Es el líder espiritual de los esquimales y representa a los pueblos árticos en Naciones Unidas.
Angaangaq es un hombre muy cálido para venir del frío ártico. Cuando me lo presentan, me recibe con un cariñoso abrazo de oso y no deja de reír durante toda nuestra conversación. Encima de la mesa está su tambor de chamán, que lo acompaña a todas partes puesto que es el líder espiritual de las tribus esquimales de Groenlandia. Además de esto, Angaangaq representa a los pueblos árticos en Naciones Unidas y su gente le ha encomendado una misión que va más allá de cuidar de la salud de los suyos como chamán. Recorre el mundo enviado por los más ancianos de su cultura para hacernos llegar un mensaje: el Gran Hielo se derrite y nadie debería permanecer impasible.
¿Cuál es la misión de un chamán en el siglo XXI?
Volver a traer las ceremonias. Hemos perdido la celebración de la vida. Mi abuela me decía que la vida es una ceremonia en sí misma y que merece la pena celebrarla cada día. Pero cuando las ceremonias pierden su espíritu, se convierten simplemente en rituales. Y el mundo está lleno de rituales. Cuando miro Europa, veo que la gente hace cosas porque así deben hacerse. En todos esos rituales vacíos, el espíritu hace mucho tiempo que se marchó. La responsabilidad del chamán en el siglo XXI es recuperar las ceremonias para todo el mundo. Con las ceremonias conseguimos que vuelva la sonrisa al corazón y, de esa forma, tu cuerpo vive, tu espíritu florece y se hace más fuerte. Debemos vivir y celebrar la belleza de nuestras vidas. Cuando miras con el corazón, eres capaz de ver esa belleza increíble.
¿Qué ceremonias podemos hacer nosotros, que vamos por la vida siempre acelerados?Volver a traer las ceremonias. Hemos perdido la celebración de la vida. Mi abuela me decía que la vida es una ceremonia en sí misma y que merece la pena celebrarla cada día. Pero cuando las ceremonias pierden su espíritu, se convierten simplemente en rituales. Y el mundo está lleno de rituales. Cuando miro Europa, veo que la gente hace cosas porque así deben hacerse. En todos esos rituales vacíos, el espíritu hace mucho tiempo que se marchó. La responsabilidad del chamán en el siglo XXI es recuperar las ceremonias para todo el mundo. Con las ceremonias conseguimos que vuelva la sonrisa al corazón y, de esa forma, tu cuerpo vive, tu espíritu florece y se hace más fuerte. Debemos vivir y celebrar la belleza de nuestras vidas. Cuando miras con el corazón, eres capaz de ver esa belleza increíble.
En mi mundo, en invierno, el sol no sale, desaparece, y cuando por fin vuelve, vamos a las montañas todos nosotros y hacemos un pequeño fuego en el suelo porque nos calienta y nos recuerda que la oscuridad se acaba. Entonces, la luz del sol empieza a acariciarnos y podemos ver la belleza. Los más ancianos dicen que El Más Grande de Todos, el Sol, ama a las personas porque nos da la oportunidad de contemplar la belleza a nuestro alrededor y a cada uno de nosotros. Una ceremonia que se puede hacer en casa es abrir las cortinas y dejarse extasiar por el amanecer, porque ese es el reflejo de tu propia belleza. Desde tu corazón piensa que eres hermosa porque el sol es hermoso. Puedes hacer esta ceremonia cada día... y, después de esto, te tomas una taza de café.
Usted viaja por el mundo con un mensaje de los más ancianos de su cultura.
Hace muchos años que voy por el mundo dando conferencias en muchas partes. Mi responsabilidad es llevar el mensaje de los más ancianos de mi pueblo. Yo soy su portavoz. Y cada vez que hablo en esas grandes reuniones ante diez mil personas, todos me aplauden y mi ego se hace enorme. Entonces vuelvo a casa y lo cuento. Pero en mi pueblo me preguntan: “¿Han escuchado tu mensaje”. “Sí, me han dado una ovación tremenda.” Y de nuevo preguntan: “¿Pero han escuchado tu mensaje?” Y me doy cuenta de que no ha sido así. Me quejo a mi madre y ella me dice: “Sabes, hijo, vas tener que cambiar la forma de dar ese mensaje”. Y ella cierra sus ojos, me coge las manos y, con los ojos cerrados, me dice: “Hijo, vas a tener que aprender a derretir el hielo del corazón de los hombres. Solo así tendrán una oportunidad de cambiar y podrán utilizar su conocimiento sabiamente”.
Los políticos no es que no puedan pararlo, es que hacen oídos sordos. ¿Y cómo se consigue derretir el hielo en nuestros corazones?
