16 de mayo de 2013

ALEJANDRO CORCHS. LA RUEDA DE LA VIDA.



Si es difícil relacionarse con uno mismo, mucho más complejo es relacionarse con los demás: ¿Cómo darme cuenta cuándo me enredo con la opinión de otros? ¿Cómo dejar de responsabilizar a los demás por hacerme daño? ¿Cómo saber dónde poner mi energía y en qué no? ¿Cómo adueñarme de mi fuerza? 

Estamos acostumbrados a responsabilizar a nuestras relaciones de nuestros malestares. La culpa es de mi pareja, mi jefe, los empleados. La culpa es de la clase alta, la clase baja, los ricos o los pobres. Cuántas veces escuchamos que la culpa es de los políticos, del fondo monetario internacional, del capitalismo, del comunismo o de los militares. 
¿En qué nos beneficia poner la responsabilidad de nuestro malestar fuera de nosotros? Toda acción esconde un por qué. En este caso, el por qué sería no hacernos cargo de nuestra vida, o de nuestra libertad de elegir, que para el caso es lo mismo. Muchas veces en mi vida no pude elegir lo que me ocurría, pero después de muchos años me di cuenta que podía elegir lo que hacía con lo que me ocurría. 
La espiritualidad de la nueva era trae en su discurso la frase: ¨Eres Dios¨,  lo que es una verdad muy profunda, pero si esta frase es leída a través del Ego de la cultura occidental: ¡Zas! Otra vez la soledad nos acorraló. Visto de esta manera ni siquiera en el mundo espiritual puedo liberarme del sentimiento de separación.  Ahora resulta que: ¡Todo lo que me pasa es mi responsabilidad! Tanto lo bueno como lo malo.  Esta afirmación es cierta, pero es una verdad a medias, porque Yo, mi personalidad cotidiana con la que me identifico, no es responsable de la mayoría de las cosas que me pasan.
La parte responsable de generar todo lo que me ocurre es mi Ser más profundo. Esa parte que ha sido llamada de distintas maneras: Espíritu, Ser, la Fuente, la Naturaleza de Buda, la Esencia, el Observador, la Divinidad, etc. El Espíritu, para las tradiciones indígenas. 
Para encontrar las respuestas a las cosas que no entiendo de mi vida, tengo que conversar con el Ser. 
¿Cómo recorrer un camino espiritual sin caer en la trampa de la soledad?
¿Cómo relacionarme con los demás, de una manera saludable, cuando todavía no me encontré a mi mismo? 
Todos formamos parte de la Rueda de la Vida. En el centro está el Espíritu Sagrado al que todos pertenecemos, la Fuente del Universo. 
Todos estamos a la misma distancia del centro, y cada uno ocupa un lugar en la circunferencia del gran círculo de la vida. El que está de pie en la circunferencia es mi Yo, mi estado de conciencia cotidiano. 
Cada uno desde su lugar, tiene un camino que recorrer para encontrarse con la divinidad, que está en el centro. El Espíritu, la Fuente del Universo.
Dependiendo de las cosas que me han ocurrido en la vida, me quedé parado en un lugar del círculo, y eso genera en mí una perspectiva única del círculo. Por ejemplo: confío en mí, no confío en mí, soy racional, soy intuitivo, los demás son aliados, los demás son enemigos, defiendo a los débiles, busco el poder, etc… 
No es el mismo camino el que tengo que recorrer desde mi punto de vista, que el de alguien que está a noventa grados a mi derecha, o alguien que está a noventa grados a mi izquierda. 
Para encontrarme con la Fuente del Universo, y limpiar todos mis dolores, mis preguntas, mi separación, tengo que recorrer un trayecto desde el borde de la circunferencia hasta el centro. En síntesis,  mi personalidad cotidiana, mi ego, sigue en la circunferencia. En el centro está el Espíritu, El Ser más profundo. Según la experiencia de vida que tuve, quedé en un lugar del círculo. Eso mismo le ocurre a todos los demás, sólo que tuvimos experiencias diferentes, lo que nos dejó atrapados en lugares diferentes y nos generó perspectivas diferentes.
Las personas discuten para demostrar que tienen razón. En toda discusión se quiere demostrar que se tiene razón, se busca defender la identidad. Por eso mucha gente no se arriesga a salir en búsqueda de la transformación,  porque creen que solo existe su identidad y si salen a buscar algo más, pueden perder lo único que tienen. 
La identidad es fruto del tiempo en que nacimos, el lugar en que nacimos, la sociedad que nos recibió y la familia que nos dio la vida. 
Tenemos dos caminos: podemos pasarnos la vida discutiendo con los demás, que también están intentando demostrar que tienen razón, desde su punto de vista, o nos damos cuenta que todos tenemos razón. Tener razón no es importante, lo importante es ser feliz.  
Observo las discusiones de hoy en día, y veo a la gente con tantas ganas de confrontar y de demostrarles a los demás que tienen razón. Lo defienden con tanta energía que me pregunto: ¿Cuál de todas las perspectivas es la verdadera? 
Todas. Porque todas son fruto de la experiencia de vida. Aceptar que cada perspectiva es hija de la experiencia, hace que dejemos de juzgar a los demás. Si la vida los colocó en ese lugar, quién soy yo para juzgarlo. Mi mayor compromiso con los demás es encontrar mis respuestas y apoyarlos desde mi lugar. 
Volvamos al lugar de cada uno en el círculo. Nacimos, tuvimos una experiencia y en función de lo que hemos vivido y de lo que hicimos con lo vivido, llegamos hasta un lugar en el círculo.  Vayamos por el camino de la felicidad. Eso que llamamos ser feliz, en realidad es ser quien soy, antes de ser Yo. 
Cada situación que la Fuente del Universo creó para nosotros, esconde detrás un propósito sagrado: llevarnos de vuelta a la Fuente, a nuestra verdadera identidad, sin el Yo.  
La Fuente nos guía a través de las emociones, por eso es tan importante que nuestro camino tenga corazón. Porque nuestros sentimientos y la manera en que sentimos, es lo que nos guiará de vuelta a casa. La herida no es un error, la herida es la puerta de regreso a la Fuente.  
Agradezco a las abuelas y los abuelos de América que caminaron y nos legaron la Rueda de la Vida, porque ellos supieron salir a buscar las respuestas que cada uno necesitaba, sin juzgar, sino comprendiendo que en las pequeñeces de las diferencias, se esconde la grandeza de la unidad. 
¡Que tengas un dulce despertar!
Extracto entrevista Uno Mismo.

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