30 de mayo de 2013

SER HIPERACTIVO ES TENER UNA ENFERMEDAD FICTICIA.

Son tantas las enfermedades y trastornos que se describen en los libros de psiquiatría que, hoy en día, lo raro es estar sano mentalmente. Después de hacer saltar las alarmas al incluir "las rabietas" en el último Manual de Pediatría, y de ver como el gobierno estadounidense declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de salud mental, cifras que parecen un insulto al sentido común de la población, aparecen unas declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDAH (Síndrome de hiperactividad y déficit de atención), que no deja indiferente a nadie. Un semanario alemán Der Spiegel, en un artículo que ponía de relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana, explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.
Los inicios del TDAH
Los primeros intentos por tratar de explicar que había niños con TDAH comienzan en 1935. Por aquellos tiempos, los médicos habían tratado por primera vez a niños de primaria con un carácter inquieto y con dificultad para concentrarse en lo que se les pedía, bajo el diagnóstico de síndrome post-encefálico. Fue un intento que no cuajó porque, la mayoría de esos niños, nunca habían tenido encefalitis.
En los años sesenta apareció el protagonista de esta  historia, Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”.  Pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes psicofármacos con ellos. Utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento:  los niños enérgicos se transformaban en niños dóciles.
En el año 1968 se incluyó en el Manual Diagnóstico y Estadístico, sólo que ahora recibe el nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato. En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.
El conocido psiquiatra, decidió confesar la verdad meses antes de morir, afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta y dejar de medicar a los niños. Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si los padres están juntos o separados, si hay problemas en la escuela, si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, y “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido”. Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños. Ahora, es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría infantil, hasta el punto que las visitas por este trastorno se han multiplicado por 40 en menos de diez años, siendo muchos de los “enfermos” niños de dos y tres años. Pero esto no es todo. Para conocer el alcance real del negocio de la psiquiatría y de las farmacéuticas,  hasta qué punto se inventan las enfermedades para luego poder vender los fármacos, un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove reveló que, de los 170 miembros del grupo de trabajo del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), es decir, los que hacen el manual de psiquiatría de referencia mundial, 95 miembros tienen una o más relaciones financieras con las empresas farmacéuticas.
Estamos seguros de que son muchos los niños diagnosticados cuyo única peculiaridad ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la hora de demandar a sus padres un poco más de atención. No existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno. Todo se hace en base a la observación y al cumplimiento de unos criterios o parámetros que establecen "qué es ser normal".
Ahora bien, ¿qué es ser normal? Krishnamurti dijo que “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, así que quién sabe, quizás los niños que se rebelan ante el intento de domesticarles, aquellos que no soportan estar sentados escuchando cosas que no les interesan, aquellos que preferirían poder decidir qué hacer en sus vidas en todo momento, aquellos que quieren experimentar por sí mismos quizás sean al fin y al cabo los más cuerdos y sabios.
Semillas Solares.

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