El Gran Hielo de donde yo vengo es muy grande. A menos de cuarenta grados, cuando tocas el hielo la huella de tu mano se queda ahí en un minuto. Es una reacción química sencilla, porque hay 77 grados de diferencia con el calor de tu mano. Y esa es la forma en que se derrite el hielo en la tierra. El hielo más difícil de derretir es el del corazón de los hombres, pero solo así tenemos una oportunidad de cambiar y de utilizar el conocimiento sabiamente. La temperatura de la Tierra sigue subiendo, el gran océano crecerá y muchos lugares ahora habitados estarán bajo el agua. Pero nadie piensa en ello. Sabemos que el Gran Hielo de Groenlandia desaparecerá, y el del Ártico, y también la Antártida. Cuatro metros es un muro de agua, es más alto que tú y que yo, ¿qué hacemos? En Londres se han gastado 16 mil millones de euros en construir un dique; en Venecia, gastaron cien mil millones de euros para salvar la vieja ciudad, pero solo lo han construido un metro de alto. Y científicamente sabemos que el agua puede llegar a crecer en este siglo cuatro metros. Tenemos muchas cosas que cambiar. Los más ancianos dicen que es demasiado tarde y que no podremos parar el deshielo. Nuestros políticos no van a poder pararlo, ni nuestra economía. O sea que ¿qué nos queda por hacer? Cambiar aquí [se señala el centro del pecho], derretir el hielo del corazón. La responsabilidad está en ti, en cada uno de nosotros. Ellos no van a cambiar nada. Di una conferencia en la Universidad de Cornell, en Nueva York, había muchos profesores y les dije que es muy bueno enseñar a usar sabiamente el conocimiento de los más ancianos, pero los profesores me dijeron: “No podemos hacer eso, nuestra responsabilidad es que los estudiantes pasen los exámenes”. ¡Esa es la universidad! No estamos enseñando a nuestros estudiantes la verdadera sabiduría. Así que tenemos que derretir nuestro hielo interior y entender al ser humano en su espíritu.
El Gran Hielo de donde yo vengo es muy grande. A menos de cuarenta grados, cuando tocas el hielo la huella de tu mano se queda ahí en un minuto. Es una reacción química sencilla, porque hay 77 grados de diferencia con el calor de tu mano. Y esa es la forma en que se derrite el hielo en la tierra. El hielo más difícil de derretir es el del corazón de los hombres, pero solo así tenemos una oportunidad de cambiar y de utilizar el conocimiento sabiamente. La temperatura de la Tierra sigue subiendo, el gran océano crecerá y muchos lugares ahora habitados estarán bajo el agua. Pero nadie piensa en ello. Sabemos que el Gran Hielo de Groenlandia desaparecerá, y el del Ártico, y también la Antártida. Cuatro metros es un muro de agua, es más alto que tú y que yo, ¿qué hacemos? En Londres se han gastado 16 mil millones de euros en construir un dique; en Venecia, gastaron cien mil millones de euros para salvar la vieja ciudad, pero solo lo han construido un metro de alto. Y científicamente sabemos que el agua puede llegar a crecer en este siglo cuatro metros. Tenemos muchas cosas que cambiar. Los más ancianos dicen que es demasiado tarde y que no podremos parar el deshielo. Nuestros políticos no van a poder pararlo, ni nuestra economía. O sea que ¿qué nos queda por hacer? Cambiar aquí [se señala el centro del pecho], derretir el hielo del corazón. La responsabilidad está en ti, en cada uno de nosotros. Ellos no van a cambiar nada. Di una conferencia en la Universidad de Cornell, en Nueva York, había muchos profesores y les dije que es muy bueno enseñar a usar sabiamente el conocimiento de los más ancianos, pero los profesores me dijeron: “No podemos hacer eso, nuestra responsabilidad es que los estudiantes pasen los exámenes”. ¡Esa es la universidad! No estamos enseñando a nuestros estudiantes la verdadera sabiduría. Así que tenemos que derretir nuestro hielo interior y entender al ser humano en su espíritu.
Usted dice que la naturaleza es una iglesia. ¿Qué relación mantienen los esquimales con la naturaleza?
Nuestra tierra esquimal es de 16 millones de km2, así que nuestra relación es muy distinta a la vuestra. En un país como España, con 45 millones de habitantes, no puedes estar nunca solo. Cuando vas a los Pirineos, todo está lleno de gente. La capital de Groenlandia, Nuuk, tiene 167.000 habitantes, y para nosotros es una grandísima ciudad, pero vas a la montaña, y estás solo, no hay nadie, puedes viajar solo durante casi mil kilómetros. La relación de los europeos con la madre naturaleza y su comprensión es muy limitada. Cuando se tratan las cuestiones de la naturaleza, si no se comprenden bien, los humanos creamos desequilibrios, lo hemos hecho en todas partes. Pero nuestra responsabilidad es ser los cuidadores y custodios de la madre naturaleza.
