Sin la reencarnación, el Karma no tiene sentido.
El Karma es como una especie de llave que nos permite entender muchas cosas en comparación con lo que, a priori, podrían parecer "aberraciones" de nuestra existencia.
Es una palabra que hace 15 o 20 años era aún, relativamente esotérica y ahora, de vez en cuando, sólo tienes que poner la radio, la televisión y siempre habrá alguien que haga una broma sobre el karma.
Aunque a veces se siga haciendo bromas, los términos en los que se utiliza, sigue teniendo connotaciones negativas para nuestra mente.
"Él tenía ese problema pero, era su karma..." pero nunca nadie dice: "Él rehusó hacer tal cosa porque era su karma".
Siempre está detrás la palabra karma, la imagen de algo pesado de llevar, de una bola pesada y eso, es parte de la deformación de la mente humana que siempre tiende a dar más importancia a las cosas difíciles que a las que suceden de forma armoniosa.
En realidad, si queremos abordar la noción de karma, este no es ni positivo ni negativo, es un concepto al igual que lo es el punto y final o el ponerlo entre comillas, será positivo o negativo basándonos en nuestras acciones, en nuestro avanzar por la vida.
El karma tenemos que verlo como todo el potencial con el que nacemos.
En este potencial, siempre hay un lado más pesado y otro, extremadamente más ligero y alegre.
Nacemos como todos, excepto que uno toma consciencia de aquello que le resuena como desventajas.
Es como una especie de programación interna que pasa de generación en generación y que hace que, sistemáticamente, nos lleve a pensar en lo que nos frena.
El karma es como una baraja de cartas que recibimos al momento de nacer. Hay reyes y reinas y también hay espadas.
Cuando se habla de karma, se habla de ese potencial que traemos y que tenemos que tratar de potenciarlo más y más de forma consciente, de cómo ir cada vez más directos a nuestro propósito y nuestro objetivo que es, no sufrir.
Ir hacia la felicidad.
Daniel Meurois.
Traducción: Semillas Solares.
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