29 de septiembre de 2015

LA MUJER QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO

Entrevista a Zulma Reyo.

Un viaje hacia ti misma si eres mujer y a conocerte más, si eres hombre.
Más allá de toda máscara social, existe una feminidad auténtica, genuina y que es hora de rescatar su verdadera esencia.
¿Qué es la mujer interior?
La encarnación de los principios de la feminidad. Las mujeres la llevamos dentro, pero solemos amordazarla.

¿Por qué hacen eso?
Porque hemos creído que debíamos emular los valores de la masculinidad: la agresividad, la jerarquía, la competitividad... Así es la mujer exterior actual.

¿La mujer interior no es competitiva?
La mujer interior es cooperativa, solidaria. ¡Deberíamos aprender a desplegarla!

Mientras, ¿qué hace la mujer exterior?
Ser enemiga de la mujer. El peor enemigo de una mujer es otra mujer.

¿Sí?
Las mujeres ven como rivales a las demás mujeres, pueden ser celosas, competitivas, se zancadillean. ¡Valores copiados del hombre! Y esto tiene que cambiar, va a cambiar, ¡lo noto!

¿Y qué pasará entonces?
Se abrirá paso la mujer interior, la esencia femenina, su modo de percibir el mundo.

¿Cómo ve el mundo lo femenino?
Somos receptáculos, cáliz, copa, somos un vacío: absorbemos el entorno, recibimos, abrazamos los opuestos, lo procesamos y captamos todo. ¡Las mujeres somos curanderas!

No malinterpretaré esto último.
El modo femenino de percibir el mundo es redondo. "Complicado", dirá el hombre...

¿Hombre y mujer ven el mundo de modo tan diferente?
¡Somos diferentes! Este mundo en que vivimos es sobre todo obra de lo masculino, creación masculina. Le falta feminidad.

¿Y en qué consiste lo masculino?
En hacer un mecano, en construir el puzle del mundo. En medirlo todo cuantitativamente, materialmente...

Discúlpeme, no siempre es así...
La mujer no ha aceptado su vacío como un modo de ser, lo siente como carencia, e intenta llenarlo con cosas, con entregas, regalos: "¡Dime que me quieres!", reclama ella.

¿Es un error?
Sí. Una mujer sola, todavía se siente fracasada o desgraciada. "No soy nada", cree. ¡Basta!

Y de esta forma, nunca, nunca se sentirán lo bastante queridas...

¿Por qué no?
Porque es imposible: nunca un hombre será capaz de satisfacer esa necesidad.

¡Es bueno saberlo!
La mujer interior, en cambio, se sabe madre de toda la creación, mira a todos como hijos... y no necesita más.

¿Y qué hay de la vida sexual?
Que aprenda a vivirla con conciencia, no como medio de conseguir cosas, llenar vacíos, encubrir razones ocultas, ¡o se hará daño!

Ahora culmina un ciclo histórico masculino y se abre otro más femenino. La mujer debe entender su esencia como apertura, ¡incluir al hombre! Ella genera el espacio. Y el hombre debe honrarlo. Pero ahí el hombre debe estar atento a algo...

¿A qué?
A honrar a la mujer ¡sin reblandecerse por ello! A la mujer, a la esencia femenina, le atrae el hombre resuelto. ¡No nos gusta el hombre blandengue!
No más guerra de sexos: ¡respeto a las polaridades! Que ella acoja, que él haga, y que ninguno aplaste al otro.

Ya veo...
Al hombre le cuesta concebir el espacio de la mujer. Y la mujer no debe querer ser una máquina masculina. Total: que la mujer deje de manipular, que el hombre deje de explotar.

Víctor M. Amela
Foto: Laura Guerrero

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