Cada vez que viajamos en avión, sobre todo tras largas horas de vuelo, nuestro cuerpo se ve afectado por un fenómeno poco conocido. En cuanto el viaje termina , no nos encontramos tan en forma como sería de esperar debido a múltiples factores que afectan a nuestro cuerpo y nuestra mente
Los síntomas se deben a que nuestro hipotálamo, por la presurización del avión, deja de recibir la influencia de la onda transversal magnética o Resonancia Schumann. Por este motivo, empezaban a enfermar los primeros astronautas al tercer día de estar en el espacio.
El hipotálamo es una glándula que tiene un rol muy importante en varios aspectos de nuestra vida: regula la sensación de hambre y saciedad, la temperatura corporal, el ciclo del sueño-vigilia, el sentido del equilibrio y está relacionada con nuestras emociones.
¿Qué es la Resonancia Schumann (RS)?
La RS es un campo electromagnético que se crea entre la corteza terrestre y la parte inferior de la ionosfera y se genera a través de las tormentas que hay en todo el planeta. Este campo posee una resonancia de 7,83 pulsaciones por segundo y se puede considerar como un "marcapasos" responsable del equilibrio de la biosfera. Está reconocido que nuestro hipotálamo y el de todos los mamíferos terrestres y marinos del planeta vibra a esta frecuencia.
La armonía de nuestro organismo depende de la frecuencia de la resonancia Schumann, si esta varía, percibimos los efectos. En los últimos años, de 7,83 Hz en ocasiones ha subido a 14,1Hz provocando somnolencia y cansancio. A veces sube a 20,3 Hz estimulando la glándula pineal.
Cada ser vivo emite una vibración que, a su vez, crea un sonido. La misma tierra vibra, así como nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, sentimientos, emociones. Todo vibra creando diferentes sinfonías y cada día interactuamos con todos esos sonidos.
Eva Julián que se ha dedicado al estudio de cómo los diferentes sonidos y vibraciones interactúan con nosotros, nos explica qué pasa cuando nos acercamos a la naturaleza, a qué se debe esta sensación de bienestar que experimentamos cuando estamos en el bosque, por ejemplo. Lo que Eva ha descubierto es que, hay una interacción directa y muy positiva entre nosotros y las vibraciones de los árboles, las flores, los pájaros, la naturaleza en su conjunto… El bosque detecta nuestra presencia, nos percibe como un campo vibratorio que necesita un re-equilibrio y en consecuencia emite una determinada frecuencia, que por resonancia, activará aquellas partes más debilitadas de nuestro organismo.
Esto ocurre por la ley física de resonancia, fenómeno que se produce cuando estando presentes dos cuerpos, es suficiente que uno de ellos comience a vibrar para que el otro también se acople a su misma frecuencia. Si un cuerpo baja o pierde su vibración natural, la proximidad con otro cuerpo que emita la misma frecuencia, lo activará y lo devolverá sin tocarlo, a su frecuencia natural. Es como cuando tocas la tecla del do en el piano y, todas las cuerdas del do, comienzan a vibrar.
Nuestro oído sólo detecta frecuencias de 20 a 20000 Htz, una pequeña porción del campo sonoro. El órgano que es capaz de captar una mayor cantidad de frecuencias que nos rodean, es la piel.
Eva Julián ha grabado los diferentes sonidos en diferentes zonas del mundo y nos enseña cómo cada momento y cada lugar tiene su propia frecuencia.
El sonido de un amanecer vibra entre 5000 y 15000 Hz, es una frecuencia que alimenta a las neuronas. Por la tarde, las frecuencias cambian, no suben tanto y se mantiene el los 10000 Hz, no es un sonido que aporta tanta vitalidad física pero despeja la mente, la prepara para que se pueda ir preparando para el descanso.
Y por la noche, el mismo bosque nos aporta frecuencias que nos armonizan y relajan, mejoran la calidad del sueño, reducen la cantidad de pensamientos y aportan sensación de relajación.
El campo vibratorio necesita un mínimo de 10 minutos para interactuar con nosotros y no requiere de nuestra atención ni hace falta que lo escuchemos con el oído o que tomemos conciencia. Sencillamente nos va armonizando.
Davide Roncato.
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