8 de mayo de 2015

ANASTASIA Y LOS CEDROS RESONANTES. LA JOVEN CHAMANA.

Sin otra publicidad que la del boca a boca.
Durante uno de sus habituales viajes por trabajo a Siberia en 1994, Vladimir Megre conoció a un anciano siberiano que le contó una fascinante historia sobre las señales de «los cedros resonantes», los árboles de los tiempos bíblicos que tenían poderes curativos y la capacidad de volver a conectar a los seres humanos con lo Divino. 
Vladimir Megre organizó una expedición para encontrar este árbol en la Siberia central y comprobar si era cierto lo que decía el anciano.
Su encuentro con los ancianos de la región y con Anastasia, la joven chamán que le transmitiría una serie de enseñanzas asombrosas, lo transformó tan profundamente que decidió abandonar su actividad profesional, y sin dinero, se fue a Moscú a escribir un libro basado en hechos reales sobre lo que había aprendido y la visión espiritual que había alcanzado.

El mensaje esencial de Anastasia

Anastasia desciende de los vedas rusos, una cultura que ha vivido aislada en la taiga siberiana durante miles de años, en sintonía con las leyes de la naturaleza. Ella y sus familiares, compartieron con el autor profundos conocimientos ancestrales que permanecen ocultos en nosotros «por olvido» y a los que podemos acceder fácilmente si «despertamos». Para ayudar a este despertar, Anastasia pidió a Vladimir que escribiera los libros. Ella le aseguró que las imágenes y los sentimientos presentes en el lenguaje harían el resto.
Nuestra relación con la Tierra y las plantas es esencial para nuestra salud y crecimiento espiritual, ya que ellas tienen acceso a la información del Universo. Si se lo pedimos, las plantas pueden producir un fruto específico para nuestras necesidades porque ellas no han perdido –o mejor no tienen dormida– la capacidad de «leer la vida» como nosotros a causa de nuestra «desconexión».

Los secretos de la vida

Lo apasionante del mensaje de Anastasia es que va desgranando cada área de la existencia humana de una forma sencilla, profunda y práctica y uno tiene la sensación de que va uniendo unas cuantas piezas claves del puzle de la vida. Nos invita a poner en práctica sencillos cambios en nuestra vida cotidiana.
Los «Espacios de Amor familiares»
Según Anastasia, para recuperar nuestro poder debemos crear «Espacios de Amor» allí donde estemos. Es una «creación viva», un entorno natural pensado y llevado a la práctica con Amor e Inteligencia, un lugar donde nuestra familia crece y se enriquece con la naturaleza, la auténtica maestra y madre. Se produce así una conexión con la Vida; recuperamos nuestra capacidad para acceder a su saber infinito y surge una cocreación consciente: aparece algo positivo, enriquecedor y bello para todos. De hecho, el nivel de desarrollo espiritual de la persona está representado por el entorno vital que se ha creado a su alrededor.
Según Anastasia, si una mayoría de personas empieza conscientemente a crear «Espacios de Amor familiares», el mundo entero se transforma.
Anastasia nos enseña a sanar, desde una comunión con la naturaleza y a conectar con la grandeza de la Vida y sus bendiciones. 
Anastasia vive en la taiga, en el «Espacio de Amor» que sus padres crearon para ella, donde lo tiene todo y no necesita ninguna comodidad de las nuestras. Siempre desde allí comparte sus conocimientos milenarios donde también ha creado un espacio de Amor para sus hijos.

La «llamada» de los cedros resonantes

Todo empieza en 1995, cuando el empresario Vladimir Megre se dispone a surcar el río Ob en la Siberia Central en busca de los misteriosos «cedros resonantes» que, según le contó un anciano siberiano, tenían poderes curativos y la capacidad de volver a conectar a los seres humanos con lo divino. Esta búsqueda se convertirá en un extraordinario viaje iniciático que cambiará su vida para siempre.
En una parada en el río se encontró con Anastasia, que conocía la ubicación exacta de los «cedros resonantes» que buscaba y se ofreció para ser su guía.
El majestuoso cedro siberiano alcanza una altura de hasta 40 metros y vive quinientos cincuenta años. Día y noche capta y acumula en sus hojas en forma de aguja todo el espectro de energía luminosa. A los quinientos años de vida comienzan a resonar, un zumbido casi inaudible parecido al que produce la corriente en los cables de alta tensión: es la señal que envían a los seres humanos para que los tomen y utilicen su energía almacenada. Y lo hace durante tres años. Si en este tiempo el cedro no entra en contacto con nadie, incapaz de entregar la energía almacenada del Cosmos directamente al ser humano, comenzará a quemarla en sí mismo. Este doloroso proceso de incineración dura veintisiete años.
A lo largo de la obra, Anastasia va desvelando al empresario las extraordinarias propiedades medicinales de su aceite y sirope para la salud espiritual, emocional y física del ser humano. Todo esto le causó tal impacto que sintió la necesidad de abandonar su trabajo para dedicarse a documentar y compartir estas revelaciones con el mundo.

La resonancia de los campos en la física cuántica

Los campos mórficos son campos electromagnéticos y gravitacionales que se encuentran en la naturaleza y representan un soporte para que la información y la vida fluya en ella. La física cuántica está demostrando alguna de sus asombrosas posibilidades.
Según investigaciones, los campos mórficos son «memorias» que perduran más allá del tiempo y el espacio y pueden volver a aparecer físicamente en otro lugar y momento en que las condiciones físicas sean las adecuadas. Existe en la naturaleza una tendencia inteligente a archivar los acontecimientos que suceden y se repiten. Estos campos contienen una especie de memoria acumulativa.

¿Quién es Anastasia?

Anastasia nació en 1969 en la remota Siberia. Sus padres murieron en un accidente en el bosque poco después de nacer y creció junto a su abuelo, su bisabuelo y una variedad de animales «salvajes». En este ambiente natural y aislado Anastasia creció con una sensibilidad muy desarrollada y unos extraordinarios poderes de percepción. 
El Cedro es el «Árbol de la Vida» en sánscrito. Se menciona cuarenta y dos veces en la Biblia y en el Antiguo Egipto los sarcófagos de los faraones eran de madera de cedro. 
El Cedro Resonante tiene el poder de elevar la frecuencia vibratoria del ser humano para que conecte con lo divino. Su poder purificador y antibacteriano es tan extraordinario que en un bosque de cedros –y en un radio de hasta cinco kilómetros– no existe la enfermedad.
Blanca Herp


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