
Fantástico! Aunque todavía hay mucho que cambiar en las relaciones entre hombres y mujeres.
ResponderEliminarMe acordé de muchas cosas de niña que se me habían olvidado y la verdad que sí que cambiamos mucho. Gracias Rosa