En la antigüedad, el temor a que el sol
no volviera a ofrecer su esplendor, dio nacimiento a los rituales del fuego.
Se iniciaban en la víspera del solsticio
de verano y simbolizaban el poder del sol, era un acto simbólico
para renovar su energía, atraer su atención y volverlo a ver resplandeciente en los cielos.
Estas ceremonias se mantienen a lo
largo de la historia.
Se encendían hogueras en las cimas de
las montañas, a la vera de los ríos, en mitad de las calles y frente a las
casas.
Se organizaban procesiones con antorchas
y se echaban a rodar ruedas de paja ardiendo por las colinas.
En la Grecia antigua a los solsticios se
les llamaban "Puertas".
El solsticio de verano correspondía a
la puerta de los seres humanos, y el de invierno, la
puerta de los Dioses.
Las hierbas que se
recolectaban en esta fecha, decían que tenían muchas más propiedades
medicinales que si eran recogidas en otro momento.
El solsticio de verano es también el día en que la noche es la más corta del año y el día es el más largo.
Simboliza el triunfo de la Luz.
Marca una transición astral que anuncia
cambios, es una oportunidad para regenerarnos y transmutar.
Se abren las compuertas
de los estancamientos y comienza el desbloqueo.
La Tierra se ilumina con la luz de
millones de hogueras.
Hogueras que honran el poder del Sol simbolizado a través del fuego.
Un poder capaz de transmutar, purificar y
regenerar, es por eso que simbólicamente, se ofrece al fuego todo aquello que
ya no queremos en nuestras vidas.
Podemos hacerlo a través de un
pensamiento, de escribirlo en un papel y ofrecerlo al fuego o quemando aquellos objetos que
representen algo de nuestro pasado y que ahora, de forma consciente, dejamos ir.
Si no podemos o no queremos encender una hoguera, el gesto de encender una vela y dejar que se consuma, es igual de efectivo.
Si no podemos o no queremos encender una hoguera, el gesto de encender una vela y dejar que se consuma, es igual de efectivo.
“Si las puertas de la percepción se
depurasen, todo aparecería ante los hombres como realmente es: luminoso, infinito
y eterno”.
Comienza un período de abundancia, la
Tierra nos entrega generosamente sus frutos, siendo el mejor día para
recolectar las plantas medicinales, el 24 de Julio, momento en que estarán cargadas de energía y la calidad de sus propiedades, son mayores.
La energía masculina despierta, es el
momento de pasar a la acción, de manifestar y ofrecer aquello que ha estado germinando en
nuestro interior durante el invierno y el otoño.
Bañarnos en la luz del Sol, impregnarnos
de su calor y exteriorizar lo mejor de cada uno, es la época del año de mayor
expansión.
Es el momento de brillar y de iluminar allí
donde estemos.
Semillas Solares.
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