20 de mayo de 2013

JOHN FOPPE. OTRA HISTORIA DE SUPERACIÓN.

Nació sin brazos y este estadounidense, tuvo que aprender a hacer de su discapacidad, su fuerza motora y vivir su vida sin depender de los demás, haciéndolo todo con sus pies. ¡Y vaya si lo consiguió! Foppe se dedica a dar conferencias por el mundo, motivando a las personas para que nada frene sus sueños.
Los pies de John  son sus manos y, su vida, un auténtico ejemplo de superación.

¿Cómo fue tu infancia? ¿Cuándo tomas consciencia de lo que te ocurria?
Al principio de mi vida no me veía distinto, pero cuando fui a la escuela empecé a ver lo diferente que era. Cuando la vida con todas sus posibilidades se empezó a abrir ante mí, me di cuenta de que había muchas actividades en las que no podía participar, como el fútbol americano, donde veía que todos jugaban y yo no podía… Fue una época de ingratitud y baja autoestima.
Supongo que, la etapa en el colegio, habrá sido dura… ¿Cómo consigues sobreponerte a ello?
Bueno, vivía una vida muy marcada por la dependencia, no probaba a hacer cosas nuevas y permitía que todos hicieran las cosas por mí. De hecho, a los 11 años no podía ni siquiera ponerme los pantalones solo. Pero entonces mis padres me hicieron aceptar la responsabilidad de intentar, al menos, hacer las cosas sin pedir ayuda. “Si no lo pruebas no tendrás ayuda”, me dijeron. Y ése fue un momento clave en mi vida, a partir de ahí todo empezó a cambiar. No de la noche a la mañana, pero empezó a cambiar.
¿Esa actitud por parte de tus padres fue muy importante para ti?
Creo que mis padres son personas con mucha fuerza interior. No sabían que estaban haciendo algo por mí, simplemente no querían que fuera una víctima y sabían que había cosas que podía hacer yo por mí mismo…
¿Cuáles han sido las mayores barreras que te has encontrado a la hora de salir a la calle? 
Yo nací y crecí en un pueblo pequeño y los mayores obstáculos eran vestirse, no poder ir en bicicleta… Entonces busqué el modo de remediarlo. Por ejemplo, mi tío me compró un carrito de golf y yo lo utilizaba para moverme por el campo. Al hacerme mayor he visto que en todas partes hay obstáculos, como en algo tan simple como sacar dinero de un cajero. Una de las cosas más difíciles fue aprender a conducir un coche. Y, ahora, puedo conducir cualquiera que tenga dirección asistida, con un pie llevo los pedales y con otro el volante.
¿Hay algún logro en el que que te hayas sorprendido a ti mismo porque pensabas que no lo podrías conseguir?
Siempre me sorprendo al ver cómo se despliega la realidad ante mí. Hace mucho tiempo que decidí ser partícipe en vez de espectador en la vida. Así que estoy abierto a cualquier cosa que me pueda pasar, sin ponerme barreras, y desde el momento en que decidí eso, empezó mi aventura en la vida.
A menudo te encontrarás con personas que se quejan de pequeños problemas o que siempre señalan todo lo que no pueden hacer… ¿Damos, en general, poca importancia a la vida?
Sí, mucha gente lo hace. Intento no predicar a nadie, y que la gente llegue a esa conclusión de forma personal, porque es más importante y efectivo que decirlo. Pero es cierto que la gente pierde de vista lo que son sus prioridades, y a veces nos miramos mucho el ombligo y nos olvidamos de lo demás.
¿Qué les dirías a todas aquellas personas que no están a gusto consigo mismas?
Les diría que necesitan sentir aquello que sientan. Hay gente que empeora sus problemas negándolos o diciéndose que la vida no debería ser así, y eso crea rabia, resentimiento o culpa. En realidad, no existe eso de “cómo debería ser la vida”. La vida solo puede ser lo que es, y hay que vivir y no luchar, porque solo consigues sentirte peor. Así que intento hacer que la gente comprenda que solo tiene este momento, que el aquí y el ahora es lo único importante, lo que se puede vivir plenamente.
Tú eres una inspiración para muchas personas… ¿Qué te inspira a ti?
Me inspira la gente normal que ves por la calle. Tal vez una madre soltera, alguien que consigue salir de una espiral de alcohol y drogas... En todo el mundo se puede ver gente herida, personas con dolor que siguen adelante con sus vidas y lo hacen lo mejor posible.
"Yo me siento condicionado exactamente igual que cualquiera. En mis charlas le digo a la gente que nadie tiene retos imposibles, que lo que tenemos que conseguir es no complicarnos la vida cotidiana".
De sus múltiples charlas, ¿saca algún diagnóstico del estado anímico de la sociedad actualmente?
Hay mucho miedo en todo el mundo. Quizás sentimiento de desesperación en muchas culturas por la situación económica. Pero la gente no puede perder la esperanza, porque lo único seguro es que esto pasará. Lo peor es la incertidumbre, porque eso genera un sentimiento de frustración, que es lo peor.
¿Y hay algún personaje conocido que te inspire?
La única persona famosa que realmente me ha inspirado es la Madre Teresa de Calcuta. Tuve la suerte de trabajar y hablar con gente de su orden religiosa, y la diferencia que ellas logran es que mientras hay mucha gente que trabaja por los pobres, la orden de la Madre Teresa es la única que vive con ellos. Y eso es una forma auténtica de predicar con el ejemplo.
¿Hay alguna meta que te quede por cumplir?
Escribir más libros y volver a Europa, o incluso vivir aquí algunos meses del año. Quiero continuar ayudando al movimiento de los discapacitados.  Todavía hay mucho trabajo por hacer.
Málaga.com


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