Cuando estaba en la India en el ashram de Amma, la mujer del abrazo maternal, escuché una maravillosa historia que aporta una nueva perspectiva a la meditación.
Uno de sus swami estaba dando una charla. Un swami es aquel que ha hecho votos de pobreza, castidad y obediencia y está al servicio de su maestro. Este swami en particular era terriblemente guapo, con chispeantes ojos pardos, una voz muy melodiosa y una risa contagiosa. Una de sus tareas era dirigir la meditación nocturna del templo. Con su voz profunda recitaba tres cantos de Ma Ohm. Lo hacía con gran reverencia y se podía escuchar volar una mosca entre los miles de devotos. Estaba claro que hacía algo que le encantaba.
Él nos contó la siguiente anécdota: un día, cuando el templo se encontraba abarrotado de gente, como siempre esperó a que se hiciera el silencio absoluto antes de empezar. Todos entonaron el hermoso Ma Ohm. El sonido se iba apagando en el silencio cuando un niño pequeño cantó, con voz alta y aguda “Ohhhm”. Todo el mundo reprimió la risa y él se puso furioso.
Recobró la compostura y entonó el segundo Ma ohm. De nuevo el niño rompió el silencio con otro “Ohhhm” y toda la gente del templo se puso a reír. El estaba realmente rabioso. Ese niño estaba estropeando su maravillosa meditación.
No podía hacer otra cosa que entonar el tercer Ma ohm con tanta compostura como fuera posible. Al final, el incontrolable niño se rió en voz alta y todo el mundo empezó a morirse de risa.
Él estaba tan enfadado con ese chiquillo que había arruinado su meditación, que se dispuso a decirle a Amma que en su opinión, debería prohibirse la entrada a los niños en el templo durante la meditación.
En cuanto le fue posible, fue a ver a Amma.
-Amma, con respecto a ese niño… -exclamó airado.
-Sí -dijo ella con dulzura, -¿no te pareció encantador?
-¡Encantador! ¿Qué quieres decir con encantador? -exclamó él. Ese niño estropeó mi meditación.
Amma le miró con ternura.
-Creo que estás equivocado- le dijo-. La meditación no tiene nada que ver con ponerse serio o solemne.La meditación trata sobre la dicha, la felicidad, la alegría y ese niño aportó la dicha pura de la inocencia, la felicidad en estado puro, la magia de lo imprevisto. Ese niño sin saberlo, te ha dado una oportunidad para que revises tu rigidez. Cuando dejes de ser tan rígido contigo y te permitas reir, lo comprenderás.
Extracto del libro “Las 36 leyes espirituales de la vida”, de Diana Cooper
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