En un mundo en constante movimiento y distracción, quizás este sea el mayor beneficio que podemos ofrecernos.
Tomarnos tiempo para nosotros, dar un paso atrás y observar.
Este puede ser el viaje mas maravilloso de nuestras vidas.
Cuando era un veinteañero, tenía una oficina increíble en el piso 25 de un edificio hermoso en Manhattan en el Rockefeller Center, tenía una vida que en ese tiempo creía que era increíble:
escribiendo sobre asuntos de relevancia mundial. Y era tan estimulante, que nunca tuve la oportunidad de realmente preguntarme si me llenaba o no, o si era feliz en un sentido más profundo porque estaba siempre feliz pero de forma superficial.
escribiendo sobre asuntos de relevancia mundial. Y era tan estimulante, que nunca tuve la oportunidad de realmente preguntarme si me llenaba o no, o si era feliz en un sentido más profundo porque estaba siempre feliz pero de forma superficial.
Así que lo dejé todo. Me fui a vivir a una habitación muy pequeña en Kioto, y es probable que hoy en día, sea de esos extraños periodistas que nunca ha usado un teléfono móvil. Vivo con mi esposa en un apartamento de dos habitaciones en Japón, no tengo coche, ni bicicleta ni televisión. Además, no tengo internet.
Sólo al mantener una cierta distancia con el mundo puedo ver sus proporciones y comenzar a separar lo esencial y lo importante, de lo pasajero.
Siento que muchos de nosotros tenemos esta sensación de estar a 5 centímetros de esta pantalla llena de cosas, ruidosa y que cambia constantemente, y sucede que esa pantalla, es nuestra vida. Sólo al mirar desde una distancia apropiada, podemos ver lo que esa pantalla nos comunica.
Sólo al mantener una cierta distancia con el mundo puedo ver sus proporciones y comenzar a separar lo esencial y lo importante, de lo pasajero.
Siento que muchos de nosotros tenemos esta sensación de estar a 5 centímetros de esta pantalla llena de cosas, ruidosa y que cambia constantemente, y sucede que esa pantalla, es nuestra vida. Sólo al mirar desde una distancia apropiada, podemos ver lo que esa pantalla nos comunica.
Estabas trabajando en un libro sobre el Dalai Lama cuando conociste a Matthieu Ricard, ¿Qué te impresionó de él en ese momento?
Lo que más me impresionó, tanto de Matthieu como del Dalai Lama, es que no presentan la felicidad como algo particular de los budistas o los monjes, sino como algo que está disponible para todos en cualquier minuto que lo queramos.
Una vez fui a mi revisión anual con el doctor y me dijo, “Bueno, está todo fantástico pero estás comenzando a envejecer así que deberías pasar al menos 30 minutos todos los días en algún gimnasio”.
Tomando en cuenta lo que había dicho, me inscribí al día siguiente, y de forma religiosa me entrenaba todos los días.
Una vez fui a mi revisión anual con el doctor y me dijo, “Bueno, está todo fantástico pero estás comenzando a envejecer así que deberías pasar al menos 30 minutos todos los días en algún gimnasio”.
Tomando en cuenta lo que había dicho, me inscribí al día siguiente, y de forma religiosa me entrenaba todos los días.
Pero luego, cuando otro amigo me preguntó, “¿Has considerado estar quieto y sentado durante 30 minutos todos los días?”. Enseguida respondí, “¡Oh no! No tengo tiempo, especialmente ahora que paso media hora todos los días en el gimnasio”.
Ni siquiera pensé que, por supuesto, la salud mental o sentarse quieto es mucho más esencial para mi bienestar, mi felicidad e incluso mi salud física que ir al gimnasio. Y creo que muchas veces, cuando la gente dice ‘cambia tu vida’ lo que hace es pintar el coche o la habitación de otro color, en vez de sanarse interiormente.
