8 de mayo de 2013

UNA HISTORIA DEL PUZZLE HUMANO.





Querer construir comenzando por el tejado, sigue siendo imposible.

La solución siempre está en lo simple, en lo  sencillo y cercano. Quizá por tenerlo tan cerca no lo vemos.

Todos los cambios comienzan por uno mismo. Cada pieza de nuestro puzzle personal que vamos colocando, repercute para completar el Gran Puzzle Universal.



Un científico, que vivía preocupado por los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios necesarios para aminorarlos. 

Pasaba sus días en el laboratorio en busca de respuestas a todas sus dudas. Cierto día, su hijo de seis años, entró en su "santuario" decidido a ayudar a su padre. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible, que su hijo no quería irse de ahí, el padre pensó en darle algo que pudiera entretenerlo. 

De repente se encontró con una revista en la que había una imagen del planeta Tierra, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios trozos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciéndole: "Como te gustan los puzzles, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie, sólo tú puedes hacerlo". Pensó que al pequeño le llevaría todo el día recomponer el mapa, pero no fue así. 

Al cabo de una hora, escuchó la voz del niño que lo llamaba.  "Papá, Papá, ya lo hice, conseguí terminarlo". 

Al principio el padre no le creyó. Pensaba que era imposible que a su edad, hubiera conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo sin completar o mal hecho. 

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los trozos habían sido colocados en su lugar. 

¿Cómo era posible? ¿Cómo había sido capaz de hacerlo tan rápido?  

Le preguntó: "Hijo, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?"

Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Así que, di vuelta los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sé cómo es. 

Cuando conseguí recomponer al hombre, le di la vuelta y vi que había conseguido también, recomponer el mundo… 

Gabriel García Márquez.


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