10 de agosto de 2015

¡HASTA EL FINAL! DANIEL MEUROIS

Imaginaros que os despertáis con el recuerdo de haber tenido un sueño absolutamente extraordinario. 
Un sueño tan fascinante, tan potente, tan real que todavía habita en vosotros, hasta el punto de que os preguntáis dónde se sitúa la realidad de vuestra vida.
Imaginaros que vuestro sueño os ha hecho vivir unos momentos insólitos en un mundo totalmente virtual. 

Es un mundo donde todos los elementos no existen por si mismos sino que forman parte de un inmenso juego concebido y guiado por una Inteligencia en estado puro, tan sutil que os hace debatir entre una multitud de hologramas según os ha programado… solo para vivir a través de vosotros lo que ella no puede vivir por si misma.
Imaginaros pues que este sueño os deja con la apabullante sensación de haber penetrado en una verdadera “matriz de ilusiones”, un poco parecida a la del célebre film “Matrix”.
Imaginaros también que su funcionamiento y sobre todo su realidad os persiguen y os impregnan hasta el punto de ver claramente que interpretáis un papel que, hasta ahora y de forma arbitraria, habéis convertido en vuestra verdad…
De golpe, vuestro universo interior con sus creencias y sus certezas se tambalea y zozobra. Las preguntas se precipitan…
¿Quién sois exactamente? ¿Una partícula de conciencia virtual concebida por un Gran Programador que la ha dotado de un software llamado “bagaje kármico”? 
¿Y quiénes son entonces esos Guías, esos Maestros de Sabiduría que os sirven de puntos de referencia desde hace tanto tiempo? 
¿Son hologramas que forman parte del mismo juego para darle un sentido?
¿Y qué pasa con esos Hermanos mayores que dicen venir de otros mundos para tendernos una mano? 
¿No serían ellos también, a fin de cuentas, creaciones surgidas de la imaginación del mismo Programador… o el resultado de interferencias con otros programas? 
Todo se vuelve posible cuando se va hasta el final del “supongamos que…”. 
Llegáis incluso a dudar de la realidad de vuestra alma y de su supervivencia en otros mundos tal como os los habíais representado.
Y además… ¿sois tan “reales” como para poder pasar de un “juego de existencia” a otro… o de un nivel de dificultad a otro?
Entonces, os sentáis un momento y os tomáis el tiempo de contemplar vuestro sueño y sus efectos. 
Os entra el vértigo y acabáis diciéndo: “¿Y si fuera verdad?… ¿Y si fuera, en términos actuales, la famosa “Maya”, la Gran Ilusionista la que nos procura esta sensación de “estar” en un mundo concreto cuando de hecho no somos más que “proyecciones” de Algo que nos sobrepasa infinitamente y que la mente con la que nos han agraciado se agota?
Todo cambia de color… ¡Todo!
¿Queréis saber? Si os puedo hablar de este sueño es porque yo mismo lo he visitado. Porque he podio incluso saborear lo que llamo “la incomodidad del Despertar”.
Es una incomodidad creo, de la que nadie está a salvo en un momento dado… que echa también para atrás a más de uno… pero que hay que tener el valor de atravesar porque nos limpia de todo lo que nos ralentiza, pues no es vital ni para nuestra conciencia, ni para nuestro Centro, ni para nuestro corazón de Paz.
En términos menos metafísicos y tras haberme paseado por los meandros de este sueño, me digo hoy que la única y verdadera pregunta que deberíamos hacernos cuando se emprende este viaje hacia uno mismo, es la siguiente:
¿Qué significado tendría mi vida, o más bien esta forma de conciencia que tengo de mi mismo y que habita este cuerpo, si un día, se diera cuenta de que le ha seguido el juego a una broma descomunal, de que Shambhalla y sus Maestros ascendidos no son más que un espejismo, de que todos los “canalizadores” del mundo se han dejado engañar o engañan, de que la existencia de otros universos es solo una fábula y de que las enseñanzas de las grandes corrientes iniciáticas no son más que un montón de teorías sin fundamento. 
¿Qué significado tendría entonces mi vida?
¿Acaso es tan absurdo hacerse esta serie de preguntas?
No lo creo. No lo creo porque, llegados a cierto punto de un verdadero avance, me parece que hay que saber ir hasta el final de las cosas, ir mucho más lejos del punto de confort de nuestro ego. Todo esto con el fin de no dejar en uno mismo ninguna zona confusa e inestable.
Porque me parece también que, en todo proceso profundo, el hecho de saber enfocar un vacío y atreverse a dar unos pasos en él, es algo ineludible. También es una señal de fuerza.
En lo que a mi respecta, la respuesta a estas preguntas se me apareció muy rápidamente y de forma sencilla: Si descubría que aquello en lo que creo y que ha conformado mi vida no es más que una gigantesca ilusión, ESO NO IBA A CAMBIAR NADA… 
Más concretamente, eso no cambiaría nada de fundamental para la persona que soy, quiero decir por el anclaje de mi corazón.
Por supuesto, mi funcionamiento intelectual o mental se zarandearía… pero su movimiento sería, en definitiva, la continuidad lógica de la abertura y de la revolución que ha llamado a él; sería también una manera extraordinaria de abordar el sentido profundo de la Maya.
“Pero, ¿y después…?” me diréis.
Después… o más bien simultáneamente, lo Esencial permanecería intacto en mi. Quiero decir que mi punto de Luz, mi nexo con el Divino, ese espacio de Amor que palpita en mi desde siempre, todo lo que hace uno en mi corazón, no sería en absoluto alterado.
Esa Llama es como un tronco que no se puede desenraizar, es un Conocimiento íntimo de Lo que Es, más allá de todos los postulados, de todos los teoremas, de todos los Maestros y de todas las Tradiciones.
Poco importa que llamemos a esta Llama o punto de anclaje el Cristo Interior, la Conciencia del Buda, el Atma o que utilicemos cualquier otro nombre…
Os entrego todo esto simplemente para deciros que es de esta verdad última de la que quiero dar testimonio… todo el “resto” no son más que senderos y caminos.
Por la misma razón, la pregunta que os hago es la siguiente: 
“¿Qué quedaría de vosotros y de lo que pensáis haber comprendido si vuestros esquemas se derrumbaran de repente?” 
Esta es una verdadera pregunta… porque no son vuestros puntos de referencia lo que debería contar en primer lugar sino, Aquello que hay en vosotros y que permanece inalterable. Vuestro Cristal primero…
¿Puedo esperar ser contagioso en esta toma de conciencia e imaginar, que no pondréis jamás vuestra fuerza en “Algo” que sea exterior a vuestro Centro último?
La audacia está en eso… así como el verdadero compromiso.
Daniel Meurois


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