Ni siquiera pensé que, por supuesto, la salud mental o sentarse quieto es mucho más esencial para mi bienestar, mi felicidad e incluso mi salud física que ir al gimnasio. Y creo que muchas veces, cuando la gente dice ‘cambia tu vida’ lo que hace es pintar el coche o la habitación de otro color, en vez de sanarse interiormente.
¿Es la quietud un acto físico? ¿Es lo mismo que estar quieto?
Cuando hice el viaje hacia Japón, estuve en uno de los lugares con mayor movimiento: el aeropuerto de Los Ángeles.
Estaba a sólo metro y medio del lugar donde todos estaban comiendo y viendo el canal de noticias CNN. Tenía una luz tenue y había velas también y lo único que quería, era leer o cerrar mis ojos, pero de la nada, la quietud me acompañó. Así que en ese caso, la quietud era un tipo de presencia activa. No era la ausencia de sonido, era la presencia de un tipo de quietud que se había manifestado interiormente.
Estaba a sólo metro y medio del lugar donde todos estaban comiendo y viendo el canal de noticias CNN. Tenía una luz tenue y había velas también y lo único que quería, era leer o cerrar mis ojos, pero de la nada, la quietud me acompañó. Así que en ese caso, la quietud era un tipo de presencia activa. No era la ausencia de sonido, era la presencia de un tipo de quietud que se había manifestado interiormente.
Creo que esa es la razón por la que las personas como yo, que no son de ningún de tipo de tradición religiosa, usualmente se retiran a los monasterios: porque repentinamente puedes escuchar todo y no estás hablando constantemente y no intentas impresionar a quienes te rodean, no te distraen los correos electrónicos o los mensajes de texto.
De la nada, cuando comienzas a ver las cosas y comienzas a escuchar las cosas, el mundo se vuelve mucho más bello y luminoso.
De la nada, cuando comienzas a ver las cosas y comienzas a escuchar las cosas, el mundo se vuelve mucho más bello y luminoso.
A veces las personas asumen que irse a un retiro es algo muy ascético, pero en mi pequeña experiencia, tiene mucho que ver con los sentidos. Comienzas a escuchar a las aves, estás viendo, estás escuchando las campanadas a lo lejos, comienzas a ver las cosas con detalles.
¿Este proceso de experimentar la quietud también es un proceso para domesticar la mente?
Voy a un retiro cuatro veces al año, durante los últimos 22 años lo he hecho en un monasterio católico a pesar de que no lo soy.
En un comienzo, era como caminar hacia la luz y la liberación, y me emocionó mucho esa primera experiencia. Pero inevitablemente, en algún punto, volví a estar dentro de mí mismo, y todas las cosas que había tratado de evadir en mi vida diaria, volvieron también: las sombras, los demonios, los malos recuerdos y los miedos.
Fue entonces cuando me dije: bueno, mejor enfrentarme a ellos que intentar ignorarlos como hubiese hecho en mi vida normal.
Si eso me hubiese pasado en mi habitación, hubiese podido hacer click y buscar música en YouTube o poner un juego de baseball o hacer algo que me distrajera, así que estaba agradecido de que no hubiese un lugar donde esconderme y evadir mi responsabilidad.
En un comienzo, era como caminar hacia la luz y la liberación, y me emocionó mucho esa primera experiencia. Pero inevitablemente, en algún punto, volví a estar dentro de mí mismo, y todas las cosas que había tratado de evadir en mi vida diaria, volvieron también: las sombras, los demonios, los malos recuerdos y los miedos.
Fue entonces cuando me dije: bueno, mejor enfrentarme a ellos que intentar ignorarlos como hubiese hecho en mi vida normal.
Si eso me hubiese pasado en mi habitación, hubiese podido hacer click y buscar música en YouTube o poner un juego de baseball o hacer algo que me distrajera, así que estaba agradecido de que no hubiese un lugar donde esconderme y evadir mi responsabilidad.
