16 de mayo de 2011

NUEVAS SEMILLAS.



“La misión de la espiga no es ser el lugar definitivo para la semilla. Cada semilla debe asumir la vida de una manera tan suya y personal, que pueda vivirla independientemente de la espiga en la que maduró.
Toda semilla que quiera cumplir con su vocación de vida, y con su misión por los demás, debe aceptar quitarse capas y ser desgranada.
Sólo si ha asumido su vida en plenitud y de una manera personal, será capaz de seguir viviendo luego de haber sido desgranada.
Y así podrá incorporarse al gran ciclo de la siembra nueva.
Si su vida es auténtica y acepta hundirse en el surco de la tierra fértil, su lento germinar en el silencio aportará al sembrado nuevo, una planta absolutamente única, pero que unida a las demás, formará una nueva unión.
No es el grupo el que valoriza la identidad de las plantas. Es el valor irremplazable de cada planta en su riqueza y fecundidad lo que valoriza al grupo.
No es la sociedad nueva la que creará los hombres nuevos. Son los hombres nuevos quienes formarán la nueva sociedad.”

La sal de la Tierra.

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