Nuestra tierra esquimal es de 16 millones de km2, así que nuestra relación es muy distinta a la vuestra. En un país como España, con 45 millones de habitantes, no puedes estar nunca solo. Cuando vas a los Pirineos, todo está lleno de gente. La capital de Groenlandia, Nuuk, tiene 167.000 habitantes, y para nosotros es una grandísima ciudad, pero vas a la montaña, y estás solo, no hay nadie, puedes viajar solo durante casi mil kilómetros. La relación de los europeos con la madre naturaleza y su comprensión es muy limitada. Cuando se tratan las cuestiones de la naturaleza, si no se comprenden bien, los humanos creamos desequilibrios, lo hemos hecho en todas partes. Pero nuestra responsabilidad es ser los cuidadores y custodios de la madre naturaleza.
Sus ritos quizás nos ayuden a comprender la grandeza de su mundo helado y luchar por conservarlo. ¿Cuál es la ceremonia esquimal más importante? Los esquimales tienen una profecía sobre el deshielo, ¿qué dice esa profecía?
Dicen los más ancianos que, hace mucho tiempo, había muchos árboles en nuestra tierra esquimal. Entonces llegó el frío y, con él, el Gran Hielo. Se apoderó del Gran Norte, en Europa, América, Siberia. Después, el Gran Hielo retrocedió. En las tierras esquimales, los árboles crecían muy pequeños e inclinados y necesitaban más de 10 grados durante más de diez días antes de poder erguirse, pero ahora miden más de tres metros. Cuando yo nací, los árboles eran pequeños, yo parecía muy alto. Dice la profecía que, cuando los árboles crezcan altos en la tierra esquimal, será entonces cuando el mundo más nos necesite. [Angaangaq me enseña su tambor de chamán] ¿Quieres oírlo? Este tambor se llama qilaut [lo coge y lo hace sonar]. Cuando lo toco, algunos hombres caen al suelo. Es el instrumento del Gran Hombre. Es un fuerte latido que puedes sentir, un latido como el del corazón, porque cada vez que tú hablas con tu corazón, siempre va a contestarte. Esta entrevista acaba cuando Angaangaq me invita a oír su qilaut. Se levanta y me muestra su ceremonia chamánica, la que usa cuando una persona se siente enferma y acude a él. Nos colocamos enfrente el uno del otro con los ojos cerrados y Angaangaq comienza a moverse a mi alrededor haciendo sonar su tambor. Alza su voz con un cántico sin letra potente y penetrante. La voz vibra en la piel del tambor y noto cómo todo el cuerpo tiembla. Se me instala una amplia sonrisa al mismo tiempo que me caen las lágrimas. Es un momento mágico. Ahora ya sé cómo derrite el hielo de los corazones este chaman venido del frío.
Dicen los más ancianos que, hace mucho tiempo, había muchos árboles en nuestra tierra esquimal. Entonces llegó el frío y, con él, el Gran Hielo. Se apoderó del Gran Norte, en Europa, América, Siberia. Después, el Gran Hielo retrocedió. En las tierras esquimales, los árboles crecían muy pequeños e inclinados y necesitaban más de 10 grados durante más de diez días antes de poder erguirse, pero ahora miden más de tres metros. Cuando yo nací, los árboles eran pequeños, yo parecía muy alto. Dice la profecía que, cuando los árboles crezcan altos en la tierra esquimal, será entonces cuando el mundo más nos necesite. [Angaangaq me enseña su tambor de chamán] ¿Quieres oírlo? Este tambor se llama qilaut [lo coge y lo hace sonar]. Cuando lo toco, algunos hombres caen al suelo. Es el instrumento del Gran Hombre. Es un fuerte latido que puedes sentir, un latido como el del corazón, porque cada vez que tú hablas con tu corazón, siempre va a contestarte. Esta entrevista acaba cuando Angaangaq me invita a oír su qilaut. Se levanta y me muestra su ceremonia chamánica, la que usa cuando una persona se siente enferma y acude a él. Nos colocamos enfrente el uno del otro con los ojos cerrados y Angaangaq comienza a moverse a mi alrededor haciendo sonar su tambor. Alza su voz con un cántico sin letra potente y penetrante. La voz vibra en la piel del tambor y noto cómo todo el cuerpo tiembla. Se me instala una amplia sonrisa al mismo tiempo que me caen las lágrimas. Es un momento mágico. Ahora ya sé cómo derrite el hielo de los corazones este chaman venido del frío.
Montse Cano.
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