Abrazarse a un árbol para algunos es una tontería, pero si lo es, bienvenida sea esta bendita locura.
Lejos de serlo, la costumbre de abrazar un árbol tiene algo de mágico, de comunión con la naturaleza.
Se remonta a la noche de los tiempos y está vinculada a los beneficios que puede proporcionarnos interactuar con un entorno verde.
En este sentido, abrazar un árbol es una bonita y beneficiosa manera de finalizar un paseo por el campo o, por qué no, de iniciarlo.
Cualquier momento es “el momento”, ese instante perfecto para rodear un árbol con nuestros brazos.
Se remonta a la noche de los tiempos y está vinculada a los beneficios que puede proporcionarnos interactuar con un entorno verde.
En este sentido, abrazar un árbol es una bonita y beneficiosa manera de finalizar un paseo por el campo o, por qué no, de iniciarlo.
Cualquier momento es “el momento”, ese instante perfecto para rodear un árbol con nuestros brazos.