Las distracciones son el problema actual.
Mientras más nos alejemos de un problema, lo único que hacemos, es meternos más en él.
Mientras más nos alejemos de un problema, lo único que hacemos, es meternos más en él.
Hay un concepto del que hablas, el cual describes como ‘No tener destino’. ¿Nos puedes contar un poco más sobre eso?
Se refiere a dos cosas: Primero, a estar quieto. He tenido la suerte de ir a Bután, a la Isla de Pascua y a Etiopía, he tenido experiencias extraordinarias ahí, pero nada se compara con quedarse quieto en un lugar. En segundo lugar, tiene que ver con no sentir que siempre tienes que tener un destino.
En mi juventud, cuando iba al colegios y a la universidad, siempre nos decían lo mismo: “Tienes que tener un curriculum increíble, tienes que hacer esto y esto, asociarte, convertirte en editor jefe, ser juez de la Corte Suprema”. Y eso parece llevarnos a una insatisfacción permanente, porque una vez que te conviertes en juez de la Corte Suprema, querrás ser la cabeza de la corte de la Haya o una vez que te den el Premio Pulitzer querrás el Premio Nobel y este deseo nunca se termina.
Así que creo que no tener un destino de una u otra forma, me parecía una mejor alternativa que siempre intentar llegar a algún lugar.
Henry David Thoreau y Walt Whitman y tantos otros grandes escritores estadounidenses siempre han exaltado la virtud de sentarte en el lugar en el que te encuentras.
En mi juventud, cuando iba al colegios y a la universidad, siempre nos decían lo mismo: “Tienes que tener un curriculum increíble, tienes que hacer esto y esto, asociarte, convertirte en editor jefe, ser juez de la Corte Suprema”. Y eso parece llevarnos a una insatisfacción permanente, porque una vez que te conviertes en juez de la Corte Suprema, querrás ser la cabeza de la corte de la Haya o una vez que te den el Premio Pulitzer querrás el Premio Nobel y este deseo nunca se termina.
Así que creo que no tener un destino de una u otra forma, me parecía una mejor alternativa que siempre intentar llegar a algún lugar.
Henry David Thoreau y Walt Whitman y tantos otros grandes escritores estadounidenses siempre han exaltado la virtud de sentarte en el lugar en el que te encuentras.
¿Es fácil encontrar esos lugares y llegar a esta quietud?
Alguien dijo: “La mejor arma que tenemos contra el estrés, es escoger un pensamiento a la vez”. Y por supuesto, el estrés ha sido llamado la gran epidemia del siglo 21. Lograr escoger un pensamiento por sobre otro, tiene que ver con un entrenamiento mental.
Al final del día puedes pensar en todo lo que salió mal o en todas las muchas cosas que salieron bien. Día tras día las personas le preguntan a su Santidad el Dalai Lama cómo lidiar con el cambio o la pérdida o lo que sea. Y él responde: “míralo desde una perspectiva más grande y cambia tu mente”.
Al final del día puedes pensar en todo lo que salió mal o en todas las muchas cosas que salieron bien. Día tras día las personas le preguntan a su Santidad el Dalai Lama cómo lidiar con el cambio o la pérdida o lo que sea. Y él responde: “míralo desde una perspectiva más grande y cambia tu mente”.
En ese sentido, es como: “No hay nada bueno ni malo, es el pensamiento humano lo que lo hace parecer así”.
Tenemos más poder del que imaginamos y más opciones a la hora de mirar un cierto evento desde distintos puntos de vista.
Tenemos más poder del que imaginamos y más opciones a la hora de mirar un cierto evento desde distintos puntos de vista.
Romina Bevilacqua
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Gracias por tus post, siempre reconforta leer tu blo, haces un trabajo muy bonito y altruista y se nota. Namaste. Silvia
ResponderEliminarGracias a ti Silvia por tus palabras.
EliminarNamasté y Abrazos.
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