5 de marzo de 2014

LA MEDICINA DE LAS SELVAS.

Las empresas farmacéuticas buscan en la naturaleza sustancias terapéuticas que no se pueden crear en el laboratorio.
Las plantas continúan siendo la principal fuente de principios activos.
Algunas empresas intentan apropiarse de los conocimientos tradicionales y de las plantas.
Son más de 200 las compañías farmacéuticas y los centros de investigación médica de todo el mundo que buscan en los bosques tropicales una cura para el cáncer, para el sida o para otras enfermedades. 
Estas empresas están examinando los remedios tradicionales a base de plantas medicinales en su búsqueda de nuevos principios activos terapéuticos. Este interés ayuda a que se reconozca la eficacia de los tratamientos naturales, pero también es origen de problemas como la biopiratería, es decir, el intento de explotar comercialmente lo que la naturaleza ofrece gratis y sin reconocer los derechos culturales de los pueblos indígenas. 
Por otra parte, que en la natureleza, en especial en los bosques tropicales, pueda encontrarse la curación de enfermedades que hasta ahora no tienen un tratamiento eficaz, es un argumento más para proteger las especies amenazadas por la explotación comercial, la urbanización y el cambio climático.
La mitad de los medicamentos proceden de la naturaleza
Las sustancias naturales, especialmente las procedentes de las plantas, han sido durante siglos la principal fuente de remedios curativos. El 50% de los medicamentos actuales tuvo su origen en productos naturales y las plantas continúan siendo la principal fuente de nuevos medicamentos.
La mitad de la sesentena de drogas anticancerígenas desarrolladas en la última década por el National Cancer Institute, son productos naturales, derivados o sustancias sintéticas basadas en una estructura natural.
Pero la eficacia de estos métodos no ha sido la esperada. Se ha demostrado que mediante síntesis química no se consiguen estructuras moleculares tan complejas y eficaces como las naturales.
La selva es una reserva de medicamentos naturales
Todo ha llevado a que algunas industrias recuperen el interés por estudiar los ecosistemas más ricos del planeta. Según Michael Balick, calcula la cifra relacionando las plantas que existen (unas 250.000 especies vegetales) y las que se han estudiado (un 1%, unas 2.500). La naturaleza es todavía una enorme reserva de agentes curativos.
Se cree que la región amazónica posee entre el 30 y el 50 por ciento de la diversidad biológica de la tierra, y los sanadores tradicionales indígenas de la región, acumulan siglos de conocimientos acerca de los recursos medicinales naturales de la región. 
  
La selva amazónica ya ha contribuido con decenas de sustancias a la medicina occidental. Entre las más conocidas están el curare, un componente fundamental de los anestésicos modernos, y la quinina, el principal remedio para tratar la malaria. 
Otros ejemplos más recientes de las contribuciones amazónicas son hierbas como la chanca piedra, que los indígenas usan para “limpiar los conductos internos del cuerpo” y para “destruir las piedras del riñón”, que es la base de remedios diuréticos, y la manaca, que tiene propiedades antiinflamatorias y se utiliza para tratar problemas del sistema endocrino.
En compañía de chamanes
La investigación en la selva no la realizan los científicos en solitario. No sabrían por dónde empezar, por eso requieren la ayuda de los chamanes de pueblos que lleven asentados muchas generaciones en áreas de gran diversidad biológica.
Tiene como objetivo principal "investigar nuevas curas estudiando los patrones de salud y enfermedad de los pueblos indígenas". Este camino les ha llevado a descubrir dos nuevos fármacos para el tratamiento del Alzheimer y el Parkinson.  
Los investigadores saben que cualquier indígena puede identificar plantas con propiedades medicinales, pero sólo el sanador tradicional posee los conocimientos precisos sobre cuál es la mejor planta para tratar una enfermedad grave o poco común.
Según Darrel Addison Posey, antropólogo y etnobotánico, que estudió los últimos 23 años de su vida, hasta 2001, el potencial curativo en la región de los indios Kayapo del Amazonas, los habitantes de cualquier poblado utilizan nada menos que entre 300 y 400 plantas medicinales distintas.
La biopiratería viene de lejos
El lado oscuro del trabajo de las farmacéuticas en la selva es la biopiratería, que en realidad no es algo nuevo. A finales de los años 50, una compañía farmacéutica, después de seguir la pista a sanadores de Madagascar, investigó una pequeña planta tropical con flores rosáceas. Descubrieron que contenía los alcaloides vinblastina y vincristina, cuyas versiones sintéticas son actualmente dos de los fármacos más potentes contra el cáncer.
El primero de ellos resultó ser muy eficaz contra el linfoma de Hodgkin: logra un 80% de remisiones. El segundo, la vincristina, se usa para tratar a los niños con leucemia. Con estos dos productos, la compañía farmacéutica gana millones de euros cada año, pero ni Madagascar ni los chamanes reciben una parte, y la planta de la que se extrajeron estos compuestos, Vinca rosea, ya no existe por culpa de la desforestación. 
Extracto de El C. del S.

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