6 de mayo de 2013

NUEVO TURISMO ESPACIAL.


Últimamente, los medios de comunicación están hablando de un tema curioso para un futuro no muy lejano: el turismo espacial. Concretamente, se está barajando la posibilidad de viajar a Marte, pero sin billete de vuelta. En efecto, parece ser que la ciencia dispone de la tecnología necesaria para organizar el viaje de ida, sin embargo, de momento, no habría vuelta posible, aún no se ha descubierto cómo regresar.

En el viaje experimental solo cabrían 24 personas –según escuché hoy en la radio- pero ya hay decenas de voluntarios apuntados. Los periodistas que comentaron la noticia se preguntaban si eso era realmente posible o si se trataba solo de una campaña publicitaria.
Personalmente, pienso que todo ello deriva de una interpretación demasiado literal de una información que tuvo su punto álgido de divulgación alrededor del pasado 21-12-12. Se habló entonces de la alineación planetaria, de un gran acercamiento a nuestros hermanos de las estrellas, pero en el sentido de ser conscientes de su existencia.
En el sentido de acercarnos a ellos, pero de forma sutil, abriendo nuestros canales de percepción para captar sus mensajes y enseñanzas, estableciendo conexiones con los médicos del cielo para poder beneficiarnos de su tecnología y de sus métodos revolucionarios de sanación.
En síntesis, pienso que el universo nos está ofreciendo la maravillosa oportunidad de dirigir nuestras antenas y de ampliar el ancho de banda para percibirnos de que no estamos solos, de que tenemos muchas réplicas evolucionando en universos paralelos y de que es posible establecer con ellas protocolos avanzados de comunicación.
Para viajar entre dimensiones, no es necesario gastar miles de millones de dólares con la idea de ir a colonizar espacios inhóspitos en los que, de momento, la vida para un humano, es inviable. Esto no significa que Marte o los demás planetas no estén habitados, sino que las formas de vida que allí evolucionan se encuentran en una dimensión que no es palpable para el ojo humano. De la misma forma que Shambhalla tampoco lo es, salvo para quienes poseen el nivel de vibración adecuado como para ser admitido entre sus filas.
Siempre asombra comprobar los deslices que uno puede llegar a cometer por interpretar de forma literal unos mensajes que llegan codificados y encriptados. Pienso que formar psiconautas, expertos en decodificación, sería a todas luces, mucho más rentable que organizar viajes a Marte.
Soleika Llop.

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